Claudia Uruchurtu: la justicia tiene precio y peso
SOLEDAD JARQUÍN EDGAR
Ha existido una tentación inaudita entre la clase política de ayer y la de hoy, pensar que todo el pueblo cree a ciegas, que puede ser manipulado y que, si tapan el sol con un dedo, nadie más podrá ver el astro rey.
Las personas del poder han apostado al olvido, a la poca memoria, al hábito del engaño, uno que ellos y ellas mismas terminan por creer y sostener como si fueran verdades. Y aquí me acuerdo de la escena de una película que habla sobre lo ciegos o ciegas que solemos ser. El marido es encontrado dentro de su vehículo besando a otra mujer. Él se baja y toma a la mujer de los hombros y le dice (más o menos) “no creas lo que tus ojos ven, solo escucha lo que yo te digo, no estaba besando a esa mujer”.
Lo que no deben olvidar es que la manipulación mediática es una moneda al aire, porque nada se puede sostener con engaños o promesas falsas. El peso real de los hechos los hace caer estrepitosamente en cualquier momento. La historia los juzgará.
A lo inaudito le ponen cara de justicia, en Oaxaca el pasado viernes 13 de diciembre una resolución de la Quinta Sala Penal Colegiada y de la Sala de Justicia Indígena del Poder Judicial de esta entidad le ajustó la pena a la expresidenta municipal de Asunción Nochixtlán, Lizbeth Victoria Huerta, involucrada en la desaparición de la activista Claudia Uruchurtu en marzo de 2021, un regalo de navidad envuelto desde el palacio de gobierno, al permitirle su excarcelación ese mismo día.
Las aseveraciones de la familia Uruchurtu tienen su fundamento en la amistad que Jara Cruz y Victoria Huerta se profesaban desde tiempo atrás, como atrás quedó la promesa del entonces presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de llegar a las últimas consecuencias, eso se dijo en una mañanera en mayo del 2021, tras la detención de la entonces presidenta municipal de Asunción Nochixtlán, quien ya en funciones se cambió del PT a Morena.
Siendo gobernador, posición que asumió el 1 de diciembre de 2022, Jara Cruz habría de contradecir al expresidente, pues metió literalmente las manos para tapar el sol con un dedo. De esto dio cuenta la prensa local, al relatar la forma en que la jueza María Teresa Quevedo, cambió el delito. En la audiencia del 7 de diciembre, dijo que las cuatro personas estaban implicadas en la desaparición en contra de Claudia Uruchurtu.
El de Claudia Uruchurtu habría vestido de luces a la justicia mexicana y en específico a la justicia de Oaxaca, se trató de la primera sentencia por desaparición forzada en Oaxaca y la segunda en el país (la primera ocurrió en 2018). Estaba claro, clarísimo, porque habían intervenido “agentes del Estado”, como dice la ley. Y fue Jara Cruz quien decidió empezar a oscurecer el proceso y no porque el gobierno anterior fuera excelso en esta materia de impartir justicia, por supuesto que no.
Días después en aquel diciembre, la jueza cambió la historia. Dijo que la munícipe solo había “obstruido la justicia”, mientras que sus tres subalternos, una mujer, su novio y colaborador, y un supuesto escolta, habían actuado como copartícipes.
Bueno, la resolución del 13 de diciembre de 2024 le quita unos meses a Lisbeth Victoria Huerta, pero aumenta hasta cinco años más a uno de los coparticipes, así que ellos sí se quedan encerrados por varias décadas. Lo inaudito, como dice la familia de Claudia Uruchurtu, es que se trató de las mismas pruebas, los mismos señalamientos, los mismos testigos, pero a unos les toca y a otras no ser los amigos del poder.
Hace unos días las hermanas de Claudia, Elizabeth y Sara Uruchurtu señalaron en una conversación que tuvimos para el programa Conversación con Soledad Jarquín, a través de Canal de Medios, que ojalá la autoridad no se les olvide que lo más importante es saber en dónde está la defensora. Para ello, también recordaron que existe una ficha de recompensa por un millón de pesos. La súplica es si alguien sabe, si alguien vio algo que lo diga.
¿Qué hizo Claudia Uruchurtu? Bueno hizo lo que pocas personas se atreven a realizar, sin ser periodistas especializadas en esta tarea de profundizar. Las autoridades están acostumbradas a hacer y deshacer. Hecho del que se dio cuenta Uruchurtu quien decidió residir en Asunción Nochixtlán, buscando un poco de paz y tranquilidad.
Pero su conciencia ciudadana la llevó a indagar qué sucedía con los recursos públicos municipales ¿acaso no había llegado ya la 4T que no solaparía la corrupción? En Asunción Nochixtlán había obras mal ejecutadas, calles en mal estado y en un caso una situación de riesgo para algunas familias por una obra en pésimo estado, además, intuyó corrupción y detectó nepotismo de la ex munícipe. Las cosas cotidianas que vamos normalizando y que la autoridad municipal, el primer contacto del pueblo, hace como que no ve, es negligente por ello y omiso por convicción.
Ella conocedora de sus derechos, de las herramientas de la transparencia y las obligaciones del funcionariado metió solicitudes de información que no fueron del todo contestadas, envío cartas, entre ellas al gobernador de Oaxaca y claro al presidente López Obrador, todos fueron omisos. No hubo respuestas. Aún así, generó molestias y contra ella se cometió un crimen de lesa humanidad, mismo que ha sido perfeccionado por Margarita Leonor Gopar Pérez, Luis Enrique Cordero Aguilar y Abraham Isaac Soriano Reyes, magistrada y magistrados que emitieron la resolución al recurso de apelación JOTPAS/001/2023.
Cómo se llama a todo esto: la justicia sí tiene precio.