La música libera 2

GABRIELA ÁLVAREZ MÁYNEZ

Aunque siempre se repite la frase “es importante conocer la historia para no repetirla”, pareciera que es un chiste, que no se investiga más allá de los datos generales sobre algún acontecimiento. Hay muchos elementos detrás que llevan a que una circunstancia ocurra, las consecuencias, y los datos aledaños que desencadenan en historias paralelas que se desprenden de un hecho.

En 1919 se prohibió la venta y el consumo de alcohol en E.U.A, pues se creyó que con este hecho se reducirían problemas de violencia, salud y daños a la sociedad. El resultado fue un aumento en las compras de este producto, la mafia a cargo generó la instalación de bares clandestinos, su control y su aumento, las cárceles crecieron en población, de tener cerca de 4000 presos, llegaron a más de 25,000, y las pérdidas económicas para el país fueron muchas, pues el dinero circulaba de manera clandestina y no era fiscalizado.

El jazz surgía como una expresión musical escuchada principalmente en aquellos lugares, bares o centros nocturnos. La relación que se daba a la música que se escuchaba, con lo que consumían los clientes o las formas de diversión, generaban el que se quisiera tener un control también de aquello. No por nada vemos la fuerte represión a músicos de Jazz y Blues, pues principalmente eran de raza negra, y se generaba una mancuerna de elementos que no agradaban en aquellos años a ciertos sectores de la sociedad en la Unión Americana.

Después de una lectura de los catastróficos resultados por la prohibición del alcohol, esa ley se eliminó. Aunque seguimos sin entender que el tratado de temas como este requieren análisis, conocimiento, especialistas, antes de tomar decisiones de esta magnitud. Si a esto unimos el tema de la música, encontraremos muchos ejemplos de cómo no funciona prohibir las expresiones, sobre todo aquellas que se han enfocado en abordar problemas sociales, que han innovado o representado a grupos incómodos para el gobierno o sectores de la sociedad.

En 1991 se realizó un legendario concierto en Moscú al que asistieron cerca de 1.6 millones de personas para escuchar a Metallica, Pantera, The Black Crows y AC/DC. El contexto del país mostró un fenómeno que generó la asistencia de militares al lugar para resguardar el orden, pero aquello fue una ola de gente que demostró la pasión por aquel género musical que cantaba de guerra, muerte y represión, frente a la militarización que los “quería cuidar”. La euforia se desató y en diversas entrevistas, los músicos de las bandas mencionadas han manifestado que fue una situación surreal y maravillosa.

No olvidemos conciertos como Avándaro, uno de los más emblemáticos en nuestro país, en donde se generó una lucha relacionada con temas similares, la represión, la libertad, las drogas, la fraternidad, y que a la fecha, muchos de los que asistieron o escucharon parte de él en la radio, recuerdan como algo memorable este acontecimiento. O en un país como Cuba, que también ejercía un poder comunista, como en Rusia, se generó un concierto magnífico, y que dejó historias de libertad y apertura, cuando abrieron sus puertas para recibir a The Rolling Stones.

La música ha seguido generando libertad en acontecimientos históricos, y ha formado parte de la historia en muchos sentidos, a través de las letras escritas y que cantan lo que viven en esos momentos los autores, los instrumentos y su evolución, los acontecimientos que se reflejan a través de notas. Un ejemplo es la cantidad de conciertos, de canciones y del movimiento musical generado cuando el EZLN se levantó en armas. Se extendió a artistas más allá del país, que decidieron participar y se sintieron parte, sobre todo de América Latina.

La prohibición sigue generando un tema de reflexión, después de lo acontecido el fin de semana, en un concierto de un cantante que expresa en sus letras el tema de “narcocorridos” y decidió no cantarlos, el público enfurecido se manifestó de una manera violenta, pues esperaban escuchar sus éxitos, sus canciones. Y volvemos a plantear el esquema, prohibir no es la solución, la música libera y genera un sinfín de sensaciones. Los problemas están en otro contexto, y no se solucionarán con estas decisiones en donde los artistas expresan su sentir, lo que viven y lo que vive la gente.

La música seguirá manifestando el sentir de la sociedad y no mostrará un silencio, al contrario, será un vehículo para que sigamos haciendo latente el sentir de todos aquellos que deseamos expresar.

* Docente de la UAPUAZ Unidad Académica Preparatoria de la Universidad Autónoma de Zacatecas