La Pobreza Endémica en México
JOSÉ NARRO CÉSPEDES *
La Secretaría de Desarrollo Social, en voz del el subsecretario de Desarrollo Urbano y Ordenación del Territorio de Sedesol, Javier Guerrero García, reveló que en los últimos dos años, el número de personas en nivel de pobreza extrema incrementó en 1.3 millones de personas en México, pasando de 11.7 millones en 2010 a 13 millones en 2012.
Los números oficiales son alarmantes, la pobreza es una realidad que ofende y lacera históricamente a México. Es una realidad que la riqueza del país se concentra en unas cuantas manos mientras que cerca del 80% de los mexicanos sufre alguna forma de pobreza.
Dada la carencia de una definición oficial y una metodología aceptada para medir la pobreza se ha consideran tres tipos o niveles de pobreza: a) alimentaria, que comprende a las personas cuyos ingresos no les permiten cubrir los gastos de alimentación básicos; b) pobreza de capacidades, que agrupa a las personas cuyos ingresos son insuficientes para cubrir las necesidades básicas de alimentación, educación y salud, y c) pobreza de patrimonio, que incluye a las personas cuyos ingresos no les permiten cubrir los gastos de alimentación, educación, salud, vestido, calzado, vivienda y transporte.
La pobreza en México se ha convertido parte de los discursos políticos de toda la clase política, en eje de campañas políticas y de publicidad gubernamental, pero es un hecho que esta es un mal estructural, que incluso se ha convertido en fundamento de las acciones que buscan el voto.
¿Por qué una despensa (material o en una tarjeta de un supermercado) es suficiente para conseguir un voto? El hambre es la respuesta.
Pero más allá de la forma en que se administra políticamente la pobreza endémica nacional, un razonamiento ético nos obliga a trabajar para erradicarla y hacer realidad el sueño de un país justo e igualitario.
En este sentido, el presidente Peña Nieto tiene razón en su afirmación hecha en tierras zacatecanas, en la que dice que “la forma de combatir verdaderamente la pobreza es mediante el crecimiento económico, con un país productivo… la desigualdad no se puede atender sólo con programas”.
Sin embargo, el crecimiento económico debe de verse reflejado en los bolsillos de los mexicanos comunes, pues el sistema económico implantado desde el sexenio priísta de Miguel de la Madrid, conocido como neoliberal, y reforzado hasta el hastío por los panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón acumularon la riqueza en manos de unas cuantas familias y empresas.
El modelo económico del PRI y el PAN creó paraísos fiscales en los que las grandes empresas de medios de comunicación, alimentos, transportes, etc. no pagan impuestos, mientras que los trabajadores fueron atrapados por un Impuesto Sobre la Renta (ISR) del 28% del salario y por el IVA.
Un modelo económico que polariza la riqueza, la educación y la información está condenado producir más pobres, la producción no es la respuesta para solucionar, pues la distribución genera desigualdad.
Hoy, se repiten los discursos políticos gubernamentales que reconocen la pobreza y juran luchar por su erradicación, pero con todo, los privilegios de los grupos que acumulan el poder y el dinero de México no serán tocados en lo fundamental.
La pobreza es una condición que se respira en cada lugar de nuestro país y sólo se combatirá cambiando el modelo que trabaja a favor del capital, hacia uno que coloque a las personas en el centro de las estrategias, no como un cliente político o un consumidor potencial, sino que se trabaje por el bienestar común.
