Abrazan madres de desaparecidas a la Caravana de la Paz

Ciudad Juárez.- Sin palabras, sólo con un abrazo y un beso en la frente y otro en la mano, Javier Sicilia saludó a Luz María Dávila, una mujer que carga con el mismo dolor que el poeta luego de que el 30 de enero de 2010 sus dos hijos fueron asesinados en la colonia Villas de Salvárcar, en esta localidad fronteriza.
Mujeres y hombres que se dieron cita en la Glorieta del kilómetro 20, para dar la bienvenida a la Caravana del Consuelo, presenciaron el emotivo encuentro.
Tuvieron que pasar cinco días, durante los cuales los caravaneros escucharon las historias de dolor de los pobladores de Morelos, Michoacán, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Nuevo León y Coahuila.
Después de cuatro horas de espera, a las 20:00 horas, el contingente encabezado por Sicilia fue recibido por las madres de las jóvenes desaparecidas y asesinadas, por los familiares de las víctimas de Villas de Salvárcar y por decenas de activistas y ciudadanos que expresaron su apoyo, su miedo y su coraje ante la ola de violencia que azota al país.
“Bienvenido al infierno”
Se llegó así al último destino de un movimiento ciudadano que se gestó el pasado 28 de marzo con la tragedia por el asesinato del hijo del escritor y otros seis jóvenes.
La Caravana del Consuelo se adentró a la zona del país donde más se respiran la impunidad y el crimen: Ciudad Juárez, una localidad desértica donde cada habitante cuenta una anécdota relacionada con abusos de autoridad, negocios extorsionados, ráfagas de fuego, desapariciones, asesinatos o violaciones.
“¡Bienvenido al infierno!”, le gritó alguien a Sicilia. Minutos más tarde otros tantos soltaron repetidamente “¡asesinos!” en contra de los policías federales que abrían paso a la caravana.
En medio de la gran avenida desde donde se observa el monumento a Benito Juárez, también hubo felicitaciones, banderas blancas, muestras de algarabía y solidaridad, pero no sólo eso, también estuvieron presentes los rostros de las mujeres desaparecidas, los nombres de las personas masacradas y las lágrimas de las madres que no pierden la esperanza de justicia.
Ellas han puesto su fe en el Pacto Ciudadano por la Justicia con Paz y Dignidad. Saben que no es la solución, pero confían en que será la primera respuesta a sus exigencias.
Así por ejemplo, María del Carmen Cardona quiere apoyar a Sicilia y encontrar respaldo en él: “Tengo a mi hija desaparecida desde hace dos meses y hasta ahorita no nos han dicho nada, ni los ministeriales, ni la licenciada. Nada”.
Su hija María de la Luz Hernández, de 18 años, desapareció el pasado 25 de abril y de ella no hay noticias. En la misma situación está Bertha Alicia García, madre de Brenda Berenice Castillo, una joven de 17 años que desapareció el 6 de enero de 2009.
Ante la pregunta de cómo va la investigación para encontrar a su hija, María del Carmen Cardona responde con resignación: “Aquí las autoridades no trabajan. Esperan que uno de madre les dé la información”. Así es la justicia en esta ciudad árida, rodeada de grandes parques industriales donde la maquila mantiene activa a una comunidad que vive en el temor cotidiano.
La gente que recibió a la caravana era multicolor por la variedad de sus demandas, pero unida en la demanda de justicia.
Había ex braceros, estudiantes de preparatoria y universidad, estaba Trinidad Ramírez, del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, el esposo de Ana Isela Martínez Amaya, la maestra del año detenida el pasado 26 de mayo acusada de presunto tráfico de drogas. Ciudadanas y ciudadanos, todas y todos, con la misma exigencia: paz.
La oscura noche sentó sus reales en la urbe adolorida. Para hoy se espera la firma del Pacto Ciudadano y con ello el combate a la corrupción y la impunidad. Hoy más que nunca, la gente que habita el estado más grande de la República Mexicana quiere restaurar su tejido social.
Por Anayeli García Martínez/CIMAC
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