Abuso de Poder

La violencia ejercida por el hijo de «el jefe» Diego, David Fernández de Cevallos contra Jimena Marín Fouche, su ex esposa, es una muestra del abuso de poder del que echan mano algunos hombres para seguir violentando a su pareja, usando a sus hijas e hijos.
Un dato que agrava esta violencia es el uso de una institución al servicio de un particular ¿quién autorizó que el hijo del político usara AFIS para violentar a Jimena y su familia, e irrumpir en su domicilio para secuestrar a sus hijos?.
David Fernández, actuó desde su lógica masculina prepotente y violenta, sabiéndose el hijo de un personaje de la política mexicana, se le hizo fácil pedir el favor para usar agentes policiales, capacitados y pagados con los impuestos de la ciudadanía, para mostrar quién es el que manda en su familia, aún cuando ya no vivan con él.
Guardando todas proporciones, es lo mismo que hacen otros hombres, mucho menos influyentes en los altos círculos pero que llaman a sus cuates, sus compadres o hermanos para hacer lo mismo, violentar a la ex esposa y secuestrar a los hijos.
Otros acuden a las escuelas recogen a sus hijos al salir de ellas y nunca más vuelven a ver a sus madres, otros más, aprovechando el día convenido para estar con sus hijos después del divorcio, desaparecen.
Por eso muchas mujeres no se separan de su agresor, porque la amenaza de «te voy a quitar a los niños» si te vas, si nos divorciamos, causa efecto, porque ellas saben que sí son capaces de eso y más, como lo demostró David Fernández de Cevallos.
Quien además confirma que la violencia machista se da en todas las clases sociales son sus matices, no todos pueden recurrir al ejército para secuestrar a sus hijos y darle un escarmiento a su mujer.
David Fernández de Cevallos, al irrumpir en la casa paterna de Jimena, no sólo mostró el machismo y sus colusiones, sino la lógica masculina, de la pertenencia que algunos hombres llevan al extremo, al momento de casarse la mujer y la descendencia les pertenece, por lo tanto deciden sobre sus pertenencias. No toleran que no sea de otra manera.
La historia de Jimena tiene un matiz distinto al de muchas mujeres que, cansadas de la violencia de cualquier tipo, y en cualquier forma, que se ejerce contra ellas deciden dejar a su agresor, ella cuenta con el respaldo de su familia y de sus vecinos que están dispuestos a no tolerar el abuso de poder.
Jimena iniciará el camino de las demandas, no solo contra su ex esposo, sino contra el hijo de un personaje político que ha mostrado de lo que es capaz, porque sabe del poder que tiene ser hijo de Fernández de Cevallos y ha hecho uso de él para beneficio personal.
Aquí la frase «lo personal es político y lo político es personal», nos hace preguntar de dónde aprendió el joven David esta prepotencia que hoy nos muestra en público, que hombres vio mostrar su violencia que él se convenció que es un ejercicio «natural» del ser masculino, un ser que es cuidado por otros poderes masculinos.
Mal, si esta agresión queda impune, agresión identificada en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida libre de violencia, en la Convención signada por el Estado Mexicano contra la violencia doméstica, así como la constitución y los códigos penales.
Mal, si esta agresión queda impune, porque con ello también se estará justificando la violencia contra los niños Fernández Marín, quienes están protegidos por la Convención de los derechos del Niño y la propia constitución.
Mal, si el abuso de poder ejercido por un particular es encubierto por las instituciones. El primer paso para reparar el daño a Jimena Marín Fouche, es devolverle a sus hijos.
Mal, si las instituciones que participaron en la violencia contra Jimena Marín Fouche no sancionan a quienes lo autorizaron.
Cuando la violencia recorre el país, en algún lugar hay que ponerle el alto, y ésta es una buena oportunidad.

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