La lucha contra la corrupción, una farsa

OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO

El presidente Andrés Manuel López Obrador participó en distintas campañas políticas, hasta que en 2018 llegó a la Presidencia de la República, para eso construyó un discurso monolítico e incuestionable con la estrategia clara de lograr que una frase se fijara en la cabeza de la gente, para aceptar que la única vía para resolver de fondo la problemática de México era ungir a un  líder decidido a modificar la realidad.

A cada paso, en las miles de veces que recorrió la geografía nacional se le iba atajando problema por problema con la misma cantaleta: “hay desabasto de medicinas por los políticos corruptos que roban el dinero para el surtimiento”; “la inseguridad existe porque se ha corrompido a las policías con dádivas”; “existe injusticia debido a que se corrompen los jueces y se venden al mejor postor”; ”la ineficacia y tardanza en la impartición obedece a que alguien se corrompe”, “ la pobreza existe porque organizaciones y políticos se roban el dinero de las arcas públicas”.

Así se repetía una y otra vez de tal manera que resultaba necesario, indispensable y urgente acabar con ese terrible flagelo para  cambiar la triste realidad, para ello se requería acabar con una degradada y corrupta clase política enquistada en los partidos de antaño, así fue que se nos dijo “MORENA es la esperanza de México” y su líder Andrés Manuel López Obrador el salvador de la patria. La construcción del discurso era inmejorable: detectar el mal y tú eres el remedio.

A su llegada al poder habría que darle vuelta a la tuerca partiendo del ejercicio efectuado a primera hora del día en la famosa mañanera reforzando la estrategia en plazas públicas y eventos masivos. Siempre se sostuvo que la corrupción es el mal, luego aparecen los columnistas, memes, locutores y hasta influencers que se suman a la cruzada atacando  a los corruptos.

El recurso es tan bondadoso que no sólo sirvió para llegar, ahora se emplea para justificar la ausencia de resultados: si chocan los trenes del metro, o existen fallas es culpa de los corruptos líderes sindicales que sabotean; si existe desabasto de medicinas es culpa de las corruptas farmacéuticas que esconden las medicinas para encarecerlas; si protestan por algún acto de gobierno como el tren maya o una demanda concreta, de inmediato sale la misma coartada de los corruptos que defienden sus privilegios. Los morenistas son dignos alumnos de Goebbels que acuden a la máxima: “una mentira repetida cíen veces se convierte en verdad”.

¿Y qué ha pasado a más de cuatro años de ejercicio gubernamental y la cruzada anticorrupción? Nada absolutamente. El mal se ha incrementado y estudios internacionales como el Índice de Percepción de Corrupción (IPC), publicado anualmente por Transparencia Internacional, organización no gubernamental con sede en Berlín, sitúa a México en el lugar 124 de 180 países analizados. Pero a esos estudios hay que sumarle escándalos en la CONADE, en SEGALMEX, complejos inmobiliarios como el de Irma Eréndira Sandoval o casas presuntamente producto del cohecho como el departamento en Houston de Ramón  López Beltrán o los sobres amarillos de Pio y Martin López Obrador hermanos del presidente de la república.

Secundando a López Obrador, durante meses la polémica gobernadora de Campeche Layda Sansores San Román, se dedicó a denunciar irregularidades de la clase política, siendo  el líder priista Alejandro Moreno Cárdenas (Alito) y el Consejero Presidente del INE Lorenzo Córdova los principales protagonistas que fueron exhibidos presuntamente en diálogos a través del teléfono celular y que según la gobernadora le llegaron anónimamente.

Pero como reza el refrán popular, “el que a hierro mata, a hierro muere” y  la semana pasada en horario estelar de Televisa se exhibieron a Armando Toledo (jefe de la oficina de la gobernadora) y Raúl Pozos (secretario de educación) y a la Senadora Rocío Abreu, recibiendo dinero en efectivo en las oficinas de gobierno estatal previo a la elección y que presuntamente fue a parar a la campaña. De inmediato la respuesta de los aludidos y la misma titular ejecutivo fue que iban a pagar servicios o que era dinero para apoyos a la gente, “pues en Campeche hay pocos bancos”, de paso repitieron el estribillo, “no somos iguales, estamos ayudando”, un sinfín de sinsentidos que sólo un infante podría creerles. De paso una auténtica cátedra de cinismo e incongruencia.

Está claro, el diagnóstico es errado, las cosas no han cambiado ni en el combate a la corrupción, ni en la mejora de la calidad de vida de la gente y para muestra de ello tenemos el derramamiento de sangre y la violencia que acecha a la población todos los días donde la explicación es clara, eso sucede porque el verdadero mal de la patria es la inequitativa distribución de la riqueza, y por cierto a los grandes magnates no se les toca ni con el pétalo de una rosa, “no hay nuevos impuestos”, se ufanan y eso beneficia a los pobres, pero está claro que los verdaderos beneficiarios son los ricos que pagan pocos gravámenes por sus grandes ganancias.

Conclusión, Morena en el poder no ha cambiado la realidad, López Obrador no era el salvador de la patria y la lucha anticorrupción sólo es una coartada para atacar enemigos políticos, por ende si deseamos que cambie esta realidad para que no se repita tal circunstancia la solución es clara, ¡urge! conformar una fuerza social educada y organizada que ponga en el basurero de la historia a los falsos redentores, esa tarea está a la orden día. ¡Pongamos manos a la obra!