La población mexicana

Los resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda 2010 demostraron que la tasa de crecimiento de nuestro país ha disminuido dramáticamente en los últimos 30 años, pero sigue siendo una de las más altas del mundo.
En 1980 la población mexicana era de 66.8 millones, mientras que en 2010 se censó a 112.3. Es decir, casi nos duplicamos. Hace 30 años el número de hijos que en promedio tenía una mujer en edad reproductiva era de 4.24, mientras que ahora es de 2.08.
La tasa promedio de los países que integran a la OCDE es de 1.77. Por lo tanto seguimos creciendo en términos poblacionales, pero este crecimiento se ha disminuido sustancialmente, por lo que tenemos una tendencia a la estabilización.
La mayoría de las proyecciones aseguraban que el crecimiento de población iba a ser mucho menor y que el censo arrojaría un total inferior a los 110 millones de personas en México. El sustento de estos pronósticos era el Conteo  Nacional de Población que reportó 103.2 millones de personas. Con estos datos se hablaba de un inminente fin del llamado bono demográfico, la inversión de la pirámide de edad, el incremento porcentual de los adultos mayores para el mediano plazo, etc.
Este resultado, sorpresivo para muchos, representa un crecimiento de 1.8 por ciento anual de 2005 a 2010, lo que es muy superior a la tasa previa, que fue de 1.0 de 2000 a 2005.
El interés detrás de todo esto era reducir el costo de las pensiones y el gasto social, dado que en esta lógica, dentro de poco tiempo habría más viejos jubilados que jóvenes trabajando y pagando sus cuotas de seguridad social.
Lo que está sucediendo es más bien una tendencia estabilizadora de la población y no es seguro que en algún momento lleguemos a tasas demográficas descendentes como las que tienen países europeos que ya tienen promedios de hijos por mujer inferiores a 2, que es insuficiente para remplazar a los padres.
Las cifras del Censo demuestran que las pensiones no son un problema tan grave como afirman los economistas oficiales y, los datos de la OCDE demuestran que el gasto público de nuestro país en seguridad social es muy inferior al del promedio de los países miembros y es uno de los más bajos del mundo.
Sin embargo las cifras del Censo demuestran que el número de jóvenes que seguirán presionando por nuevos puestos de trabajo y más educación, no disminuirá en el mediano plazo, por lo que es indispensable incrementar los ingresos de las finanzas públicas para invertir más recursos en educación e infraestructura social.
México también está obligado a realizar un esfuerzo por ampliar su mercado interno y detonar el crecimiento de su economía en el corto y mediano plazo, a fin de responder a las exigencias de unos jóvenes que ya ni siquiera estaban contemplados en las proyecciones demográficas oficiales.
Además tenemos el reto adicional que constituye el sello a la frontera norte, que sigue siendo una prioridad para Estados Unidos. La válvula de escape que representaba la migración al vecino país, es ahora mucho más pequeña. Las remesas de nuestros migrantes tienen una tendencia a la baja, con lo que se incrementarán los problemas sociales de las regiones con altas tasas de expulsión de migrantes.
Es evidente que esta caracterización de la población de México, obliga a pensar sobre planes, programas y proyectos pero sobre todo, sobre políticas públicas relacionadas con la forma de promover un crecimiento sectorial poblacional mas acorde a su realidad.
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