¿No qué no?

Este fin de semana el Dirigente Nacional del PRI Humberto Moreira, renunció debido a las presiones y al escándalo que ha ido creciendo alrededor de la deuda millonaria que dejó al estado de Coahuila.

Y es que era insensato que después de las acusaciones y denuncias que se han presentado, el ex gobernador de Coahuila siguiera al frente de un partido que se quiere proyectar como renovado, pero revelando que siguen con las mismas prácticas del viejo régimen priísta.

Los partidos políticos en México son fruto de la joven democracia que nos rige, son organismos para la conquista del poder, influyen mediante elecciones en la formación de la voluntad de los ciudadanos, son los intermediarios entre las fuerzas sociales y las instituciones oficiales del gobierno, son un medio de comunicación entre los poderes sociales y el poder político organizado.

En sí, fueron constituidos para proteger la democracia y crear condiciones de justica e igualdad en el país, por lo que estaba mal visto que un partido político estuviera protegiendo a un presunto culpable de varios delitos.

En síntesis, las implicaciones de las que se le acusan a Moreira, -que van de defraudador, mentiroso y hasta falsificador- pesaron más para que dejara la presidencia del partido. Aún y cuando en múltiples ocasiones expresara ante la opinión publica que no renunciaría a la dirigencia de su partido con frases como: «No me voy»; “vine al partido a hacerlo ganar y en eso estamos” o “El ofendido soy yo y no renunciare”.

A un mes de realizar esas declaraciones ha presentado su renuncia, pues se requieren de cinismo para ordenarle a alguien que falsifique decretos de un Congreso y se requiere descaro para mandar esos documentos a la autoridad y solicitar respaldo a los créditos.

Al ahora ex dirigente priísta no le importó en absoluto dejar endeudadas a generaciones de coahuilenses, ni que bajo su gobierno el estado terminara con la deuda más elevada del país y que ésta se haya multiplicado geográficamente de 321 a más de 38 mil millones de pesos. A él le resultaba prioritario dejar a su hermano como gobernador, objetivo que cumplió.

Rubén Moreira recibió de su hermano un estado con crisis para pagar su deuda, un estado que su hermano condenó a pagar a intereses por los próximos 30 años.

El caso de la deuda de Moreira es un ejemplo de cómo gobiernan los priístas, por ahora le toca a la sociedad coahuilense, y a las autoridades locales y federales esclarecer este caso y que paguen los culpables.

Moreira ya no podrá seguir escudándose con su puesto como dirigente priísta y tendrá que aclarar cada una de las acusaciones que se le han fincado.

Esta clase de personajes son los responsables de que la política esté tan devaluada en la opinión pública, son los políticos que el país no necesita y que han sumido a la nación en esta crisis. Es  nuestro deber como ciudadanos elegir a personas que enaltezcan la labor política, y es mi convicción y compromiso trabajar en ello, porque espero que pronto un México se libre de estos personajes.

M. en C. Claudia Edith Anaya Mota         

Diputada Federal por Zacatecas

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