No hubo silencio en la procesión
La actual administración ha puesto todo su empeño en garantizar la tranquilidad de los zacatecanos, en un escenario en el que se ha disparado el índice de percepción de inseguridad por el incremento de desapariciones, levantones, ejecuciones y enfrentamientos en distintos municipios del estado y de la capital.
A finales de año seguramente que la inversión gubernamental en seguridad será más alta que la que se haga en obra pública, puesto que la realidad así lo va imponiendo progresivamente y en todo caso, son las decisiones que ha tomado el gobernador Miguel Alonso Reyes.
Un claro ejemplo lo constituye sin duda, la inversión que hará el gobierno del estado en la instalación de un nuevo cuartel militar en el cañón de Jalpa y en las Bases Mixtas de Operación que se tienen programadas en territorio zacatecano, además de la renta del helicóptero que ya entró en funciones así como la compra del armamento, equipamiento, capacitación e incrementos salariales a los cuerpos policíacos.
La realidad que en materia de inseguridad hoy vive Zacatecas ha impuesto esta lógica a la que el mandatario ha respondido de esta manera, apartando paulatinamente el discurso de la herencia de la administración pasada.
Pero si el Ejecutivo del estado no exige resultados y avances a los integrantes del gabinete de seguridad, si no evalúa la eficacia de las acciones y no mide el avance que se obtenga con la aplicación de los programas, inversiones y contrataciones, los esfuerzos no solo se irán por el drenaje de la improductividad, sino que se revertirán en contra del actual gobierno.
“Silente” estampida
Un claro ejemplo de la ineficacia en el manejo de una situación extraordinaria lo vivimos el viernes pasado durante la realización de la Procesión del Silencio, en donde producto de la confusión, cientos o quizá miles de personas que asistían a este acto de culto popular, salieron en estampida para protegerse en casas, edificios y comercios.
Precisamente para evitar este tipo de fenómenos el director del Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”, Gustavo Salinas Íñiguez, dio a conocer que existiría una coordinación estrecha entre el Ejército Mexicano, Marina, Policía Federal Preventiva y las Policías Estatal, Municipal y Ministerial de Zacatecas, para garantizar la seguridad de los zacatecanos.
Todavía unas horas previas al arranque del Festival Cultural Zacatecas 2011 –que por cierto cumple 25 años- el gabinete de seguridad dio a conocer las medidas de seguridad que se implementarían para preservar la seguridad de turistas y zacatecanos asistentes a los espectáculos culturales.
Incluso, se informó que agentes de la Policía Ministerial estarían vestidos de civil y mezclados con el público asistente, para estrechar la vigilancia y guardar el orden.
De hecho el procurador Arturo Nahle advirtió retador: “quien cometa un ilícito durante estos días, no se la va a acabar”.
Para reforzar la seguridad y tener una capacidad de respuesta ante cualquier contingencia se contrataron los servicios de un comando móvil denominado C 16, mediante el cual se podría detectar cualquier irregularidad.
Sin embargo, algo falló.
Todos los esfuerzos que se hicieron, lo que se invirtió y la estrategia contemplada para mantener la tranquilidad, el viernes pasado la derrumbó una estampida de personas (turistas y zacatecanos) que salieron desaforados a protegerse.
Si hubo o no balacera, ello ha ido perdiendo relevancia. Si todo se debió a un efecto dominó, también ha perdido firmeza.
Lo que ha ido afianzándose entre la sociedad, es la pérdida de control ante una eventualidad.
Este martes 25 de abril, el dirigente estatal del Partido Revolucionario Institucional, Juan Carlos Lozano Martínez, admitió que lo sucedido en la realización de la procesión del silencio no es un asunto menor, y que se tiene que hacer una evaluación de los hechos.
Si hay que hacer cambios en el gabinete de seguridad, dijo, se tienen que hacer.
En estos términos coincidió el coordinador de la bancada priista en la LX legislatura, José Marco Antonio Olvera Acevedo, quien además destacó que las circunstancias desbordaron a los responsables de la seguridad.
No es la oposición la que pone el dedo en la llaga en este momento, es la dirigencia del PRI.
Algo no está funcionando.