Prevenir no lamentar
PEDRO DE LEÓN MOJARRO *
La paz, posible y alcanzable en México, sólo se logrará generando espacios y entornos favorables a una convivencia social pacífica, ordenada, feliz para los ciudadanos, donde éstos participen con su voz, con su opinión, con la experiencia que han desarrollado en este esfuerzo que, a veces, sustituye el vacío y la inactividad propiciados por un Estado mexicano carente de conducción.
El uso legítimo de la fuerza institucional es necesario para garantizar el Estado de derecho, pero no significa que lo sea todo. Es indispensable dar mayor peso a la prevención del delito.
Los renglones anteriores sintetizan la percepción y la filosofía del Programa para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia que el presidente Enrique Peña Nieto dio a conocer el día de ayer en la ciudad de Aguascalientes. Además de poner en marcha este Programa, instaló la Comisión Intersecretarial en un esquema donde también participará la ciudadanía organizada.
Prevenir la delincuencia es tarea de todos
Observen ustedes, con detenimiento amigos lectores la dimensión de nuestro drama: en los últimos años, las cifras sobre la delincuencia y los hechos delictivos se transformaron en causa de una guerra de baja intensidad, pero sin que los ciudadanos fueran debidamente informados. Hoy todos sabemos, sólo de manera extraordinaria, algo acerca de hechos punibles en casi todos los municipios de la república.
En 2011, según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), se registraron más de 22 millones de delitos de los cuales, 20.5 millones no fueron denunciados ante las autoridades por sus víctimas, lo que equivale al 91.6 % de todos los que fueron cometidos. La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) estima que en 2011 hubo 9,2 millones de hogares con alguna víctima de delito, lo que representó el 30.6 % del total. Se registraron más de 22 millones de delitos, cifra superior al año anterior.
Conviene anotar que los datos relacionados con la delincuencia organizada, el narcotráfico, la tenencia de armas de uso exclusivo del Ejército y el tráfico de indocumentados no están incorporados en el sondeo, como precisa el INEGI; tal vez aquí es donde está la mayor parte del espectro de la delincuencia, de la que son víctimas la juventud y varios inocentes que nada tienen que ver con esta triste realidad.
En México la delincuencia está desbordada y nosotros nos hemos hecho cómplices por omisión o comisión, por miedo o desconfianza, o vaya usted a saber. Lo cierto es que, en la abrumadora mayoría de los casos, no denunciamos. En efecto, la cultura de la no denuncia es una constante en México y a eso yo le llamo solapar, aunque entiendo las circunstancias de las victimas.
Ahora la prevención es prioridad nacional
Ante el aumento de los índices de criminalidad en México, se hacía necesaria la participación integral de las diversas secretarías de Estado, así como de los gobiernos locales y organismos públicos, privados y sociales; era preciso anteponer un gran frente social ante ese enorme cáncer que disuelve parsimoniosamente y con crueldad las entrañas de la patria.
Como lo afirmó el presidente Peña Nieto, el combate a la delincuencia organizada no puede hacerse sólo mediante una sofisticación mayor en el armamento o con mayor número de policías y de elementos de las fuerzas armadas, “ahora le queremos prestar mayor atención a evitar el delito”.
Es tiempo de empezar a revertir la complicidad alimentada con nuestro silencio, para esto las instituciones deberán devolver la confianza con trabajo y resultados. El Programa para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia abre la esperanza de un futuro mejor, no tengo duda. La vacilación y los temores enfrían el ánimo de muchos ciudadanos. Sin embargo, a cambio del beneficio de la duda, amable lectora, lector queridos, debe aclararse que prevenir el delito en México ya no será una actividad aislada, sujeta a los vaivenes y compromisos de las fuerzas policíacas es por eso que la participación social organizada se vuelve impostergable.
Hoy es posible vislumbrar, en alianza con programas nacionales como Sinhambre y con las grandes posibilidades políticas derivadas del Pacto por México, un proceso armonioso, organizado y sistémico en la lucha contra el delito y la criminalidad, donde debe ser desterrada la improvisación.
P.D. Somos más los buenos. Vivimos tiempos de superación de retos que nos permiten enfocar nuestros problemas desde la raíz; para tal efecto, la Cruzada que sintetiza el programa Sinhambre será, sin duda, el mejor antídoto y el paliativo esencial contra la violencia. De eso estoy completamente seguro. Al tiempo. Y si ustedes no tienen inconveniente, muchas gracias por sus comentarios y nos leemos el próximo jueves.
*Coordinador de Delegaciones de la Sedesol
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