Adiós a AMLO
SOLEDAD JARQUÍN EDGAR
En cinco días y unas horas habrá terminado el mandato de un presidente que prometió esperanza…la pregunta que tenemos que responder es ¿qué nos deja?
En su discurso de toma de protesta al ser ungido presidente de México aquel 1 de diciembre de 2018, tan pronto acabó con los saludos protocolarios y reconocer que podría “parecer pretencioso y exagerado”, dijo que llevaría a cabo “una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical, porque se acabará con la corrupción y con la impunidad que impiden el renacimiento de México”.
Sin embargo, los datos son otros. Tresearch, agencias de investigación especializada en estudios de opinión, establece un promedio diario de 95 homicidios, 24 más de los que en ese mismo lapso ocurrieron con Enrique Peña Nieto; 55 más de los ocurridos por día con Felipe Calderón Hinojosa; 67 más Vicente Fox Quesada; 58 más que Ernesto Zadeillo Ponce de León y 60 más al día que Carlos Salinas de Gortari.
En suma, durante el sexenio de la transformación pacífica y ordenada se cometieron, de acuerdo con esta casa investigadora, 198 mil 640 asesinatos violentos en 70 meses de gobierno, aunque si se redujo al pasar de 100 homicidos por día en 2018 a 85 en 2024. Sin embargo, superó los datos de sus antecesores en esta dolosorsa tragedia que viven miles de familias mexicanas, donde lo otro que también planteó no terminó sino por el contrario se profundizó, la impunidad y es perceptible la presencia del crimen organizado, incluso en diversos niveles de los gobiernos federal, estatales y municipales, así como las imparables cifraas de homicidios, feminicidios y desapariciones.
El discurso de más de seis mil palabras se convirtió en un cúmulo de dichos y propuestas que requerían de mucho más de lo que imaginó desde su retórica y método propagandístico, que mencionó ese mismo día y que fueron las estrategias que mejor ejecutó y que junto con los pagos a personas mayores, becas para estudiantes y a otros sectores de la sociedad mediante programas diversos, hicieron multiplicar seguidores incapaces -por honestidad- comprometidos con los beneficios recibidos.
A lo largo del sexenio, empero, se repitieron sistemáticamente las palabras “violencia y justicia” por parte de un pueblo bueno enfrentado a la falta de verdad y por tanto no convencido de los dichos, hechos y “resultados” del presidente, que en sus últimas horas sigue forjando “la transformación” con reformas constitucionales cuyos efectos, buenos o malos, tendrá que sortear la próxima presidenta mexicana y por supuesto la nación entera.
Honrar la palabra es lo más difícil. Pero aquel 1 de diciembre López Obrador ofreció en los párrafos 28 y 29 “absoluta libertad los asuntos pendientes”, además de anunciar una comisión de la verdad para castigar los abusos de autoridad, para atender el caso de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa. “Castigo a quienes resulten responsables…” Se cumplen 10 años de la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, y el presidente retocedió sobre sus pasos en esa desmedida protección a las fuerzas armadas.
Aunque hasta poco antes de llegar a la presidencia, se opuso a la injerencia de las fuerzas armadas en tareas policiales y habló de devolver a los elementos del ejército a sus cuarteles, no cumplió; por el contrario, las fortaleció en todo sentido, hasta entregar a la Guardia Nacional, entonces conformado por ocho mil elementos del Estado Mayor y tres mil 300 agentes de Gobernación dedicados al espionaje, hoy esa corporción con mando militar y no civil, está conformada por 120 mil integrantes, según dijo el propio presidente en junio pasado.
¿Qué cambió la percepción del presidente con respecto a las fuerzas armadas? No lo supimos realmente. Pero le doblaron el brazo. En su discurso fue a las fuerzas armadas a lo que más le dedicó tiempo y esfuerzo, desde el párrafo 83 hasta el 91 dijo en tres renglones que no todos los militares han ostentado comportamientos intachables y tampoco debe omitirse el hecho de que el Ejército ha participado en actos de represión por órdenes de autoridades civiles (los liberó de arbitrariedades, ejecuciones extrajudiciales, violaciones a derechos humanos y un largo etc.), el resto de los párrafos fueron loas sobre las bondades de las fuerzas armadas. Y mientras lo hacía, no tengo duda, muchas heridas sangraban al escucharlo a lo largo y ancho del país.
Es importante mirar a Andrés Manuel más allá de los programas que resolvieron, en algo o en mucho el día a día de millones de personas, porque en un país violento, con escalas de corrupción a todos los niveles, y la sistemática impundiad, la violación a los derechos humanos y las libertades persistió, aunque la estrategia mediática y la retórica quiera tapar el sol con un dedo, porque está visto se necesita acabar con todo eso para ver renacer este país, la Cuarta Transformación planteada, hay que decirlo, nos quedó a deber.