Breves Recetas de Economía. La semiótica desde el poder

JAVIER LARA CABALLERO 

Si damos un recorrido por la red buscando una definición de semiótica, nos podemos encontrar lo que se dice en la Wikipedia: “La semiología o semiótica (del griego antiguo, σημειωτικός, sēmeiōtikós) es el estudio de los símbolos y los signos, y la forma en que los humanos los crean. Un signo es cualquier cosa que comunique un mensaje, que debe interpretarse por el receptor. Es una rama de la filosofía que trata de los sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas, estudiando las propiedades generales de los sistemas de signos, como base para la comprensión de toda actividad humana.

Podemos concluir entonces que la semiótica es la ciencia que estudia los diferentes sistemas de signos que permiten la comunicación entre individuos, sus modos de producción, de funcionamiento y de recepción de los mismos.

Desde el principio de nuestra existencia, la raza humana se ha comunicado a través de movimientos, gestos, posturas, tonos de voz, ademanes, etc. SI nos detenemos a pensar en ello un minuto, podemos relacionar ejemplos claros de posiciones de agresividad, de afecto, de respuesta ante alguna amenaza, de sorpresa, o de rechazo. Observando a alguien detenidamente, nos podremos dar cuenta si se encuentra cómodo o incómodo, relajado o tenso, triste o feliz, preocupado o en paz. Cuando profundizamos en ese análisis y le agregamos factores como los colores, los significados plasmados en una imagen, el doble sentido de las palabras, el tono de voz, tenemos muchos elementos para poder ofrecer un mensaje o transmitir un concepto dirigido la gente.

Todo lo anterior permite contar con mayores y mejores elementos de análisis sobre la actuación de quienes toman las decisiones públicas en nuestro país. Nuestro presidente tiene un estilo muy particular de comunicar sus ideas y sus decisiones a la gente, y ese estilo, más allá de cualquier análisis de los resultados, ha demostrado ser altamente eficaz, o al menos eso nos dicen los estudios demoscópicos que nos muestran un nivel de popularidad constante desde el inicio de su sexenio, a pesar de las crisis por las que ha atravesado.

El estilo pausado para hablar, la sorna hacia los opositores, la forma en que se refiere a sus colaboradores, los temas que toca para dictar la agenda nacional, la escenografía en donde todas las mañanas ofrece su tradicional conferencia y hasta la vestimenta que usa, forman parte de un estilo personalísimo pensado en llegar a los sentimientos de la mayoría de los mexicanos quienes finalmente, son quienes votan y soportan su proyecto. Si lo que nos comunica es cierto o no, si los resultados que nos presenta son reales, pasa a segundo plano, porque lo que realmente importa es lo que la mayoría de la ciudadanía percibe.

La oposición en este país se ha preocupado mucho más por desmentir lo que dice que por tratar de generar su propia semiótica, y si no lo hacen pronto, si no intentan llegar a la mente y el corazón de los mexicanos, sin duda, estarán condenados a seguir perdiendo la batalla con quien sí lo sabe hacer de maravilla. El presidente esta ganando con pura semiótica el juego de la realidad.