Azahara y Norma, la violencia escolar
RAÚL MANDUJANO SERRANO
No imagino la zozobra de la madre de Azahara al enterarse que su hija asesinó a una compañera de la escuela, y menos su angustia cuando agentes de la policía la detuvieron y esposaron para conducirla a los “separos” del Ministerio Público. Azahara Aylín tiene 14 años y, de acuerdo con la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes, cuando un, o una menor de entre 12 años cumplidos y menos de 18 años, por un hecho que la ley señale como delito, deberá ser sancionado o sancionada.
Azahara Aylín, después de causar la muerte de su compañera Norma Lizbeth, se une a una larga lista de niños criminales, como «El Ponchis» quien, con 14 años, fue asegurado en 2010, como parte de los sicarios infantiles reclutados por el Cartel del Pacífico Sur; o “el Lalo”, que, en 2017, y a los 16 años, asesinó a tres supuestos acosadores de su novia en la alcaldía Milpa Alta. Eran sus amigos y los descuartizó con un machete; o el de aquel adolescente de 16 años quien, en enero de 2017, en el Colegio Americano del Noreste, en Monterrey, abrió fuego contra sus compañeros y profesora, para luego darse un tiro en la barbilla.
Para la ley, quien causó la muerte fue detenida y pagará por lo que hizo, pero, además, la directora del plantel ha sido retirada del cargo. Ahora, entre los maestros y maestras, surge el temor por la indefensión en la que se encuentran ante la Ley que presumiblemente favorece a los niños en la escuela porque, ante los hechos violentos que ocurran en los planteles, por acoso o ciberbullying, podrían llevarlos a la cárcel sin embargo, cuidado, no corramos para interpretar la ley, la penal e incluso la general de educación. Exigir que les sea devuelto el poder de castigar para controlar no es la opción, sólo hay que poner más atención, y muy importante, siempre involucrar a los padres de familia en la educación de sus hijos para que no se laven las manos. Esto es muy serio y no es cosa de juegos.
FGJEM, inmortales caídos
Mientras degusta de un plato de fresas con crema y miel, aderezadas con polvo de canela, el hacedor de los escritos molestos escucha las palabras del Fiscal José Luis Cervantes Martínez, durante el reconocimiento público post mortem a elementos ministeriales asesinados: “…La Fiscalía General de Justicia del Estado de México no dejará a ningún elemento a merced de la adversidad, jamás los abandonaremos, tampoco a sus seres queridos. Nuestra entrega es total, estamos unidos, somos más fuertes. No hay enemigo que pueda vencernos”.
El reconocimiento público homenajea a agentes, a seres humanos que ¡sí! cumplieron con la encomienda de salvaguardar la integridad de otros ciudadanos. A ellos no les debe pesar la mancha de ser etiquetados como otra mafia, uniformada. Los que cumplen, policías de investigación como José Luis Gomorra, Juan Carlos Villalobos Bolaños, Ricardo Mondragón Ramírez, Jonathan Enrique Lazcano González, Abraham Hipólito Legorreta y muchos otros a los que este escribano recuerda como buenos amigos, durante su pasó por tal institución y cuyos nombres fueron inmortalizados en ese “Muro de los Caídos” que le rinde homenaje a su historia y dedicación.
Quizá por la presencia del crimen organizado, no quizá, si, además del despliegue de su amenazante arsenal y su desplazamiento mortal, es que tendría que fortalecerse la estrategia de combate. La fuerza ya no es arma, la inteligencia sí… Hasta otro Sótano
Twitter: @raulmanduj