Fosa madre: el tiro de mina que las tragó

Zacatecas, Zac.- Tenía el cuerpo robusto, la piel morena clara y una estatura que apenas rozaba el metro con cincuenta y cinco. En la muñeca derecha, un corazón tatuado. Se llamaba Mayra Patricia Morales González. Tenía 36 años. A su lado, como una sombra que la imitaba, iba Emily Leilani, su hija de 13, delgada, blanca, alta. Desaparecieron juntas el 14 de octubre de 2024 en Zacatecas. Madre e hija. Y por siete meses, nadie supo más de ellas.

La búsqueda oficial comenzó entonces: diligencias, cateos, comunicados. La burocracia del horror. Hasta que el 29 de abril, en un tiro de mina, emergió un primer cuerpo. Semanas después, la tierra minera devolvió el segundo. Dos mujeres, en fechas distintas, halladas bajo el mismo subsuelo. No fue la casualidad la que las reunió. Fue el crimen.

La Fiscalía General de Justicia de Zacatecas confirmó este jueves lo que muchas ya temían: los restos pertenecen a Mayra Patricia y Emily Leilani. Las identificaron por genética forense. La ciencia, una vez más, supliendo lo que la justicia no previno.

El responsable, según la misma Fiscalía, ya tiene nombre: Christian Jonathan “N”. Lo detuvieron en enero y fue vinculado a proceso por desaparición cometida por particulares. Prisión preventiva. Pero aún no hay acusación formal por feminicidio. Se trabaja, dicen, en una estrategia jurídica “con perspectiva de género”. Palabras huecas si no hay condena.

La historia de Mayra y Emily no es excepcional. Es Zacatecas. Es México. Un país donde las minas no solo guardan metales, sino cuerpos. Donde la madre y la hija pueden desaparecer juntas y nadie las busque con urgencia. Donde el amor materno no pudo contra la violencia. Aquí, hasta los tatuajes terminan siendo pistas.

LNY/Redacción