Ante violencia ni las leyes nos protegen, acusa sobreviviente de ataque

Mérida.- Antes de que Grettel emprendiera su viaje nos encontramos la madrugada previa al día de su partida.
Se notaba cansada por todas las diligencias legales que la habían ocupado, pero más allá de las carreras y prisas, estaba abatida por la injusticia de saber liberado a su agresor, a pesar de que la juez Nidia Guadalupe Celis Fuentes había ordenado dejar sin efectos la sentencia de liberación hasta que se resolviera el juicio de amparo previamente interpuesto por ella a través de sus abogados.
Contra lo ordenado, Germán Alyn Ortega Hernández recuperó su libertad el pasado viernes 10 de junio.
“Pasan por encima de mi cuerpo, me intentan matar como si mi vida le perteneciera a mi agresor y ahora ni siquiera encuentro justicia ni legalidad. ¿Qué puedo esperar?”, exclamó Grettel.
La acompañaban su madre y su abuela quienes le insistían en que comiera algo, y mientras se esforzaba por llevarse un poco de sopa a la boca, hablaba de cómo se sentía. Aún recuerdo la indescriptible tristeza en su mirada.
“Me considero una mujer fuerte luchando contra lo que me pasó, tratando de vivir una vida normal, me cuido mucho, aún asisto con el psiquiatra, con el cirujano plástico porque me están preparando para otras cirugías, pero nada de eso cambia los hechos, él quiso matarme, fue un intento de homicidio y Germán lo confesó: ‘Le dije que la iba a matar y luego me iba a suicidar, acto seguido la empecé a acuchillar’.
“Ésas fueron sus declaraciones, y si eso no vale ¿entonces qué? Tuvo la intención, ejecutó la acción y no morí porque mi familia y los médicos intervinieron a tiempo, pero su idea fue matarme y él ahora está libre como si eso no hubiera importado”, hace a un lado su plato de sopa y decide no comer más. “No tengo hambre”, le dice a su madre que tampoco puede ocultar su desánimo.
Grettel es la mayor de tres, una hermana y un hermano. Siente que está obligada a darles un buen ejemplo, por eso da la cara, alza la voz y exige legalidad en su proceso, ni más ni menos.
Bastaba escucharla para saber que no estaba esperando el consuelo de unas palabras, que todo a lo que aspiraba era a que se hiciera justicia y por el momento esa posibilidad se había esfumado.
“Los hombres tienen que entender que sus novias, esposas o compañeras no son de su propiedad, las mujeres no somos propiedad de nadie y ningún hecho justifica la violencia en contra nuestra. No es posible que el machismo siga siendo la raíz de muchos asesinatos, y de la terrible violencia que enfrentamos, y que ni siquiera las leyes nos protejan.
“Hoy se sabe que ésa es la razón por la que a diario mueren seis mujeres en México y aunque es una cifra espantosa, las autoridades no están haciendo nada. La sociedad misma tiene que adquirir conciencia porque muchas veces justifican a los hombres y culpan a las mujeres y eso ya tiene que cambiar”.
Es desgarrador escucharla porque cada una de sus palabras tiene sentido, no hay manera de entender desde ningún punto de vista, la injusticia que se ha cometido contra ella.
Cuando las irregularidades saltan a la vista en un caso tan grave y las pruebas ponen en tela de juicio que se esté cometiendo una ilegalidad, lo único que procede es exigir la intervención de todas las instancias posibles, hasta llegar a las y los responsables de semejante atropello.
Además del trabajo de abogados como Edwin Manuel Rejón Pacheco y Oscar Sauri Bazán, también se han ido sumando diversas organizaciones locales y nacionales ofreciendo solidaridad, apoyo y acompañamiento a la joven, pero también han intervenido legisladoras locales y federales.
Tal es el caso de la diputada federal Teresa Incháustegui, quien en su calidad de presidenta de la Comisión Especial de Feminicidios, ha solicitado al Consejo de la Judicatura Federal investigue la actuación de la juez segundo de lo penal de Yucatán, Ileana Domínguez Zapata, por haber puesto en libertad a Germán Alyn Ortega Hernández.
