Nuestros diputados
JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX
En 1789 cuando el pueblo francés derrumbó a la tiranía monárquica que gobernó durante muchos años a ese ejemplar país, se generó una concepción popular del poder, con intelectuales que construyeron una ideología que influyó al mundo, pero que también mandó a la guillotina a sus reyes.
La imagen más clara de este episodio fue el traslado de María Antonieta en una carreta que se usaba para acarrear puercos para llevarla a La Bastilla –prácticamente en pijama- para ser decapitada. En el lugar, un grupo de señoras, testigos de los acontecimientos, por cada cabeza caída completaban un ojillo de su tejido. Así, la frase “si el pueblo pide pan, denle pasteles”, murió junto con su autora.
Se crearon -a raíz de esos acontecimientos- la Comuna de París y la Asamblea Popular que reemplazó al poder del rey, que era el poder de Dios, porque este mismo personaje tomaba posesión en la Catedral de Reims, el recinto de Dios, ante los representantes de la Iglesia Católica en el mundo. La Asamblea Popular fue el poder mayor, pues es la representación de las regiones de un país.
México asumió un modelo semejante, que distribuyó a la nación por distritos, y al propio Estado en distritos también. Los gremios: los empresarios, los obreros, los profesionales, los artistas, pueden competir para integrar lo que nosotros llamamos el Poder Legislativo, el PODER MAYOR, que se constituye por un número determinado por el tamaño de la población a que representa. Su Asamblea siempre establece por votación, el presupuesto que habrá de ejercerse en el territorio de su jurisdicción, cómo se gastarán los recursos, realiza los nombramientos más importantes a sugerencia del Poder Ejecutivo.
El Poder Legislativo es la inteligencia grupal de una nación. El Poder Ejecutivo se concentra en un solo individuo, que resulta de una contienda cada seis años, que se somete al escrutinio de los ciudadanos convertidos en electores y que termina por ser nombrado Presidente de la República, Gobernador o Presidente Municipal. Finalmente se trata de un solo hombre, que delega la procuración de justicia en un Procurador, que delega la obra pública en otro individuo… así las cosas. El Poder Ejecutivo recae en un solo individuo que, si bien toma decisiones cotidianas, lo hace basado en otras que realizó previamente la Asamblea Popular o Cámara de Diputados al preveer para él un cierto presupuesto y unas leyes que le acotan. El Ejecutivo ejecuta, el Legislativo confirma las leyes interpretando a la sociedad para que la gobernabilidad sea posible.
Es claro que el poder popular es el poder mayor y se ejerce a través de la Cámara de Diputados, siguiendo desde luego, la premisa del equilibrio de poderes. Ojala nuestros diputados entiendan esta concepción. Todos pueden ir juntos a la victoria del pueblo de Zacatecas. Solos, o por partido, podrán alcanzar simplemente la derrota. Zacatecas necesita legisladores que entiendan el sentido patrio de salvar un Estado con violencia, expulsor de mano de obra a los Estados Unidos, con una minería extractiva abundante pero sin beneficios para el Estado, una cervecera que nos deja en la absoluta resequedad y que hoy, al cambiar de patrones, abandona a nuestros trabajadores. Nos dejará como las minas de la Colonia, cuando extraían el oro y la plata y dejaban únicamente los agujeros y a un pueblo que moría por cientos debido a la silicosis.
Esta legislatura tiene la responsabilidad histórica de salvarnos de la pobreza en que nos tienen sumidos muchos gobiernos ya. Transitar al bienestar no será difícil con un Congreso inteligente y de buena fe, que bien podría semejarse a aquel Congreso Constituyente que le dio nueva vida a nuestra Patria hace no tantos años.