Y cuándo aparecieron los niños?
Mayra Nidia Aguirre. Periodista
Es tardía la concepción de infante como la conocemos en la actualidad y no es de extrañarse, pues el hombre se reconoce a sí mismo y comienza a historizarse a partir de finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando inicia el estudio de las ciencias de la humanidad, éstas giran alrededor del ser humano. Desde los primeros siglos (e.c.) se consideró al niño como resultado del desliz de los padres, la teología refería “el hombre nace del pecado”. Decía además que estos seres carecían de alma. De ahí que desde antes del siglo XIII se tengan registrados actos como infanticidios, abortos, abandonos, y desde luego, el relegar sus cuidados a las llamadas nodrizas. Los padres disponían de los hijos para cambio o uso de sus propios intereses, entre los que predominaba la venta para trabajos domésticos o la búsqueda de matrimonios que favorecerían la situación económica de la familia.
Producto del desliz de los padres.
Se consideraba a los niños entes malvados por lo que eran sujetos a castigos corporales. Según la teoría de Burke (citado en Newman y Newman 1991) “la naturaleza humana era mala y anárquica”, de ahí que se generaran formas educativas para corregir, que le exigían al niño comportamientos que no comprendía y sólo porque era indicación del adulto los tenía que llevar a cabo. Para Carmen Rosa Coloma, profesora del Departamento Académico de Educación de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en este periodo, el trato entre el adulto y el niño se caracterizaba por la distancia y desconfianza, mientras que las instituciones educativas básicamente eran centros de instrucción. Para fines del siglo XVII, Locke sostenía que el conocimiento era adquirido por lo que consideraba al niño como una “tabla rasa” donde nada está escrito, el infante no es bueno ni malvado ni posee conocimiento, éste se adquiría como producto de la experiencia, por lo tanto era resultado de las fuerzas ambientales y culturales, respondía a su máximo desarrollo cuando tenía estímulos convenientes y las mejores condiciones de vida. Es entre el siglo XVI y XVI cuando se registra un debate entre aristócratas, teólogos y filósofos sobre la realidad social y económica de la gente, por lo que el concepto de niñez se asemejaba al del adulto, los niños eran adultos en miniatura, solo los diferenciaba el tamaño físico, vestían igual y eran obligados a comportarse como adultos en sociedad. En Inglaterra y Francia, los niños dormían junto a los adultos, usaban la misma ropa, trabajaban en las mismas faenas y hasta se divertían con los mismos juegos.
El niño es bueno, la familia y el entorno son los responsables.
Entre los siglos XVII y XVIII, los historiadores y pedagogos observan cambios conceptuales y advierten teorías que coinciden en que el niño es ingenuidad y bondad, fuente de ternura, y que requiere de protección, apoyo y formación, acciones que estarían bajo la responsabilidad de la familia. Fue Rosseau quien introdujo el concepto de “el niño nace bueno, es la sociedad quien lo corrompe”, por lo que debido a esa bondad innata, era la educación la que tenía que entender a éste y debía satisfacer sus necesidades, por lo que recomendaba que de los dos a los 12 años jugaran en libertad, que sus impulsos tendrían que ser aceptados tal y como son, que el aprendizaje formal debía darse hasta la adolescencia. Estos preceptos representaron un “sacudón” a las escuelas de la época.
Desaparece el concepto del “adulto en pequeño”.
Rosseau marca un parteaguas histórico con su Emilio, y se incorpora este concepto a la modernidad. En su obra trata de diferenciar al niño del adulto, pero sobre todo donde destaca la necesidad de amarlo, comprenderlo y protegerlo. La humanidad deja de entender al niño como “adulto en pequeño” para colocarlo en su lugar de infante, surgiendo con ello otros discursos que comienzan a estudiar los derecho e los infantes. Un autor más actual que nos invita a la reflexión es Narodowski (1994) que habla de una tipología polar de niñez que cuestiona este concepto de infancia construido en la modernidad, y que avalan teorías Darwinianas, de Piaget, y Freud; que aunque difieren en su contenido, coinciden en que el hombre tiene un desarrollo humano que va desplegando su pensamiento lógico, sus características emocionales y sociales.
Narodowski dice que existen tanto el niño “hiperrealizado” autónomo en la elaboración de sus propios conocimientos, atribuible a los niños de estratos socioeconómicos altos; empero, existe también el niño “subrrealizado” que está excluido del acceso a la tecnología, que vive en la calle; el autor además sostiene una categorización más, la del niño “desrrealizado” quien construye su destino en contextos adversos de exclusión y pobreza. La infancia, el concepto “niño”, ha sido una construcción social histórica, un concepto dinámico a últimas fechas, que quizá llega tardío. Sin embargo, luego del estudio de dicho concepto y advirtiendo la propia historicidad del hombre, es menester advertir que la educación y atención al menor no es sólo responsabilidad de los padres y la escuela, a éste también coadyuva la responsabilidad colectiva y social. Por parte de los padres, será menester amarlos y educarlos, pero también siempre reconociendo la responsabilidad social de cada época.