Apoyo y plan alimentario al personal de salud deben ser prioridad de Federación

OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO

A partir de esta semana se ha decretado la Fase 3 del COVID-19 con ello han acentuado las medidas restrictivas para el libre tránsito y sobre todo la recomendación de mantenerse en casa, evitar circular por la calle y guardar la “sana distancia”.

La respuesta de las autoridades no se ha hecho esperar, medidas “drásticas” pero “necesarias” justifican funcionarios de los tres niveles de gobierno, a título de ejemplo baste citar el cierre de varias estaciones del metro en la CDMX, en varios estados la aplicación de medidas cautelares a quien circule por la calle sin causa justificada y en el caso de Zacatecas el cierre de la circulación en el primer cuadro del centro de Guadalupe, Fresnillo, y la capital.

Igualmente, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció el día de ayer la aplicación de medidas económicas que sintéticamente son la continuidad de lo mismo, pues se trata de la llevada y traída “austeridad republicana” que en el momento actual constituye por decirlo menos un acto de irresponsabilidad o un auténtico suicidio. El decálogo en cuestión implica la reducción de salarios, el ahorro en suministros, la cancelación de subsecretarias cierre de oficinas, priorización de oficinas y partidas presupuestales, ahorro de 622 millones y la creación de dos millones de empleos nuevos.

Llama poderosamente la atención que no hay acciones nuevas, en lo fundamental se trata de las acciones implementadas desde siempre, un auténtico despropósito pues si estamos ante un  problema de mayor magnitud y con mayor agresividad,  resulta obvio que urge aplicar medidas extraordinarias, ¡ante problemas extraordinarios, medidas extraordinarias!, particularmente resulta curioso que no se explica el cómo lograr el ahorro superior a 600 millones y la medida de la creación de empleos y la duda se acentúa pues en campaña se ofertó el ahorro de 500 millones producto de la corrupción que no se ven por ningún lado y lo segundo es prácticamente imposible pues la pérdida de empleo ha sido la tónica en estos 16 meses de gobierno morenista.

Otro asunto preocupante es la ausencia de medidas para la adquisición de insumos y equipo médico para la protección del personal de salud, aun y cuando crecen las quejas e incluso ha llegado al absurdo de agredir  a doctores y enfermeras, incluso el día de hoy el diario NTR (http://ntrzacatecas.com/2020/04/24/protestan-enfermeros-arriesgamos-la-vida-por-solo-180-pesos/), daba cuenta de una manifestación de enfermeros suplentes que exigían basificación luego de 5 años de trabajo remunerado con 180 pesos diarios.

En la nota firmada por Alberto Morones se cita el caso de una enfermera que recibe un salario de dos mil 460 pesos quincenales firmando contratos trimestrales.  Crecen también las quejas de hospitales públicos que dan cuenta de la ausencia de equipo de protección necesario para evitar el contagio del terrible virus. Por tanto, hay una doble carga, el gran riesgo de contagiarse por falta de equipo y los pésimos salarios que impiden siquiera condiciones dignas para el personal de salud.

De igual manera, por ningún lado aparecen acciones encaminadas a garantizar el sustento de las familias, resulta increíble darse cuenta de que a estas alturas se pierda de vista que la aplicación de las medidas sanitarias no puede efectuarse cuando se carece de empleo o ingresos seguros para garantizar la alimentación. En la actividad diaria donde tenemos contacto con la gente una y otra vez me han expresado, ¿cómo hacerle?, no puedo quedarme en casa sino cuento con lo necesario y estoy seguro de que eso acontece con la mayoría de los mexicanos, por ello no resulta un despropósito decir que una de las prioridades debe ser la alimentación de las familias y de ninguna manera sería una inversión desproporcionada. Cito un ejemplo: de acuerdo al censo de población del 2015 el municipio de Guadalupe tiene alrededor de 187, 000 habitantes, cerca de 40 mil hogares que en caso de recibir un apoyo semanal de 300 para alimentación implicaría un gasto de 48 millones en un mes, ni el 10% del total del presupuesto ejecutado en un año y eso mismo se pudiera hacer en el país entero y muestra de que es posible ya lo hacen los gobiernos antorchistas de Mexquitic de Carmona, Armadillo y Villa de Ramos en San Luis Potosí; Chimalhuacán e Ixtapaluca en el Estado de México y con dificultades económicas lo mismo se intenta en Trancoso, sólo así se podrá cumplir a cabalidad las recomendaciones sanitarias.

Por ello es inadmisible que no se incluyan inversiones extraordinarias para alimentación y salud, en cambio en el punto 5 del anuncio efectuado ayer se insiste en la aplicación ineludible de 38 programas prioritarios como el de adultos mayores, sembrando vida y la insistencia en la construcción de obras “prioritarias” para el titular del ejecutivo como la aeropuerto, la refinería de Dos Bocas y el tren Maya, es decir la protección del personal de salud y el hambre de los mexicanos pueden esperar, pero la visión de gobierno y sus proyectos no se mueve un ápice y el asunto adquiere relevancia si consideramos el crecimiento en los casos de COVID-19 en tres días: el 21 de abril se hablaba de 9501 infectados, el día siguiente 10, 544 y hoy hablan las autoridades de salud de 11, 633 casos confirmados lo que nos dice que se suman 1000 nuevos enfermos diariamente y en esas mismos fechas el número de defunciones pasó de 857 a 970 ayer y hoy la terrible cifra de 1069, es decir, hoy se lamenta la muerte de 100 mexicanos más, de seguir estos números tal como se presagio, el escenario será estremecedor, urge por tanto que levantemos la voz, la máxima con la que concluye el Manifiesto del Partido Comunista, escrito por Marx y Engels, ¡PROLETARIOS DEL MUNDO UNÍOS!, hoy adquiere urgencia y aplicación, pongamos manos a la obra, mañana será demasiado tarde pues la crisis de salud y el hambre penden sobre las mayorías y hacerse oír es tarea de todos.