Fuego Cruzado | Un gobierno sin margen: la economía mexicana al borde del ahogo
CUAUHTÉMOC CALDERÓN
Los datos recientes contenidos en los Pre-Criterios de Hacienda para 2026 confirman lo que muchos advertimos desde hace tiempo: el gobierno federal ha llegado a su límite financiero. No hay margen. No hay espacio para maniobras. No hay ni un peso más. Y, lo peor, no hay rumbo productivo.
El presupuesto programable para 2026 se estima en 9.38 billones de pesos, pero el balance económico proyectado es de -2.7% del PIB, y los requerimientos financieros siguen arriba del -3.2%. Es decir, el Estado mexicano opera con un déficit crónico mientras sostiene un modelo de gasto que prioriza transferencias sociales sin retorno y compromisos clientelares que comprometen el futuro.
Uno de los datos más alarmantes es que los llamados «programas prioritarios» del gobierno federal no recibirán un solo peso adicional en 2026. Esto incluye a las pensiones para adultos mayores, que absorberán 502 mil millones de pesos. Aunque este tema debe ser abordado con responsabilidad y sentido social, es solo una parte del problema: el resto del gasto se mantiene estancado, con rubros clave como ciencia, tecnología, infraestructura o innovación virtualmente congelados.
Mientras tanto, el crecimiento económico real está estancado y las fuentes de ingresos públicos se reducen por la caída en la producción petrolera, la debilidad de la economía formal y la falta de incentivos a la inversión. La fuga de capitales es una realidad, y la incertidumbre jurídica y fiscal mantiene alejadas a empresas nacionales y extranjeras por igual.
El problema de fondo es que el gobierno decidió operar sobre una lógica de distribución política del dinero, no de generación de riqueza. No hay confianza para invertir, no hay certeza jurídica, no hay respeto institucional ni política industrial. El gobierno se ha quedado sin dinero, sin plan y sin aliados.
En estados como Zacatecas, esta situación se agrava. Con poca recaudación local y gran dependencia del gasto federal, el estrangulamiento presupuestal impactará de lleno en los servicios, la infraestructura y el empleo. No hay plan de reactivación productiva ni articulación con la iniciativa privada. Y sin productividad no hay futuro.
El gobierno se está dando un balazo en el pie. Sin inversión, sin crecimiento y con un aparato burocrático cada vez más costoso, la economía mexicana marcha directo a una etapa de estancamiento prolongado. La próxima administración heredará no sólo deuda, sino una estructura presupuestal inviable y una sociedad más empobrecida.
La pregunta que deberíamos hacernos es sencilla: ¿qué pasó con la promesa de transformar el país? Porque hoy no tenemos ni transformación ni estabilidad. Solo un gobierno atrapado en sus propios errores y sin margen para corregirlos.
El fuego sigue ardiendo.
Nos leemos el lunes.