En tiempos de crisis, nuestros migrantes apuntalan al país
LUIS GERARDO ROMO FONSECA *
México se encuentra en un momento de crisis aguda en diversos ámbitos; la crisis económica ha puesto a las familias en una verdadera desesperación, el campo se encuentra agónico y la inseguridad tiene sumido al país en una espiral sangrienta. Es evidente la falta de respuesta del gobierno federal y de los distintos órdenes de gobierno, para atender cabalmente la serie de problemáticas que enfrentamos hoy en día. Justamente, en el tema de seguridad, basta observar las cifras que muestran cómo en el presente año, la mitad de las entidades del país presentaron un repunte en su número total de delitos del fuero común respecto al 2011; e incluso, ocho de ellas tuvieron su peor registro delincuencial de todo el sexenio. Así lo revela la estadística del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), en la que se indica que durante enero y febrero de este año, se contabilizaron un total de 267 mil 58 delitos del fuero común, de los cuales tres mil 242 fueron homicidios dolosos y 184 secuestros. Los casos más preocupantes son Baja California Sur, Colima, Jalisco, Estado de México, Puebla, Querétaro, Tlaxcala y Zacatecas, como las entidades que registraron su peor primer bimestre del sexenio, con la cifra más alta de delitos en comparación a los anteriores.
Paralelamente, durante los últimos 12 meses, el aumento en los precios de los alimentos casi duplicó el incremento de la inflación general, medida a través del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), según reveló el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). El mayor crecimiento de precios se registró en productos agropecuarios como el maíz, trigo y arroz, así como otros productos derivados como la tortilla, la masa y harina de maíz. Los informes del INEGI precisan que entre febrero de 2011 y el mismo mes de 2012, la inflación general aumento un 3.87% en un año, mientras el índice de precios de los alimentos creció 6.93% y el de la canasta básica 5.85%.
Esta situación confirma la precariedad en la producción nacional de alimentos y el riesgo latente de desabasto de los productos básicos: las importaciones agroalimentarias en México ascendieron a mil 953.1 millones de dólares, es decir, que tuvieron un crecimiento de 12.3% respecto a enero de 2011. Es evidente que la soberanía alimentaria de nuestro país está en un gran riesgo, sobre todo porque el alto precio de los alimentos a nivel internacional, casi es seguro que se mantenga durante los primeros seis meses del año.
Justamente, diversas organizaciones sociales, tanto de México como de distintas partes del mundo, se reunirán durante el transcurso de la cumbre del G-20 en Baja California Sur, así como del 20 al 22 de junio en la nueva versión de la Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, en las que llevarán a cabo movilizaciones, talleres, foros y el planteamiento de propuestas para poner fin al modelo neoliberal “fallido” que ha “provocado una severa crisis mundial, con altos costos para los pueblos”. Estas organizaciones se han pronunciado contra “la imposición de severos programas de estabilización y de ajuste estructural en perjuicio de los pueblos; ajustes draconianos para pagar deudas con un alto componente especulativo que ‘salvan’ el sistema, pero llevan al desempleo a millones de trabajadores y desaparecen derechos sociales”.
En este sentido, resulta claro que el modelo agropecuario aplicado en México está agotado; frente al desastre agroalimentario, urgen medidas de emergencia y, sobre todo, un cambio del modelo neoliberal. Con la serie de políticas neoliberales hacia el campo, incluido el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el gobierno mexicano abandonó la producción nacional y campesina de alimentos, ubicando la seguridad alimentaria de los mexicanos dentro de un mercado internacional dominado por la especulación, los monopolios y la incertidumbre climática–económica-financiera global.
Como consecuencia, los campos de cultivo permanecen prácticamente abandonados y no hay planes concretos por parte del Estado para incentivar la producción; además, los efectos devastadores del cambio climático han puesto en una situación de desastre al agro mexicano y, en particular, al zacatecano. Vale la pena recordar que el nuestro, es uno de los cinco países más afectados por el cambio climático y -como ya mencionamos-, lo más probable es que el campo mexicano continúe en crisis durante el presente año, dado que la producción de alimentos será igual o menor a lo reportado en 2011, año en que se registró un desplome de 35%.
