La comisión de derechos humanos y la niña huichola

jaime enriquez felixJAIME ENRÍQUEZ FÉLIX *

Zacatecas tiene el honor de que en sus tierras haya nacido el primer Ombudsman de la historia de la humanidad, según biógrafos de la época.  Un indígena que por naturales inclinaciones, entendió que la defensa de los indios era fundamental en el contexto de una conquista nada generosa, que prácticamente destruyó a su raza en Zacatecas.

Así, existe una tradición mundial de los zacatecanos, en el símbolo de Tlacaelel que presumimos en el mundo sin conocer la veracidad de su existencia.  Frente al parque Sierra de Álica está su imagen: hermosa. El indio semidesnudo defendiendo a los de su clase. No importan la veracidad ni la contundencia de los hechos biográficos de tamaño personaje: los zacatecanos creemos en él.

Esta semana habrá de nombrarse en el Congreso del Estado, al titular de la Comisión de los Derechos Humanos en Zacatecas. Sus predecesores hasta la fecha han sido sumisos al gobierno, empleados del mismo y cuidadosos de no alterar el orden público a través de sus recomendaciones.  El actual: Bonachón, ingenuo y supeditado al gobierno, no pudo aclarar el hecho de la niña Huichola que murió en la estancia del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, el DIF, donde la titular es hermana del gobernador.  Se le doblaron las piernas, declaró en la prensa pero no hizo nada. No está a la altura de lo que los zacatecanos requerimos.  La bondad y la obediencia no son el perfil para este cargo.  Necesitamos a un profesional que sea capaz de enfrentarse al gobierno, recomendarle, dar seguimiento a las recomendaciones que haga, e imponer la autoridad moral cuando el gobierno sea incapaz de cumplir con su pueblo.

En Zacatecas hay casi más muertos que vivos.  El argumento es que se trata de confrontaciones entre bandas, y la pregunta es: ¿si un policía federal observa el robo de la bolsa de una mujer, no debe intervenir?, ¿o no deben hacerlo un policía estatal o uno municipal? ¿Es que la autoridad está segmentada?

Se requiere pues, que el Ombudsman tenga estatura moral, política y capacidad para enfrentarse al Estado para sancionarlo si se hace necesario. No hace falta para nada un pelele que el gobierno imponga para silenciar la inmoralidad  que el ejecutivo hace costumbre en sus frívolos actos.

En las pinturas de época, Napoleón, montado sobre un caballo en las batallas exponía su vida de manera heroica. Exponía su vida para defender a su país o para conquistar tierras que, si bien atacaba de manera indebida, servían para dar gloria a su patria. Hoy, el fino caballo blanco en el que montaba monsieur gobernador, con rulos como estética, como queriendo resaltar el disfraz del gobernante en un hecho que, más que acompañar la conmemoración de la Toma de Zacatecas, pareciera la imagen de la derrota del Imperio, previo a la Revolución Francesa.

Elegir al Ombudsman es buscar un juez Garzón, un hombre con autoridad, que se imponga al gobierno que, entre los muertos, la corrupción y la frivolidad, ha devastado a Zacatecas de una forma como no recordamos desde 1914 cuando nuestra ciudad fue prácticamente destruida durante la batalla más importante y definitoria de la Revolución Mexicana.

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