La pobreza debe combatirse desde cada comunidad y como eje al municipio

LUIS GERARDO ROMO FONSECA *

Indudablemente, en México estamos frente a una serie de problemas de gran severidad, entre los que destacan la desigualdad y la pobreza. Precisamente, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) ha dado a  conocer que el número de municipios pobres del país se incrementó un 27% durante el transcurso del 2012, ya que habían 849 de éstos en 22 entidades con “muy alta y alta marginación”; pero la cifra pasó a mil 80 municipios, abarcando a 26 estados (cuatro más), donde viven 15.5 millones de mexicanas y mexicanos.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y del Consejo Nacional de Población (Conapo), en México existen 192 mil 245 localidades, de las cuales 188 mil 594 tienen menos de 2,500 habitantes cada una y, en ellas, habitan 26 millones de personas  (casi una cuarta parte de la población nacional).  De éstas, 73 mil 93 están aisladas y allí habitan 6 millones 732 mil 140 personas totalmente alejadas de carreteras y de los centros urbanos. El problema es que en cada una de estas localidades viven alrededor de 92 personas y no tienen acceso a servicios de agua potable, electricidad, drenaje, instituciones de salud o centros educativos; porque resulta complicado para las autoridades dotarlos de ello.

Por supuesto, en Zacatecas no somos ajenos a esta difícil situación: datos del INEGI, derivados del más reciente censo, muestran notables desigualdades en los diferentes municipios aspectos básicos del desarrollo humano. Como ejemplo, tenemos algunos donde el porcentaje de viviendas habitadas sin drenaje ni servicio sanitario alcanza un 30%, mientras que en algunos otros es menor al 1%; en un municipio solo el 0.4% de ocupantes de viviendas tienen piso de tierra, y en otro con mejor situación el 10.9%. Desafortunadamente, la pobreza abarca a muchos de nuestros ayuntamientos, siendo que en algunos como  Jiménez del Teul, Genaro Codina, El Salvador y Mazapil, sus carencias son aún mayores.

En razón de lo anterior, nos llama la atención de forma negativa que en la “Cruzada Nacional Contra el Hambre” no se incluyan entre los 400 municipios prioritarios para este programa, a localidades que registran índices más graves de pobreza. De esta forma, serán beneficiados alrededor de 40 municipios que tienen una proyección económica importante, una población numerosa y niveles de vida elevados como Aguascalientes, Puebla, Mexicali, Durango, Torreón, Saltillo, Oaxaca, Fresnillo, Benito Juárez (Cancún), Culiacán, Boca del Río, Coatzacoalcos, Veracruz, Reynosa, Matamoros y Chihuahua.

Desgraciadamente, como todos sabemos, la mayoría de los municipios del país cargan con  severas debilidades y deficiencias; registran elevados niveles de endeudamiento en su gestión financiera ante la incapacidad para generar recursos propios. De esta forma, la marcada dependencia presupuestal y la insuficiencia operativa que aquejan a este orden de gobierno, han obstaculizado el  cumplimiento de sus obligaciones. Por otro lado, el problema de la inseguridad en la región norte y centro del país ha provocado un aumento del gasto corriente, destinado principalmente a los cuerpos policiales, además de un deterioro en la economía local que se traduce en una mayor vulnerabilidad financiera para los ayuntamientos, tal como lo señala el Índice de Viabilidad Financiera Municipal 2012 elaborado por la firma ARegional.

El municipio debe iniciar un proceso de evaluación integral, con el fin de modificar aquéllas estructuras que no respondan a las necesidades de los ciudadanos y fortalecer las que funcionan adecuadamente. A nuestro parecer, la gestión de la comunidad por la comunidad misma es un concepto que debe rescatar el sentido social de la política pública; entendiendo a la sociedad no sólo como receptora de los servicios y bienes públicos, sino como un partícipe en el diseño y aplicación de las políticas públicas. Es urgente reivindicar el Municipalismo como uno de los elementos para erradicar la pobreza y detonar el desarrollo; en otras palabras, este orden de gobierno debe convertirse en  la base fundamental dentro de la organización social, política y económica del país.

Basta observar cómo en países desarrollados y con elevados niveles de bienestar, a nivel presupuestal los gobiernos locales poseen un gran porcentaje de su producto interno bruto. Por contraparte, en América Latina y México, los ayuntamientos apenas pueden aspirar a un pequeño porcentaje del PIB; en Suecia, por ejemplo, los presupuestos municipales representan casi el 20% del ingreso nacional mientras que el gobierno central únicamente controla el 9%.

De ahí que resulta prioritario profundizar el proceso de descentralización en México para impulsar el desarrollo de los gobiernos municipales, para lo cual el Estado mexicano  debe emprender una profunda reforma del sistema hacendario y establecer el Federalismo Fiscal; como esquema político-administrativo encaminado a devolver a los estados y municipios las atribuciones que originalmente les corresponden, para poner fin a la retardataria dinámica centralista que prevalece en el país.

A  pesar de que muchos de los problemas que acarreamos son compartidos por los distintos órdenes de gobierno, es evidente que sin la fuerza decisoria del municipio y su comunidad; cualquier acción del gobierno federal por disminuir la pobreza, estará  severamente acotada porque una buena parte de las políticas públicas que inciden sobre la calidad de vida de las personas, sólo pueden tomarse de manera efectiva a nivel local.

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