“Asimismo, estamos pidiendo que revise la actuación de la jueza Ileana y sus criterios para cambiar el delito de ‘tentativa de homicidio’ en contra de Grettel Rodríguez Almeida por el de ‘lesiones graves’”, apuntó Incháustegui.
En cuanto a la Legislatura local, la diputada Lizbeth Medina en su función de presidenta de la Comisión Permanente de Equidad de Género, Grupos Vulnerables y Derechos Humanos, hizo llegar a Luna Maya un documento con las consideraciones expuestas por ella en la tribuna, que concluyen con un exhorto “al presidente del Poder Judicial del estado, a la titular del Poder Ejecutivo y las secretarías a su cargo a fin de que valoren el trabajo desarrollado por sus subalternos que han permitido que se violen las garantías de la ciudadana Grettel Rodriguez Almeida y se tome una sanción, si acaso hubiera, por lo hechos acontecidos”.
Sin embargo, vale la pena retomar algunas disertaciones expuestas al principio del documento, y que dejan en claro que detrás de los aspectos jurídicos o las graves “faltas” administrativas, en realidad seguimos enfrentando una cultura patriarcal, que hace de la administración de la justicia un acto de discriminación y desigualdad en detrimento de las mujeres.
Discriminación
La diputada local Lizbeth Medina argumentó: “La violencia contra las mujeres constituye la expresión extrema del patriarcado, sistema en el que hunde sus raíces la desigualdad de género para mantener a la mujer en una situación de subordinación con respecto al varón.
“La discriminación de género nos impide a las mujeres el pleno acceso y disfrute de los Derechos Humanos. Ocasiona una dramática desigualdad en el acceso a la salud, alimentación, educación, trabajo, salario, participación política, propiedad, integridad física y en el derecho a acceder a una justicia pronta y expedita, tema central de este informe.
“Los esfuerzos por erradicar la violencia contra las mujeres han logrado en Yucatán (una) tardía e incompleta legislación, lo que ocasiona la persistencia de prácticas y vicios profundamente arraigados en los órganos de procuración y administración de justicia que obstaculizan el efectivo acceso de las mujeres a una vida sin violencia, a la sanción de ésta y a la reparación del daño.
“Al tiempo que avanza la lucha de las mujeres por la igualdad, se hace cada vez más visible la violencia de género como un crimen persistente y extendido en diversas regiones del mundo, en diversos países y culturas. Es la propia lucha de las mujeres por la igualdad la que ha permitido crear las condiciones para hacer visible un crimen que suele cobijarse en el silencio, esconderse en la creencia de que es un asunto íntimo y perpetuarse en la impunidad.
“La Comisión Interamericana de Derechos Humanos observa con gran preocupación la ineficacia de los sistemas de justicia para juzgar y sancionar a los perpetradores de actos de violencia contra las mujeres.
“Cabe señalar que si bien existen carencias estructurales en el ámbito económico y de recursos humanos para procesar casos con celeridad y eficacia, en casos de violencia contra las mujeres, con frecuencia la falta de investigación de los hechos denunciados, así como la ineficacia de los sistemas de justicia para procesar y sancionar los casos de violencia se ve afectada por la existencia de patrones socioculturales discriminatorios.
“Éstos influyen en la actuación de los funcionarios en todos los niveles de la rama judicial, quienes consideran los casos de violencia como no prioritarios y descalifican a las víctimas, no efectúan pruebas que resultan claves para el esclarecimiento de los responsables, asignan énfasis exclusivo a las pruebas físicas y testimoniales, otorgan poca credibilidad a las aseveraciones de las víctimas y brindan un tratamiento inadecuado a éstas y a sus familiares cuando intentan colaborar en la investigación de los hechos.
“Estas deficiencias se traducen en un número aún ínfimo de juicios orales y sentencias condenatorias que no corresponden al elevado número de denuncias y a la prevalencia del problema”, concluyó la legisladora.
