Las preguntas de la sociedad sobre las Universidades Benito Juárez

JULIETA DEL RÍO VENEGAS

Medir la eficiencia terminal es fundamental para evaluar el éxito y la efectividad de los programas educativos en México.

Bajo este contexto, en el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) recibimos varias quejas de la sociedad a la cual le negaron información sobre el número de titulados de las Universidades para el Bienestar “Benito Juárez García”.

Las Universidades son un proyecto emblemático de la actual administración federal. Este programa —puesto en marcha desde julio del 2019 — fue diseñado para brindar educación superior gratuita y de calidad en municipios de alta y muy alta marginación. Esta idea deriva de los proyectos de campaña que contemplaba la instalación de 100 unidades bajo el discurso de no tener jóvenes rechazados en educación superior. Actualmente se cuenta con 203 planteles en 31 entidades que ofrecen 37 licenciaturas e ingenierías.

No obstante, estos datos deben matizarse a la luz de la calidad y logros del programa. De acuerdo con reportes periodísticos, en 2023 sólo se contaba con 345 estudiantes titulados de entre poco más de 45 mil estudiantes activos —una matrícula similar a la de la Universidad Autónoma de Chapingo—.

Además, se registra que cada año el presupuesto asignado al programa ha crecido. Por ejemplo, en 2023 el Presupuesto de Egresos de la Federación le asignó más de 1 mil 470 millones de pesos (42% más que en 2022); para 2024 contarán con más de 1 mil 540 millones de pesos. ¿Cómo se están invirtiendo los recursos?

Acorde al Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), la plantilla de maestros es baja para atender la demanda de alumnos, pues sólo cuentan con 2 docentes por cada 100 educandos (en universidades públicas como la UNAM esta proporción es de 19 docentes por cada 100 estudiantes). Además, el 80% de los planteles no tenía acreditados sus programas antes la SEP,  lo que constituye una barrera elemental para obtener la titulación.

Pero la mayor queja es la falta de infraestructura adecuada para poder llamar a cada unidad inaugurada una “Universidad”. Comenzando porque sólo una tercera parte de los planteles se ubica en municipios de alta marginación (recordando el objetivo del programa). Algunos planteles no están acondicionados para tomar clases, no tienen paredes o falta mobiliario, que son las quejas más frecuentes que las y los alumnos expresan en medios de comunicación.

Para que las Universidades del Bienestar sumen al progreso de los jóvenes, deben seguir apoyando a los egresados incluso después de obtener su título. Esto incluye facilitar su inserción laboral, ofrecer programas de seguimiento y fomentar la actualización profesional. La eficiencia terminal no solo se trata de graduarse, sino también de lograr una transición exitosa al mundo laboral.

Por ello, ante el próximo cierre de gobierno, será bueno conocer las estadísticas sobre el número de alumnos titulados en las Universidades del Bienestar. Este es un claro ejemplo de cómo la información pública inicia procesos de rendición de cuentas para saber cómo se trabaja en solucionar problemas sociales y hacer que el presupuesto sea bien invertido. Así funciona la transparencia.

X: @JulietDelrio