AMLO, chivo en cristalería

SOLEDAD JARQUÍN EDGAR

Sigue la mata dando, dice una popular frase, de esas que me encantan. A poco más de año y medio del inicio de la gestión de la “esperanza”, las mujeres estamos obligadas a hacer el recuento de los daños. No quiero adelantar el juicio, pero todo indica que veremos como resultado otra maravillosa y popular frase, porque a ojo de buena cubera lo que hay es el resultado funesto de un chivo en cristalería.

Las acciones del gobierno federal, calificadas solo desde las expectativas como la cuarta transformación de México, nos dan en un ejercicio de memoria alguna idea concreta de lo que ha pasado con “las políticas públicas con perspectiva de género” puestas en operación a lo largo de 20 años, es decir, desde que nació el INMUJERES, y muy importante, todas surgidas de las demandas feministas plateadas a lo largo de la historia de al menos buena parte del siglo XX.

Sin embargo, desde que llegó al poder ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador, todas esas políticas públicas fueron sometidas –con alguna razón- al sospechosismo inminente de la corrupción, los malos manejos, en enriquecimiento, el desvío, el oscurantismo, la falsedad…Y en contraparte, desde el Legislativo, el impulso del feminismo y la llegada de algunas diputadas con esa mirada, hicieron posible el reforzamiento de políticas para afianzar la paridad en todos los niveles de gobierno y se reconocen nuevas formas de violencias contra las mujeres, como la digital y la política en razón de género.

Así, la 4T tiene disparejas las patas sobre las que camina. Eso está claro. Un doble discurso. Un doble fondo que lleva al vacío. El desánimo y para muchas mujeres la pérdida de oportunidades.

Quizá la historia más conocida fue el anunciado cierre de las guarderías o estancias infantiles, uno de los primeros golpes para las mujeres que trabajan. Estamos hablando de casi 10 mil espacios de esta naturaleza en todo el país y donde eran atendidos más de 300 mil niños y niñas menores de cuatro años, en tanto sus madres trabajaban.

Un segundo anuncio fue en el sentido de que se dejaría de financiar desde el Estado a las organizaciones no gubernamentales que manejan los llamados refugios para mujeres, sus hijas e hijos, que han sufrido violencia. Hasta hace poco 69 refugios que conforman la Red Nacional de Refugios no han recibido presupuesto alguno, pese al relevante papel que tienen derivado del confinamiento sanitario, esto dicho por Wendy Figueroa, quien encabeza la RNR.

El otro golpe fue la no asignación de recursos o recortes para los Centros de la Mujer Indígena o Afromexicana (Camis), donde las mujeres reciben asistencia y apoyo desde la perspectiva de género y de acuerdo con la cultura de las comunidades donde se ubican. Se trata de 36 espacios amenazados con dejar de prestar servicios por falta de recursos.

A ello le siguió el anunció de la tijera al presupuesto destinado a la operación de las Alertas de Violencia de Género en Estado de México, Veracruz, Nuevo León, Ciudad de México, Puebla y Jalisco, consideradas como las entidades donde hay más feminicidios en el país, además de Nayarit y Zacatecas. Anunció que recortaría 37,5 millones de pesos al presupuesto. Cosa que el gobierno federal sostiene que no ha hecho.

Y la última noticia fue el recorte del 75 por ciento (151.9 millones de pesos) al presupuesto del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) que se anunció la semana pasada y que provocó una andanada de protestas que no inmutaron a quienes tomaron la determinación. Un recorte que el Ejecutivo pretendió avalar con la sola aprobación de la Junta de Gobierno de ese instituto, pero que a decir que quienes saben, es sin duda una acción que contraviene a la propia ley mexicana y también a la normalidad internacional. Dicho de otra manera es ilegal.

Esas son las evidencias que revelan que la política de género del gobierno federal, en específico a demandas que durante años han puesto sobre la mesa las feministas mexicanas y que fueron ganando espacio en una política gubernamental, a veces con buenos resultados. Desafortunadamente los planes de gobierno o las intenciones cambian de piel y de destino cada seis años. En solo poco menos de dos años, lo vemos ahora, han sido cortados de tajo, a pesar de que cada día la violencia contra las mujeres en todos los ámbitos ha aumentado.

La realidad paralela del presidente López Obrador es algo que debe preocuparnos a las mujeres, a todas, porque se sigue negando una realidad que existe y que deja lesiones graves y muchas veces irreparables. Hace unos días en la mañanera, dijo con un tono que huele a paternal que en “México no se está abandonando a las mujeres, estamos protegiendo a las mujeres, se está castigando a los que asesinan mujeres, el feminicidio, no hay disminución de presupuesto, nunca se había protegido tanto a las mujeres en México, como ahora, en México no se violan derechos humanos, antes el estado mexicano era el principal violador de los derechos humanos…en México no hay masacres…y nunca las mujeres vulnerables habían tenido tanto apoyo como ahora” y de ahí se fue a otra cosa, le dio la vuelta, como decimos las y los periodistas.

Pero al Presidente hay que decirle que del dicho al hecho, hay mucho trecho. En México, mientras se reduce o pretende reducir el presupuesto de las instancias públicas o que se designan legalmente a organizaciones civiles, por todo donde pueden, la violencia crece. Ya lo han dicho, hoy mismo, son asesinadas casi 11 mujeres al día, un poco más que cuando asumió el cargo. También hay que decirle que sí, que en México hay masacres todos los días y que ejemplos sobran.

En el mundo paralelo, lleno de valores morales en el que vive el Presidente, dice que nunca como ahora las mujeres tienen apoyos, pero en el México real, ya se demostró antes, cada día tienen menos posibilidades de enfrentar la violencia. Sin duda, Andrés Manuel López Obrador sufre el efecto “burbuja” ese aislamiento de la realidad que le producen sus subalternos, quienes se convierten en sus ojos y sus oídos y le transmiten al huésped de Palacio en turno, lo que convenientemente el Presidente quiere escuchar.

A eso habrá que agregarle una pizca de rechazo a todo aquello que suene al avance de las mujeres más allá de las cuatro paredes de su casa y un poco de misoginia y es tan convincentes, que las feministas que lo rodean callan y asumen sus mandatos, mientras que a otras mejor las renuncia o ellas, con algo de dignidad, renuncian.