Testimonio de una madre
Guadalupe Almeida Sosa es la inseparable madre de Grettel, y está consciente de lo importante que ha sido su apoyo en la vida de su hija. La acompaña a todas partes, se ha involucrado en cada aspecto del proceso legal y en la medida de sus posibilidades trata de ser prudente buscando el bien de su hija. Es amorosa y paciente con ella, y aunque trata de ocultar su dolor, a veces no se contiene.
Después de hablar largamente con Grettel, le pido a ella que nos comparta su experiencia, le digo que nos es igualmente importante escucharla a ella, al principio titubea pero al fin se decide.
“Vivir algo así es algo que no se le desea a nadie, algo que no se explica y que no sé ni cómo pasó. No me cabe en la mente que alguien sea capaz de hacer lo que le hicieron a mi hija y con tanta saña”.
Me extiende una copia con la declaración firmada de Germán Alyn Ortega Hernández, donde acepta haber intentado matar a su hija y prosigue con su relato. “Ahora resulta que su agresor ya está cambiando la versión de los hechos a pesar de que al principio se había declarado culpable; conforme cambia de abogados cambia su versión, en cambio la nuestra ha sido una versión única desde el principio porque es la verdad de los hechos y hay pruebas sobre ello”.
Guadalupe recuerda el día de los hechos y se estremece. Su voz se entrecorta y no puede evitar el llanto recordando aquella dolorosa experiencia. “Cuando vi a mi hija no sabía de donde le salía tanta sangre, estaba totalmente ensangrentada al grado de que ni siquiera podíamos ubicar todas las heridas. Ella sólo gritaba: ‘¡Me voy a morir! ¡Me voy a morir!’. Y su cara estaba destrozada”.
“Cuando logramos ver la herida en la yugular inmediatamente le pusimos una toalla para frenar el sangrado, mientras mi otra hija sacaba el carro para subir a Grettel y llevarla inmediatamente al hospital más cercano. Afortunadamente había médicos disponibles que la intervinieron apenas llegamos.
“Yo estuve a su lado todo el tiempo porque ella no me soltaba la mano mientras la suturaban sin anestesia. Aún recuerdo sus gritos de dolor mientras el médico le decía ‘es un dolor necesario’”.
Mientras escucho a Guadalupe me retumban esas palabras: “Es un dolor necesario”. Y pienso para mis adentros, que ese dolor tan grande por el que han pasado no era necesario. Claro está el médico se refería a otra cosa, al hecho mismo de salvarle la vida, pues de no haber suturado con la inmediatez que lo hizo (no había tiempo de anestesia) Grettel habría muerto desangrada, en particular por la gravedad de la herida causada en la yugular.
Su madre por fin pudo ver la magnitud de las cortadas en el rostro de su hija y considerando que habían logrado parar el sagrado que la ponía en riesgo de muerte, sin pensarlo le pidió al médico que localizaran a un cirujano plástico para intervenirla y aminorar el daño de las heridas.
“Cuando llegó el cirujano, la intervino inmediatamente para hacer la reconstrucción, porque las heridas habían causado daño en los nervios, y sólo esa operación mantuvo a mi hija más de tres horas en quirófano, cuando llegaron los peritos no pudieron hacer una valoración física porque no se podían remover las gasas por temor a una infección, pero el propio médico había externado que era un milagro que mi hija estuviera viva.
“También pudo quedar con graves secuelas de no haber sido intervenida oportunamente, porque el daño a los nervios pudo afectar el movimiento de los músculos, impidiendo que pudiera comer y tomar agua, entre otras cosas”, relata Guadalupe.
“A la fecha hay partes del rostro de mi hija que están como entumidas y sin sensibilidad, porque los vasos están comprimidos y la sangre no pasa de un lugar a otro. Eso hará necesaria una nueva operación”.
Guadalupe nunca sospechó que Germán pudiera ser capaz de hacerle semejante daño a su hija, no había dado muestras de tratarla mal, pero previo al momento de los hechos había percibido el enojo del agresor respecto a que Grettel estuviera enviando mensajes desde su celular.