Ante esta crítica situación, el gobierno federal y el estatal, tienen la responsabilidad apoyar decididamente los proyectos para la producción en el campo, para el abastecimiento de la población y concurrir al mercado internacional con los excedentes de productos para su venta e intercambio. En función de lo anterior, el presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), Juan Carlos Cortés García, propuso depurar y redefinir los programas para el campo mexicano con el objetivo de fortalecer la producción agropecuaria, pues advirtió que depender tanto de la importación de alimentos provoca que los costos de los mismos estén altamente condicionados a la volatilidad en el tipo de cambio, lo cual se traduce en efectos inflacionarios; como muestra, -señaló el dirigente- “es que en México la tasa anual de inflación de los alimentos pasó de 5.8% en diciembre de 2011 a 7.7% en enero de 2012”.
Entre las consecuencias de esta severa crisis que atraviesa nuestro campo, radica en que la migración siga en aumento, al obligar a nuestros campesinos a buscar mejores condiciones de vida en el vecino país del norte, pese a los riesgos que conlleva, dada la inseguridad y las adversidades que tienen que enfrentar en el trayecto, así como al llegar a Estados Unidos en calidad de “ilegales”. Desafortunadamente, los riesgos potenciales de las violaciones a los derechos humanos son inherentes a casi todas las etapas del proceso migratorio, en especial para los trabajadores de escasa o nula calificación; las mujeres y quienes laboran en la economía clandestina, los trabajadores temporales e irregulares y quienes son objeto de la trata de personas y los migrantes obligados al regreso forzado, son particularmente vulnerables a una serie de abusos y arbitrariedades. Sumado a ello, la carga social que implica la migración al empujar a miles de hombres a separarse de sus familias y abandonar sus lugares de origen.
Por nuestra parte, Zacatecas es de las entidades que manda una mayor cantidad de migrantes hacia el vecino país del Norte: según un estudio de Miguel Moctezuma Longoria, investigador del Programa de Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), la alta migración ha dejado a Zacatecas sin hombres en por lo menos nueve municipios: en Nochistlán, Jerez, Tlaltenango, Sombrerete, Teúl, Apozol, El Plateado, Moyahua y Huanusco hay en promedio 40 hombres por cada cien mujeres. Los censos revelan que la población de entre 12 y 29 años se redujo en la entidad, donde la población juvenil era de 469 mil habitantes en 2000, cifra que se desplomó a 451 mil en 2005. Existen municipios zacatecanos que a causa de la migración se están convirtiendo en pueblos fantasmas, o donde sólo quedan hogares con jefas de familia y mujeres solas. Según cifras del Instituto Estatal de Migración (IEM), 17 mil zacatecanos migraron a Estados Unidos tan sólo en el 2007 (La jornada 26/05/2008). Si bien es cierto que en los últimos años, la migración ha experimentado una disminución a nivel general, sigue representando un problema social de gran magnitud en miles de comunidades del país y de nuestro estado.
Mientras en México se deteriora cada vez más la economía y socialmente se descompone con el aumento de la inseguridad, nuestros migrantes siguen siendo un puntal de nuestra economía y, en buena medida, su esfuerzo y sacrificio evitan un colapso mayor en el país. Basta observar que a pesar de la desaceleración en la economía estadounidense, las remesas que envían los mexicanos se han mantenido a la alza en casi un año y medio; en febrero de 2012 registraron un incremento anual de 8.55% y los envíos de los mexicanos ascendieron a mil 788 millones de dólares, con lo que suman 17 consecutivos meses a la alza. En todo el 2011, las remesas aumentaron un 6.86%, logrando una recuperación anual significativa después de en el 2010 subieron apenas 0.12% y el año anterior se habían derrumbado en 15.5%. Por supuesto, las remesas son enviadas casi en su totalidad desde Estados Unidos y representan la segunda fuente de divisas del país después de la exportación de petróleo.
Finalmente, Frente a la incapacidad del Estado para garantizar condiciones de vida digna para millones de mexicanas y mexicanos, vale la pena reconocer este gran esfuerzo, sacrifico y aporte de nuestra gente que, pese a todo, mantiene todavía de pie al país. Este gran ejemplo, nos obliga a todas las autoridades y representantes populares, a acompañar este gran empeño y la lucha cotidiana de cada uno de nuestros migrantes; que requieren y merecen, una respuesta diferente por parte del Estado y un modelo de país que los incluya y les brinde oportunidades aquí, para que no tengan que abandonar su tierra y a sus familias.
* Diputado local perredista