¿Democratizar la productividad?

Pedro de León MojarroPEDRO DE LEÓN MOJARRO*

El Gobierno de la República, que preside  el Lic. Enrique Peña Nieto, presentó a principios de esta semana, el Comité Nacional de Productividad, en el que participan el Gobierno Federal, representantes de los patrones, los trabajadores y la academia.

El objetivo es que la economía crezca de forma sustentable y que el esfuerzo de todos se traduzca en mayores ingresos para cada trabajador y para sus familias con base en cuatro grandes ejes:

1.- Movimiento de los recursos económicos hacia donde sean más productivos (migrar de la informalidad a la formalidad).

2.- Fortalecimiento del ambiente de negocios en el que operan las empresas y los trabajadores (particularmente en Pymes y MiPymes).

3.- Elevar la productividad al interior de las empresas (invertir en capital humano, fortalecer la seguridad social así como la ciencia y la tecnología).

4.- Cerrar las brechas que existen en México en materia de productividad (intensificar la competitividad).

¿Pero, que se entiende por democratizar la productividad?

“Se trata de que seamos más productivos, pero no trabajando más sino mejor”, dijo el presidente Enrique Peña Nieto en la presentación del Comité.

Yo agregaría que se requiere además migrar a una economía productivamente más generalizada, que acabe con la concentración de las ganancias y distribuya mejor y más equitativamente el excedente nacional.

La clave es que los trabajadores ganen más por su trabajo y logren un mejor ingreso para sus familias. En el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 se habla de la democratización de la productividad, a través de la cual se busca que no sólo unos cuantos, sino todas las empresas y sus trabajadores, en todos los sectores y en todas las regiones del país, puedan ser más productivas.

Con las reformas actuales, ya hay camino andado, así se explica la Reforma Educativa como la base de la andamiaje institucional que busca generar mexicanos más productivos y mejor preparados para competir en la economía global.

La Reforma Laboral, que esperamos sirva para modernizar las relaciones laborales, abatir el empleo informal, modernizar los sindicatos sin trastocar los derechos de los trabajadores y abatir el desempleo de los jóvenes con mayor formación y capacidad.

Y recientemente se presentó la Reforma Financiera, que tiene como misión principal poner la banca al servicio de la producción y generalizar el crédito a la actividad, sobre todo en la producción primaria, así como para las pequeñas y medianas industrias, tanto del campo como de la ciudad.

También está la Ley de Competencia y Telecomunicaciones, que promoverá la oferta de insumos de mejor calidad a precios más bajos.

Todo esto es necesario, sobre todo si leemos el reporte que en esta semana dio a conocer la OCDE, organismo que agrupa a las 34 principales economías mundiales, y que revela que los mexicanos trabajan un promedio de 2 mil 250 horas por año, casi 500 horas más que el resto de ciudadanos de países de la Organización, quienes laboran mil 776 horas por año en promedio.

Sin embargo, mientras que en México el salario promedio es de poco menos de 10 mil dólares por año, el promedio de lo que gana un trabajador de un país de la OCDE alcanzó casi los 35 mil dólares, tres veces menor.

La propuesta es muy interesante, no obstante, falta aún la madre de todas las reformas, la Hacendaria, la cual deberá generar los recursos y las condiciones para el crecimiento económico, una mejor y más justa distribución del ingreso y, evidentemente, una captación  fiscal más equitativa. Con estos ingredientes si podremos emigrar a una economía, generadora de los bienes de capital que se han perdido en el campo y en la industria, así como asegurar el apoyo para el crecimiento de las medianas y pequeñas empresas.

Está claro que el principal activo de nuestro país es su gente. Más aún cuando se sabe que en México se trabaja mucho y que hay un gran potencial creativo. En otras entregas he afirmado que aún entre los más pobres hay un enorme potencial para el crecimiento.

Si queremos trascender, si queremos dejar atrás las generaciones perdidas, precisamos que cada familia mexicana, y particularmente que cada trabajador y empresario, profesionista o no, eleve sus ventajas competitivas, maximice sus rendimientos y obtenga un ingreso justo que le permita vivir de manera digna y decorosa. Todo esto lo tenemos al alcance, lo único que hace falta  es primero democratizar los acuerdos y luego democratizar la productividad.

Y si ustedes no tienen inconveniente lectora, lector queridos, muchas gracias por su amable paciencia y nos leemos el próximo jueves.

P.D. Recuerdo a Arnoldo Martínez Verdugo con una cita de Enrique Semo: “Arnoldo fue un hombre de honestidad a prueba de balas; de gran entereza y valentía, un ser humano tierno con sus amigos. Para él y su familia todo mi afecto”. Descanse en paz.

Correo: [email protected]

Facebook: Pedro de León Mojarro

Twitter: @Pdeleonm

* Coordinador de Delegaciones de la SEDESOL.

 

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