Construyendo monumentos al pasado
«Mientras los brasileños construyen estadios para el mundial del 2014 y las olimpiadas del 2016, los mexicanos, quienes el año pasado celebraron el bicentenario de su independencia de España, están construyendo monumentos al pasado (y terminándolos tarde)”.
Así se refiere a nuestro país la prestigiosa revista internacional “The Economist”, que en su edición de esta semana dedica uno de sus reportajes principales a México; especialmente, al tema de los monopolios. Un reportaje, por cierto, que pareciera ser una síntesis del libro “Por eso estamos como estamos”, que hace apenas unas semanas presentara Carlos Elizondo Mayer-Serra.
Y tanto el libro como el artículo de “The Economist” tienen una conclusión que, aunque parezca simple, sería reveladora para nuestra vida pública si en verdad creyéramos en ella: no “estamos como estamos” por una condición socio-cultural o alguna herencia maldita que padezcamos los mexicanos; estamos donde estamos por las decisiones que tomamos; decisiones específicas en asuntos y momentos específicos, pero cuyas soluciones son igualmente específicas.
Y ese conjunto de decisiones deben seguir propiciando que los ciudadanos se movilicen, como lo han hecho en otro rubros. ¿Por ejemplo? Debería de haber un movimiento ciudadano organizado y consistente en pro de una reforma profunda al sector de telecomunicaciones. No puede ser que los mexicanos paguemos entre 4 y 10 veces más por la conectividad móvil y de Internet que el promedio de los países miembros de la OCDE.
¿Otro ejemplo? El transporte. No podemos aspirar a ser competitivos mientras el aeropuerto de la ciudad de México padezca un exceso de demanda que lo hace entre 40% y 80% más caro, cuando ese problema podría tener una solución simple. Asimismo, el transporte por la vía de los autobuses es controlado por 4 grandes compañías (todos los datos de acuerdo al reportaje de The Economist) y esa concentración vuelve hasta 10% más caras las tarifas.
El problema con este tipo de agendas es que son poco atractivas para fuerzas políticas altamente conservadoras, como las que existen en México, y que consideran irrelevante el tema de la competencia. Incluso, hay quienes creen que es una agenda “de derecha”.
El argumento se vuelve irrisorio cuando se considera que estas condiciones monopolísticas y de falta de competencia afectan, especialmente, a los más pobres en México. El 10% más pobre de los mexicanos destina 4 de cada 10 pesos de su gasto a productos que podrían ser más baratos si los monopolios y oligopolios fueran abolidos o, simplemente, regulados de manera distinta.
Si a eso le agregáramos una urgente reforma fiscal que resultara de un pacto federal, iniciaríamos una verdadera ruta, sin precedente histórico, hacia un país con mayor bienestar y equidad. En este asunto de la reforma fiscal insisto en que tan solo con regular las ganancias de capital y gravar las propiedades (impuesto predial) de una forma similar a la que lo hacen los países de la OCDE, podríamos prácticamente duplicar nuestra recaudación.
De esta manera, se configura en el horizonte una agenda reformista en materia económica que, con base a 4 ó 5 propuestas, derivaría en que tuviéramos, a la vez, un Estado más robusto y un mercado más competitivo.
Tendríamos a nuestro alcance un Estado que pudiera invertir en regeneración de espacios públicos, nuevos sistemas gratuitos de transporte y una cobertura universal de salud básica, y un mercado que permitiera a millones de mexicanos costear sus necesidades con menos recursos, e incrementar el número de hogares que tienen acceso a Internet prácticamente al doble en menos de un lustro.
Y para llegar a eso lo que tenemos que hacer es empezar a decidirnos y a movilizarnos; a propagar ideas y difundir la idea de una “Reforma Económica YA”, de corte liberal y apegada a principios de solidaridad y re-distribución.
Si esa agenda no se posiciona en el imaginario colectivo antes de las elecciones del año próximo, quizás debamos prepararnos para seguir construyendo monumentos al pasado por los siguientes 6 años, mientras disfrutamos del mundial y los juegos olímpicos de Brasil por televisión.
*Diputado local
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