El PRI enfrenta escenario de alto riesgo
JUAN GÓMEZ *
Zacatecas vuelve nuevamente a generar un escenario que es inédito en su historia electoral, pero que traerá cambios de fondo en la conducción de la política doméstica, en los procesos electorales y en las formas de gobierno.
En momentos en los que se vive un proceso electoral para renovar los 58 ayuntamientos y el Poder Legislativo zacatecanos, el escenario se ha mudado a una zona de peligro, de riesgo no solo para la preeminencia del retorno del Partido Revolucionario Institucional al poder, sino para la gobernabilidad del estado.
Vamos por partes:
Por primera vez en los últimos tres procesos electorales estatales El PRI no irá en alianza con el Partido Verde Ecologista de México, pero en el resto de las entidades donde habrá elecciones este año la cúpula nacional consolidará dicha alianza, lo que constituye una contradicción del tamaño de las decisiones que se están tomando en el estado.
Pero además la dirigencia priista zacatecana está dispuesta a conformar una alianza electoral con el Partido Nueva Alianza (PANAL), cuya líder máxima se encuentra tras las rejas en el penal de Santa Martha Acatatitla, por presunto lavado de dinero. Ups.
El otro factor que presiona a la dirigencia estatal del tricolor es la turbulencia que se ha generado al interior de municipios y distritos electorales, en donde las inconformidades empiezan a mirar hacia otro lado, puesto que el Verde empieza a cobijar a los priistas desdeñados pero con trayectoria y liderazgo local.
Un ejemplo de los conflictos en el Revolucionario Institucional es lo que sucedió el sábado pasado en Fresnillo, durante el registro frustrado del diputado Benjamín Medrano Quezada, el más fuerte candidato que en este momento tiene el tricolor en esa plaza.
La Comisión de Procesos Internos priista le negó el registro porque no llenó los requisitos.
Pero a seis días de la cancelación del citado registro, la dirigencia local no ha dicho esta boca es mía. No ha apoyado a su más fuerte precandidato y lo que es peor, lo ha dejado naufragar en las aguas de la indefinición, lo que mantiene en desconcierto a sus seguidores.
Fresnillo es la plaza más importante desde el punto de vista electoral pero también por el simbolismo político que representa, al ser la cabeza de playa del monrealismo, movimiento del ex mandatario estatal Ricardo Monreal, que se ha rehecho y reorganizado para retener el coto de poder con una alianza electoral.
El otro municipio importante es sin duda Guadalupe, en donde el crecimiento urbano constituye uno de los reductos electorales más importantes para el perredismo.
Lo interesante es que uno de los jóvenes políticos que han hecho trabajo de proselitismo electoral en el municipio de Guadalupe es Jorge Álvarez Máynez, quien fue rechazado por la dirigencia priista por registrar su carta de intención en el Instituto Electoral para contender por la vía de la candidatura independiente, pero en los próximos días u horas podría manifestar su decisión de adherirse a una alianza electoral estratégica con el Partido del Trabajo.
El priismo zacatecano parece que entró a una ruta sin retorno. El rompimiento de la alianza con el PVEM generará tirantez con la dirigencia nacional de César Camacho, en donde existen serias dudas en el sentido de que la decisión local haya sido aprobada con beneplácito en la ciudad de México.
¿A qué le apuesta el PRI zacatecano?
Indudablemente a su estructura y a los recursos económicos y humanos del aparato gubernamental.
Pero la pregunta es: ¿Le alcanzará para lograr mayoría en el congreso, retener la capital del estado y ganar Fresnillo, Guadalupe, Río Grande y Jerez, que constituyen junto con Calera el corredor electoral estratégico en la entidad?
El PRI seguramente irá solo en el proceso electoral y como última opción casi “desesperada”, ahora procura una alianza con el PANAL, un partido que no es aceptado ni por la dirigencia nacional del tricolor ni por el primer priista del país, Enrique Peña Nieto.
Pero además enfrentará a una oposición que irá en alianzas estratégicas en algunos municipios y distritos electorales, en los que podrían conjuntar fuerzas para vencer al Revolucionario Institucional.
El PRI ha logrado unir a la oposición en su contra, incluso, a su antiguo aliado, el Partido Verde Ecologista de México, quien hará todo lo posible para demostrar en el centro –donde se toman las decisiones- que es una opción ante un escenario de crisis política doméstica.
El otro escenario es el de conflicto postelectoral, puesto que si el tricolor no logra triunfos contundentes e inobjetables, la oposición podría irse a la lucha jurídica pero también a la toma de instalaciones públicas y de presidencias municipales, lo que podría generar un escenario de alto riesgo por la gobernabilidad y la estabilidad en el tercer año de gobierno.
En este contexto podrían generarse cambios en la forma de gobernar y conducir al estado, en un escenario en el que la toma de decisiones incorrectas y la falta de sensibilidad para conducir la gobernanza, generan un descontento entre la población que se manifiesta en las urnas.
Pero el PRI enfrenta también a una oposición dividida y en conflicto, particularmente en los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática, a causa de los enfrentamientos en sus procesos de selección interna de precandidatos.
Empero si la oposición logra procesar y controlar sus conflictos internos y construye un discurso que haga propio la ciudadanía, y aprovecha los flancos débiles de su opositor, podría llegar a la antesala de la sucesión gubernamental con más fortalezas para enfrentar el proceso electoral del 2016.
Pero esa es otra historia.