“Yo le había dicho que no tenía motivos para desconfiar de ella y seguimos hablando de otras cosas, pensé que era un hecho aislado y que no tendría mayores consecuencias”. Más tarde toda la familia se fue a dormir y la pareja se quedó en la sala platicando, hasta que escucharon los gritos de la joven.
“En el momento de los hechos yo sólo tenía en mente que salvaran la vida de mi hija, no pensaba en otra cosa, ésa era mi prioridad. Mi esposo es el que se había encargado de hablarle a la policía y así fue que detuvieron a Germán el mismo día, poco después de la agresión.
“Ya después de que Grettel estaba fuera de peligro fue que conseguimos abogado y nos encargamos de que hubiera un seguimiento del caso. Pensé que todo sería conforme a la ley que él sería consignado y sentenciado como correspondía por homicidio calificado en grado de tentativa, pero cuando la juez reclasifica a lesiones calificadas es cuando caímos en la cuenta de que algo no andaba bien y nos preocupamos de que se perdiera la legalidad.
“Con todo y eso yo nunca perdí la confianza en las autoridades pensando que rectificarían. Cuando no lo hicieron fue que decidimos recurrir a los medios y otras instancias para hacer pública esta injusticia, sin dejar de hacerlo también por la vía legal para demostrar que no actuaron como debían”.
El proceso ha sido muy difícil y doloroso para Grettel, pero también para su familia; desde aquel 16 de septiembre de 2009 la familia se vio afectada y debieron llevar terapia en conjunto.
En algún momento Guadalupe llegó a pensar que sería mejor dejar las cosas como estaban para no afectar más a su hija, pero la propia Grettel le dijo que estaba dispuesta a luchar exigiendo justicia porque si se quedaba callada eso si la afectaría mucho.
La madre relata la ocasión en que acompañó a su hija a ver a la juez Ileana Domínguez Zapata para preguntarle bajo qué criterios había reclasificado el delito de tentativa de homicidio a lesiones calificadas.
Aún le causa indignación lo que escuchó. “Nos dijo que había sido el juez de distrito el que le había ordenado reclasificar el delito y que además él (Germán) ya había estado en la cárcel, que pobrecito, y que ella sólo tenía unas rayitas en el rostro. Cuando escuché eso no sabe usted lo que yo tuve que contenerme por respeto a la investidura que ella representa, pero me tuve que tragar la impotencia de no poder decirle lo que pensaba.
“Inmediatamente fuimos a ver al juez de distrito para preguntarle por qué había dado esa orden. Nos respondió sorprendido que no lo había hecho, que tan sólo le había pedido a la juez que sustentara el intento de homicidio en grado de tentativa y que en su lugar había reclasificado.
“Al ver la situación emite un documento donde estipula la negativa a otorgarle la caución a Germán, y a la juez no le queda más remedio que hacer lo mismo, argumentando que se adhiere a lo que el juez dicta, de lo contrario él habría salido libre desde enero de 2010”.
Los abogados ya están procediendo para hacer lo que jurídicamente se tiene que hacer, señala Guadalupe, “incluyendo una queja a la judicatura en contra del proceder de la juez, y los diversos amparos que corresponda interponer en cada caso, y aunque tengo motivos para no creer que se hará justicia, sigo confiando en la ley”, concluye.
Recientemente he leído las declaraciones que algunas autoridades han expuesto públicamente respecto al caso de Grettel, y no deja de preocuparme, y mucho, que pretendan tapar el sol con un dedo.
Justificar lo injustificable a través de argumentos legaloides sólo evidencia complicidades. Pero lo que realmente me preocupa e indigna por sobre todas las cosas, es la forma emblemática en que este caso exhibe que el machismo, la misoginia y la discriminación en contra de las mujeres no es exclusivo de los hombres, y eso tratándose de las y los impartidores de justicia es imperdonable.
Por Socorro Chablé/CIMAC
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