Berrinches legislativos, sin beneficio para el pueblo
OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO
En el último mes la 64 Legislatura local ha sido objeto de múltiples discusiones que han reconfigurado incluso la vida interna del Poder Legislativo, luego de un sinfín de acaloradas disputas que han puesto al descubierto tanto la personalidad de los representantes populares como el reacomodo de comisiones y órganos de gobierno, sin embargo, estos temas no abonan a la pacificación de la vida pública ante la gravedad los múltiples problemas que viven hoy los zacatecanos.
De todos los tópicos, el más preocupante es el de la crisis de inseguridad que día a día escala en su importancia, ejemplo es el lamentable asesinato de un menor de 3 años acontecido en un templo religioso del municipio de Fresnillo, a ello se suma la dañina situación económica que como efecto de la pandemia seguimos padeciendo. Y mientras los temas descritos, así como otros se cargan en contra de los zacatecanos, veamos cual es el centro de las preocupaciones de los parlamentarios.
El acontecimiento que dio inició a esta crisis fue la determinación de las Diputadas Imelda Mauricio y Priscila Benítez (de MORENA), que dado los desencuentros internos de la otrora fracción mayoritaria decidieron sumarse al Partido Nueva Alianza (PANAL) generando la pérdida de la mayoría del partido guinda, que con aliados quedó con solo 11 votos de 30; y la nueva mayoría formada por PAN, PRI, PRD, parte del PT y PANAL, nombró a Benítez Sánchez como presidenta de la Comisión de Patrimonio y Administración en sustitución del morenista Armando Delgadillo.
En las siguientes sesiones continuaron los cambios, al petista Xerardo Ramírez lo ungieron como presidente de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) y su lugar como presidente de la mesa directiva fue ocupado por el Diputado Enrique Laviada, a la par se modificó la composición de muchas de las comisiones legislativas argumentando inoperancia.
La respuesta no se hizo esperar, de inmediato se publicaron videos cargados de histrionismo, se dictaron conferencias de prensa surgiendo declaraciones donde ambos bandos se acusaron mutuamente de intereses oscuros y perversos, así es la tónica de los últimos días.
Como parte de ese ir y venir salió a escena el otrora presidente de la Comisión de Administración Armando Delgadillo, quien pidió se retuvieran los recursos a la Legislatura, pues presumiblemente se haría mal uso de ellos al querer revivir las debatidas “herramientas legislativas”, promoviendo con esta acción incluso el suspender el pago a los trabajadores del legislativo.
Y como parte de las actividades de presión mutua, el pasado 18 de los corrientes, once diputados se ausentaron de la sesión argumentando la realización de actividades en sus distritos, pero filtrando ante los medios que se trataba de medidas coercitivas, pero estando a la espera de la respuesta de los órganos judiciales.
Así vemos a quienes fueron electos para responder a la problemática de los zacatecanos en el ámbito de sus responsabilidades, ahora se han enfrascado en banales discusiones, olvidando la grave crisis de inseguridad que afecta a la población, los múltiples problemas económicos que nos aquejan como producto de una sostenida crisis, que antes de la pandemia ya causaba graves efectos en los bolsillos pero que se acrecentó por la falta de acciones que atenuaran el cierre de empresas y negocios que fueron clausurados por razones de sanidad. Lo peor fue la ausencia de interlocución respetuosa y racional basada en el trato de pares que es lo que está generando un innecesario espectáculo que sólo produce desprestigio y encono hacia quienes deberían entender que lo que urgen son propuestas y soluciones
Además, la fracción morenista debe dejar atrás los estribillos acusando a sus compañeros de todo lo malo, e incluso debe entender que la pérdida de la mayoría obedece a la soberbia y el desprecio dirigido a cada legislador pensando que sólo debían obedecer sin rechistar, porque así se comete un atropello a su representación.
Por otra parte, el pueblo debe observar bien el actuar de los legisladores y entender que como muchas veces pasa, los discursos de campaña no corresponden con los hechos, que en la práctica se olvidan de cumplir su obligación de representarlo para responder a mezquinos intereses personales, pero teniendo este la eficaz manera de ajusticiarlos cuando se requiera la renovación de los representantes populares.