Fuego Cruzado | Si yo fuera gobernador
CUAUHTÉMOC CALDERÓN GALVÁN
La pérdida de «La Mortaja» como un valor y un patrimonio cultural de Zacatecas es una prueba más del desinterés y la negligencia del gobierno estatal hacia la cultura y la identidad de nuestro estado. Según la directora del Instituto Zacatecano de Cultura, esta obra, de dimensiones monumentales y de incalculable valor artístico, salió del Museo Rafael Coronel a finales de la administración de Alejandro Tello, sin que el gobierno hiciera lo mínimo por garantizar su permanencia en el estado. ¿Sabía David Monreal algo al respecto? ¿Cómo es posible que una ciudad Patrimonio de la Humanidad pierda una de sus joyas sin que la autoridad mueva un solo dedo?
La relación entre Zacatecas y los hermanos Coronel ha sido de orgullo mutuo. Sus obras han dado prestigio internacional a la ciudad y, a cambio, Zacatecas se convirtió en el guardián de su legado. Esa alianza, que benefició a ambas partes, requería un gobierno capaz de estar a la altura de su responsabilidad histórica. Quiero suponer, que el Maestro Coronel confió en que su obra permanecería resguardada para el disfrute de generaciones futuras. Pero lo que pasó con «La Mortaja» demuestra que esa confianza no fue correspondida por las autoridades de los últimos dos gobiernos.
El problema de fondo es la ausencia de una política cultural seria. Si los gobiernos de Tello y Monreal hubieran tenido la más mínima intención de proteger el patrimonio zacatecano, habrían negociado con su heredero para asegurar que piezas de esta magnitud no salieran del estado. Se habría declarado su valor como patrimonio inalienable, protegiéndolo legalmente para que su permanencia estuviera garantizada. Porque sí, para que un heredero pueda disponer de una obra se requiere una instrucción judicial que valide su dominio sobre la misma (no sabemos si así fue), pero es el gobierno el que tiene la obligación de prever estas situaciones y actuar con responsabilidad en favor del interés público.
Este caso de omisión, es un reflejo de un gobierno que no entiende la importancia de gobernar un estado con una capital llena de historia. Un gobierno que no valora el arte, la identidad ni la cultura como elementos fundamentales de su desarrollo. Mientras David sigue haciendo cuentas con el innecesario segundo piso y Tello se lava las manos sobre lo ocurrido en su gestión desde su exilio autoimpuesto, guardando un silencio conveniente dentro de lo que parece haber sido un pacto de entrega del gobierno a la familia Monreal, Zacatecas sigue perdiendo lo que lo hace único.
Si yo fuera gobernador, la protección del patrimonio sería un pilar fundamental de mi administración. No permitiría que la historia y el legado cultural del estado estuvieran a merced de la holgazanería gubernamental. Pero más aún, el objetivo fundamental sería cómo acrecentar toda esta producción cultural y fortalecer el legado de los artistas emblema de Zacatecas, asegurando que sus obras sean preservadas y promovidas con dignidad y respeto. Al mismo tiempo, impulsaría iniciativas para generar nuevos talentos y fortalecer a los creadores contemporáneos que están haciendo cosas interesantes en Zacatecas y en el mundo. Porque un estado que honra su pasado también debe garantizar su futuro cultural, y para ello se necesita visión, compromiso y un verdadero liderazgo en la materia.
El fuego sigue ardiendo.
Nos leemos el próximo lunes.
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