¿Quién gana y quién pierde en la elección del 5 de junio?
OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO
Durante todo el día previo a escribir estas líneas conocimos a través de distintas encuestas de salida, que el proceso electoral efectuado este primer domingo de junio constituía una jornada competida donde no sería posible el 6 de 6 que anunciaba Mario Delgado, que a su juicio de Morena ganaría las elecciones en todos los estados en disputa logrando un recambio de partido en el poder en Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo.
Ya avanzada la noche del domingo se han dado a conocer resultados preliminares y las dirigencias de ambas coaliciones han salido a declararse vencedores en cada uno de los estados en disputa, sin embargo, a pesar del triunfalismo de ambas partes pareciera que se consolidará el triunfo de la coalición PAN, PRI y PRD en Aguascalientes y Durango y existe un escenario competido en Tamaulipas.
De confirmarse lo anterior se pondrá de manifiesto que MORENA no es una maquinaria invencible y que a pesar del uso del aparato gubernamental no tiene la aceptación mayoritaria de la ciudadanía y también queda al descubierto que la participación ciudadana cada vez es menor, lo que denota desencanto creciente entre la población.
Como lo dije en mi colaboración anterior, en el reciente proceso se puso al descubierto el uso de recursos públicos como los programas sociales, la asistencia masiva de figuras como los presidenciables Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López a los eventos de los candidatos; e incluso con la presencia de los secretarios federales, lo que pone al descubierto que los morenistas realizan las mismas acciones ilegales que antes denunciaban propiciando una elección de estado, es decir ahora que tienen el poder lo usan sin ningún escrúpulo, sin embargo los presidenciables de la 4t no lograron imponer un arrastre masivo a las urnas y por ende las derrotas también son de ellos.
El gran perdedor de la elección sin duda es el PRI, pues de 19 gubernaturas en el 2015 pasó a 12 en el 18, en el 2021 quedó con 4 y pareciera que Hidalgo y Oaxaca en manos hoy de “priistas” pasarán a manos de Morena, dejando solo Edomex y Coahuila en manos del otrora partidazo; sin duda resulta indispensable replantear la estrategia para acercarse a la ciudadanía y ofertar alternativas de solución a los problemas de la gente, pues los calificativos que culpan de la corrupción ha permeado entre la ciudadanía, y a pesar de presentar candidatos experimentados y propuestas interesantes, como las expuestas por Carolina Vigiano no logra conquistar el apoyo social, urge sin duda un cambio de rumbo pues es el gran infortunado de este domingo.
Pero además de los partidos, el otro gran perdedor es el pueblo de México, que ante los crecientes problemas de inseguridad ya padece más de 130 mil muertos en actos violentos en lo que va del sexenio, aunque también sufre una terrible crisis económica que lastima a la mayoría de la población que afronta los efectos de la pandemia y ante ello, en vez de condenar al actual gobierno de López Obrador tiene que acudir a las urnas a ratificar su apoyo al partido guinda, pues de no hacerlo perderá los programas sociales que recibe, por tanto los votantes de la transformación dan una vuelta a la tuerca y con su voto respaldan a quién es culpable por acción u omisión de los males de la patria.
Por tanto, pierde Morena que no logra el 6 de 6 que prometió, pierden las corcholatas del presidente que se distraen de sus actuales responsabilidades para impulsar las campañas sin lograr que su presencia se traduzca en votos; pierde el PRI lo poco que conservaba y el pueblo también pierde, pues como Sísifo, aquel mítico personaje que fue condenado a llevar a la cima de una montaña una piedra pero al llegar a la cúspide esta resbalaba de sus manos, por lo que tenía que empezar de nuevo la tarea, así los mexicanos en cada elección.
El pueblo de nuevo es castigado con cargar a sus opresores y perdiendo la esperanza en cada proceso electoral, por tanto, la tarea próxima tiene que ser la de conformar una gran fuerza social auténticamente popular que les dispute el poder de la patria para ponerlos en manos del propio pueblo, misión difícil y compleja pero cada vez más urgente e inaplazable, pues de no ser así seguiremos llevando al poder a quienes en el discurso hablan del mismo y en los hechos lo traicionan.