Despenalizar el aborto

RAÚL MANDUJANO SERRANO

El emisario de los infaustos escritos sorbe lentamente de su café americano sin azúcar. En el fondo de la pequeña cafetería de los años 70’s, se escucha de fondo la letra de una canción. –Es de Trigo Limpio, me explica la amable mesera- “¡Hola, mamá! Hoy he escuchado tu voz por primera vez. Y he golpeado tu vientre con mis pies. Nunca te he visto la cara, pero yo sé que es como tu voz´, limpia y clara, torrente de luz y esperanza” … Mientras suena, lee que una legisladora presentó en el congreso de la ciudad de México, una propuesta para despenalizar el aborto.

Le diré algo –continúa el amanuense-, Amnistía Internacional refiere que “No eres libre, cuando no puedes tomar decisiones sobre lo que haces con tu propio cuerpo. Y tampoco lo eres cuando no puedes tomar decisiones sobre tu futuro”. La propuesta seguramente se aprobará en Chilango City, pero se trata de un tema que desde 1936, ha sido una polémica nacional. En ese año, una escritora cubana radicada en México, Ofelia Domínguez Navarro, presentó una ponencia titulada “Aborto por causas sociales y económicas”, en la Convención de Unificación del Código Penal mexicano, y si, desde 1936, y 88 años después seguimos discutiéndolo sobre la base de lo religioso, la salud pública, lo político, lo populista, las creencias culturales, la criminalidad, el machismo y el feminismo e incluso por afectaciones emocionales.

Por eso suena muy complicado ponerse de acuerdo de forma inteligente. Sin duda alguna, todas las personas tienen derecho a controlar su propia fertilidad y su autonomía reproductiva, pero el Estado, es decir, el gobierno, es garante o tutor de nuestros derechos civiles, esto quiere no estamos tan libres para decidir, sobre todo porque hay temas en los que sí se meten los diputados, como este.

Aborto, el show mediático

Mientras da vuelta con la cuchara a su taza para que se mezcle bien el café, el periodista reflexiona que las discusiones en los congresos, los shows mediáticos con pancartas que no explican nada, las marchas y pintas, todo alrededor del circo de la magia mexicana, son los obstáculos que hacen que las personas no piensen en abortar, sobre todo por la penalización que eso representa, el estigma social, la discriminación racial y la marginación. La lucha está en si el gobierno se preocupa porque el aborto se practique como resultado de una violencia contra la mujer o por un capricho marital, una travesura o un arrepentimiento adolescente, incluso por una obediencia o castigo de los padres.

El clérigo de las prosas irreverentes piensa que dejar la responsabilidad de un aborto a quien lo solicite, sin considerar las razones que lo motivaron, es un gran compromiso. Pero si la modernidad y el populismo infieren en la aprobación legislativa, entonces que se acompañen las decisiones con reformas, una que incluya en las escuelas asignaturas de educación sexual y salud reproductiva. Si me preguntan a mí, desearía que se despenalizará, pero por razones responsables, y nunca por echar desmadre en un Congreso.

El escribano sotanero pide la cuenta de su café. Se levanta y camina sobre el piso crujiente de madera de esa cafetería vetusta. En el fondo se sigue escuchando la canción “Adiós mamá”, de los españoles Iñaki de Pablo, Luis Carlos Gil y Amaya Saizar, integrantes de Trigo Limpio: ¿Sabes, mamá? (¿sabes, mamá!) Hoy te oí otra vez. Discutías con alguien, de ronca voz. Y después llorabas por mí, diciendo que yo sería un estorbo para los dos… Hasta otro Sótano.

X @raulmanduj