Bajo el presente modelo económico, el empleo digno: una asignatura pendiente
LUIS GERARDO ROMO FONSECA *
El saldo del gobierno federal está marcado por la violencia generalizada en el país, por una economía débil y estancada: México ha experimentado un crecimiento bastante insuficiente de menos de 2% que nos ha ubicado en el nada honroso penúltimo lugar en el Continente Americano, sólo por encima de Haití. Desafortunadamente, este año podría ser el peor del sexenio de Felipe Calderón en términos económicos, debido a que a partir de ahora, los esfuerzos gubernamentales estarán centrados en la elección de 2012 y en lograr la continuidad del Partido Acción Nacional en la Presidencia de la República.
Sumado a ello, las alteraciones meteorológicas producidas por el cambio climático, así como la ausencia de planes concretos para incentivar la producción, han arrasado con la agricultura y la ganadería, poniendo a nuestro país en riesgo de convertirse en una economía que importadora de todos sus alimentos, como Taiwán o Hong Kong, pero con el agravante de que no tiene la capacidad de crecimiento de esos países. El retiro del subsidio a los productos básicos, la disminución del consumo de los alimentos, el aumento de los niveles de desnutrición, la caída de la producción de granos básicos y oleaginosas y el auge de las importaciones de éstos son algunos indicadores que podrían llevar a muchas regiones del país a padecer hambruna; de mantenerse la creciente tendencia de importación de alimentos, México corre el riesgo de perder su soberanía alimentaria.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó que el año pasado la tasa de desempleo urbana en México fue del 5.6%, pero este año podría aumentar al situarse en un 6%, aunque ello dependerá de la evolución de la economía y del desarrollo del sistema financiero global. Thomas Wissing, director de la OIT para la oficina de México y Cuba, señaló que en México prevalece una gran desigualdad en el acceso al empleo, una amplia brecha en las remuneraciones obtenidas por género, por edad y etnicidad, además de un elevado sector de la economía informal. Como ejemplo, podemos mencionar la tasa de desocupación juvenil, que es de un 12.7% -el doble de la que se registra entre la población en general-, además se estima que 6.4 millones de jóvenes han perdido la esperanza de encontrar una fuente de trabajo; y peor aún, los que cuentan con preparación académica son el sector más afectado por el desempleo.
A pesar de que en el país, según cifras oficiales, la tasa de desempleo ha disminuido al ubicarse en un 4.90% de la Población Económicamente Activa (PEA) en enero pasado, cifra inferior al 5.43 % registrado durante el mismo mes de 2010, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); diversos analistas se muestran críticos y escépticos sobre la medición de algunos indicadores de empleo en México, en particular, respecto a la tasa de desocupación al considerar que es muy baja en relación con países desarrollados y que no refleja la realidad que vive nuestro país.
Con todo y esta leve mejoría en los niveles de ocupación, cabe señalar que ésta va acompañada de un ritmo de crecimiento mayor en el sector informal; además de que no han mejorado las condiciones del empleo, según se comprueba en la pérdida del poder adquisitivo del salario real; y por último, también el desempleo crece y a un ritmo más acelerado que la ocupación. Justamente, la UNAM acaba de publicar un informe titulado “El empleo, el ingreso y el actual gobierno”, donde señala que el 40% de la población de entre 15 y 24 años, labora en empresas formales que no les brindan seguridad social ni prestaciones. Cabe recordar, como lo advierte el investigador del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS), Matteo Dean, en 2004 alrededor del 8% del empleo nacional se ofrecía bajo la modalidad del “outsourcing”, 5 años después el crecimiento de ese fenómeno fue de 95%. En la actualidad se estima que 40% de asalariados están bajo alguna de esas formas de subcontratación.
Además, la UNAM advierte que entre los años 2006 y 2011 se acumuló un rezago potencial cercano a los cuatro millones 300 mil trabajadores, pero una parte de la demanda de empleos se resolvió con la migración hacia Estados Unidos. Sin embargo, la población restante “permanece en el limbo y podría ser miembro activo de los llamados ninis, que suman 7.5 millones, y de la delincuencia organizada”, señala dicho informe. En este sentido, resulta evidente el riesgo de no aprovechar el bono demográfico (58.3% de la población de 14 años y más económicamente activa) y, por el contrario, se convierta en un “déficit demográfico” por la falta de oportunidades.
Por otra parte, México tiene una de las tasas de recaudación más bajas de América Latina, paralelamente a una gran dependencia del ingreso petrolero; de ahí la necesidad de construir una amplia reforma fiscal, como uno de los temas pendientes de la agenda económica del país. Evidentemente, el principal objetivo de la política fiscal radica en mejorar la asignación de recursos productivos para distribuirlos de manera eficiente y contribuir a generar estabilidad económica; pero esto no será posible mientras la recaudación tributaria siga siendo deficiente y limitada, con un promedio anual equivalente a 10% del Producto Interno Bruto (PIB).
A nivel general, durante el sexenio calderonista la evolución económica ha sido negativa: en el 2007 se estimó una meta del crecimiento del 3.75% del PIB, pero éste sólo alcanzó un 3.3%; en el 2008 se promedió un crecimiento del 3.5%, la cifra sólo alcanzó el 1.3%. Sin embargo, en el 2009 el PIB se desplomó -6.8%, cuando el gobierno federal había prometido que el PIB crecería un 1.5%. De esta forma, el ligero crecimiento alcanzado en 2010 no alcanzó ni para compensar el desplome de 2009.
Salvo en 2010 en que el repunte de las exportaciones particularmente del sector automotriz abonaron al crecimiento, en ninguno de los años anteriores la administración calderonista logró sus metas de crecimiento; para el 2011, el crecimiento de 3.% del PIB resulta insuficiente para crear empleo y abatir pobreza. A nivel general, el modelo económico neoliberal no ha traído más que deterioro económico y empobrecimiento para las mayorías: “las tasas de los últimos 20 años lo único que han reflejado es una pérdida de las oportunidades de empleo, poco desarrollo sostenido de la economía, inseguridad, corrupción e incertidumbre política”, según reconoció recientemente la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra).
Actualmente, el contexto económico nacional es muy complejo y difícil: el Producto Interno Bruto es insuficiente para generar empleos, con una inflación al alza y una significativa pérdida del poder adquisitivo de los salarios; con un gasto público centrado en la “guerra” contra el narcotráfico” y sin medidas contracíclicas para hacer frente a la caída económica de los Estados Unidos.
Ante esta situación, la propuesta del PRD representa un proyecto alternativo al modelo neoliberal; cuya prioridad radica en resarcir los costos sociales y revertir el deterioro económico que estos 30 años de políticas excluyentes, le han traído a México. En consecuencia, nuestro partido mantiene firme su compromiso de establecer estrategias para trabajar en la elaboración y aprobación de aquellas iniciativas en materia económica y social que impulsen el acceso de la población a los beneficios básicos, contribuyan a combatir la pobreza y a lograr una mejor distribución de la riqueza.