Crisis agrícola, soberanía alimentaria y Agroecología

LUIS GERARDO ROMO FONSECA *

Pese a los estragos causados por la sequía y las heladas atípicas, la crisis económica y social que experimenta el campo mexicano no es nueva, se remonta a finales de los años setenta; pero “no hay duda que con el nuevo modelo neoliberal establecido desde diciembre de 1983, la crisis rural se acentúa y no se le ve salida en el marco de ese modelo”, señala la académica y especialista en economía agrícola, Blanca Rubio.

“Hasta ahora, México carece de una política de desarrollo productivo de largo plazo, que resuelva los problemas estructurales del sector y eleve la competitividad en el campo mexicano” señala Luis Gómez Oliver, consultor de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO). Desafortunadamente, la pobreza y la falta de capacidad en la producción de alimentos en el campo mexicano van de la mano: los campesinos y sus familias están en condiciones muy difíciles y en algunas comunidades del país, inclusive, ya padecen hambruna. Sumado a ello, fenómenos como la migración de personas del campo a las ciudades del país, así como a los Estados Unidos -que representaba la válvula de escape tradicional a la pobreza rural-, se han ido cerrando notablemente, trayendo como consecuencia que ahora, la delincuencia se haya convertido en otra vía de desahogo y, cada vez más a menudo, como alternativa que tienen a la mano muchos jóvenes que viven en la marginación.

Hasta ahora, el gobierno federal panista se ha limitado a la aplicación de políticas que benefician únicamente a la agroindustria y a los productores de gran escala, pero ha desatendido a la  mayoría de los campesinos del país: “con esta estrategia le arrebatan el ingreso a los pequeños productores porque a un campesino le va mejor si produce en el país y si en lugar de estar en riesgo con fenómenos climatológicos, el Gobierno Federal invierte en infraestructura para captar agua y cuenta con obras para aprovechar al máximo el vital líquido así «al productor le iría mejor. La falta de previsión y visión de largo plazo ha obligado a importar cuando podemos producir internamente los alimentos que requiere el pueblo de México, lo que ha desembocado en un crecimiento del PIB per cápita de solo 2% anual promedio entre 1950 y 2010”, afirmó Marco Antonio Ortiz Salas, secretario general de la Coalición de Organizaciones Democráticas, Urbanas y Campesinas (CODUC).

La crisis agropecuaria ha traído como consecuencia una reducción sustancial en algunos cultivos, debido a la escasez de lluvias en el centro-norte del país y a las heladas que han afectado las cosechas de granos, hortalizas y frutas. Ahora, la producción nacional no es suficiente para abastecer de granos al mercado nacional, teniendo que recurrir a su compra en otros países, principalmente, a Estados Unidos. Este incremento de las importaciones de granos, sin embrago, está poniendo en riesgo la soberanía alimentaria y aumentando nuestro déficit en el comercio agropecuario con el exterior.

En los últimos 25 años, nuestro país pasó de importar el 10% de los alimentos que consumía, a casi el 40% hoy en día. De acuerdo con datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el 73% de los productos agropecuarios que compra México provienen del vecino país del norte; desde hace dos décadas hemos importado 10 millones de toneladas de maíz y se prevé que esta cifra aumentará considerablemente este año: “las proyecciones de las importaciones en 2012 no son favorables, ya que las importaciones de granos como: trigo, maíz, arroz, crecieron en las siguientes tasas entre 2009 y 2010, un 88%, un 8 por ciento y un 2.5%, respectivamente”, afirma Marco Antonio Ortiz Salas, secretario general de la Coalición de Organizaciones Democráticas, Urbanas y Campesinas.

Sin embargo, aunque el vecino país del norte produce más de 300 millones de toneladas de maíz anualmente; la mitad de ellas se utilizan para la industria y el consumo animal, además de que, en adelante, pretende producir 100 más para la elaboración de energéticos como el biodiesel y el etanol. Debido a lo anterior, se calcula que los Estados Unidos sólo contarán con alrededor de 70 millones de toneladas disponibles para exportar, cantidad que será insuficiente para abastecer a países como el nuestro, donde el maíz es uno de los productos de consumo básico. Seguir apostando a las importaciones sin mejorar la competitividad de la producción nacional de alimentos, pondrá a México en grandes dificultades y será todavía más vulnerable a las variaciones de los precios mundiales; lo cual desde ahora ya repercute en el aumento de los precios de la canasta básica.

Por lo que toca a Zacatecas, si no apoyamos a nuestros productores a partir de un esquema de programas y apoyo gubernamentales que verdaderamente sean efectivos, la crisis en el campo zacatecano se profundizará aún más y tendremos que importar miles de toneladas de maíz y frijol para abastecer las necesidades básicas para este año. En este sentido, el académico de la UAZ, Francisco Flores Sandoval, indicó que “Zacatecas necesita 140 mil toneladas para consumo humano y 60 mil más para alimentar a los animales, pero por la sequía estatal sólo se producirá 15 por ciento que tendrá que comprarse a los estados de Tamaulipas, Sinaloa y la Unión Americana”. Pese a que nuestra entidad es la principal productora de frijol; debido a la sequía, durante la cosecha pasada sólo se produjo el 25% de lo que normalmente se cosechaba.

Ante estas condiciones, necesitamos desde todas las instituciones gubernamentales, diseñar y aplicar una política de Estado dirigida a fortalecer la producción y competitividad agropecuaria regional y local, para restablecer la rectoría y obligación del Estado en la producción de alimentos y promoción del bienestar rural, pero sin paternalismo ni mecánicas clientelares. Así mismo, tenemos que proteger la propiedad social e impulsar la organización comunitaria y sustentable en el campo e impulsar la investigación y transferencia de tecnología; recuperar los suelos, mantos acuíferos y bosques, mediante un manejo adecuado de los recursos naturales, a la vez de promover el establecimiento de cadenas productivas regionales. En suma, trabajar por implementar la  Agroecología como alternativa de Desarrollo Rural; porque no hay mejor solución para recuperar la soberanía alimentaria y procurar un campo próspero en nuestro país y en Zacatecas.

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