Las indignadas
El próximo viernes se conmemoran 30 años del llamado de las mujeres por el respeto a su vida y a su derecho a vivir libre de violencia. Tres décadas en que miles de humanas indignadas llaman al mundo a que respete sus derechos y castigue a sus agresores.
Cuando una se detiene a pensar en la cantidad de estudios, análisis, diagnósticos científicos y empíricos, testimonios, documentales, notas y reportajes periodísticos, etcétera, millares de esfuerzos para documentar el impacto de la violencia en la vida de las mujeres, de su familia, de su comunidad, de su país y del mundo, asombra que aún se siga menospreciando la violencia de género.
Hasta hoy ninguna nación ha pedido perdón a las mujeres por la violación a sus derechos, no ha surgido la iniciativa desde los medios de comunicación para pactar y dejar de hacer escarnio o apología de la violencia hacia las mujeres.
Ninguna empresa multinacional ha donado millones de dólares para hacer campañas mundiales que llamen al respeto de los Derechos Humanos de mujeres y niñas, como una acción de responsabilidad social.
Aún no vemos el teletón por la dignidad de las mujeres, niñas y adolescentes, y la iniciativa de las y los más famosos del mundo en un concierto por las víctimas de la misoginia. Este menosprecio, sin duda, también es violencia.
Diez mil 950 días en los que en todas las naciones del mundo, en miles de ciudades, las mujeres proponen acciones a sus gobiernos, a sus parlamentos, a sus sociedades para hacer efectivos sus derechos, en cientos de formas buscando que se destierre la naturalización de la violencia hacia las mujeres e instaurar el mundo libre de violencia.
El movimiento de las indignadas ha hecho paradas, perfomances, mítines, arengas, cacerolazos, teatro, música, ciencia, convenciones, reuniones, ferias, declaraciones, cine-debates, marchas y más.
Las indignadas han contado las víctimas, han dicho quiénes –personas, acciones, imágenes, políticas, palabras, etcétera– las agreden, han demostrado la discriminación que vive la mayoría de la población mundial: las mujeres.
Han contabilizado las pérdidas en la productividad empresarial, en el Producto Interno Bruto de cada país, han registrado lo que aportan en el trabajo invisible, llamado trabajo doméstico, han susurrado y gritado: basta, no más violencia hacia las mujeres.
A diferencia de lo que se dice, de lo que se transmite de boca en boca, las indignadas no se paran ni se sientan a esperar a que les otorguen. No, las indignadas han construido todos y cada uno de los derechos reconocidos y los espacios ganados, ellas son creadoras permanentes.
Tres décadas, 30 años en los que cobijadas por el movimiento feminista las indignadas recuerdan a las mujeres que han perdido la vida en este andar, en su origen a las hermanas Mirabal, quienes militaban en el movimiento de resistencia contra la dictadura de Trujillo en República Dominicana.
En memoria de ellas, en julio de 1981 en Bogotá, Colombia, se instauró el 25 de noviembre como el Día Internacional No Más Violencia Contra las Mujeres, poco después se iniciaron los 16 días de activismo que abarca del 25 de noviembre al 10 de diciembre.
Por estas fechas nuevamente Colombia cobija a las feministas para seguir construyendo futuro, que será el presente de millones de mujeres como lo es hoy el nuestro.
Este próximo viernes habrá discursos, actos oficiales donde se lamentarán de la violencia que viven las mujeres, prometerán, sin duda, mano dura, castigo a los culpables, etcétera, cuando no han hecho nada de lo que corresponde; todo su discurso es demagogia.
Twitter @lagunes28
* Directora general de CIMAC.