La obsesión del Presidente
OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO
Desde hace más de 47 años el Movimiento Antorchista ha encabezado las demandas apremiantes de los sectores más vulnerables de la ciudad y el campo, la tarea no ha sido sencilla, pues siempre hemos encontrado resistencia de los tres niveles de gobierno que han mostrado oposición para atender todo tipo de solicitudes a pesar de que nuestra labor está amparada en la Carta Magna y las peticiones corresponden a derechos constitucionales.
Las excusas para negar atención casi siempre son las mismas: “no hay recursos”, “no existen programas para atenderlos”, “es mucho lo que piden”, “estamos en crisis” y cosas por el estilo. Sin embargo, en la última década la conducta se ha radicalizado argumentando reiteradamente no tratar con organizaciones sociales y pretender establecer trato directo con cada peticionario, en ese lapso hemos enfrentado también campañas mediáticas encubiertas donde se nos acusa una y otra vez de chantajistas, manipuladores de la pobreza e incluso de ser brazo armado del PRI.
La lista de quienes nos atacan es larga y en los intentos por frenarnos han usado todos los recursos, incluidos los actos violentos y asesinatos, sin embargo en la mayoría de las veces se trataba de campañas promovidas por reporteros o columnistas que daban a conocer presuntas investigaciones donde se exponían terribles acusaciones bajo las máscara de “exhaustivas indagatorias”, casi nunca se ponía al descubierto los autores del ataque y todo quedaba en ejercicios periodísticos que denotaban la clara intención de evidenciar ante la opinión pública a los molestos antorchistas.
La situación cambió a partir de la actual administración encabezada por Andrés Manuel López Obrador, atrás quedaron los escritos periodísticos anónimos y por primera vez recibimos una embestida directa del titular del ejecutivo manifiesta en la gira de agradecimiento cuando en más de 100 plazas públicas sin presentar ninguna prueba documental, solo la temeraria afirmación de que se acabaron los “intermediarios” y que los apoyos se entregarán de manera directa para evitar que organizaciones como la “Antorcha Mundial” se queden con los recursos, así una y otra vez lo aseveró apostando que la máxima de una mentira repetida 100 veces se convierte en verdad.
Pero toda vez que con valentía acudimos a exigirle al mandatario comprobará su dicho, vino otra fase consistente en criminalizar la estructura financiera que durante años hemos levantado acusándonos de huachicoleros, evasores del fisco e incluso llegaron al exceso de incautar cuentas bancarias pretendiendo paralizarnos con ello, acompañadas estas acciones de nuevos reportajes que pretendían aumentar el rechazo popular.
Como la medida no tuvo efecto sobre nosotros, la siguiente acción vino con la discusión del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), al exponer a los diputados la necesidad de diversas obras vino de nuevo la cargada: “quieren moches”, buscan dinero para los líderes, ¿pruebas?, ninguna, faltaba más, lo dice el presidente y hay que creer sin rechistar.
Ocasionalmente regresaban las acusaciones sobre los moches e intermediarismo y de nueva cuenta ahora con motivo de la entrega de apoyos al campo en el estado de Chiapas, retornó la calumnia, “los apoyos son directos pues organizaciones como Antorcha Campesina se quedaban con los ellos” y para variar ninguna prueba.
Pero, ítem más, en su recorrido por Huauchinango, Puebla, ante un grupo de manifestantes que le exigía la entrega de apoyos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) y por los severos cuestionamientos de que no llegaban ayudas a las familias víctimas de los huracanes vino de nueva cuenta la acusación contra los antorchistas de pretender lucrar con la emergencia. Otra vez el mandatario nacional miente y pone al descubierto su fobia obsesiva.
¿Qué hay detrás de tales acusaciones?, ¿cuál es el fondo del problema? La enfermiza obsesión del jefe del ejecutivo tiene una explicación clara, son los deseos de aniquilar al antorchismo, por eso sin ningún rubor, sin aportar ninguna prueba, una y otra vez calumnia con el objetivo de desarticular nuestra lucha y acabar con quien considera sus enemigos.
El presidente equivoca el camino, está claro que hay una ruta más eficaz para acabar con los antorchistas, esa es abatir el desequilibrio social existente y en ese rubro está lejos de lograrlo, pues según cifras oficiales la pobreza se incrementa desaforadamente a pesar de los programas asistenciales de su gobierno. La prueba de ello es la terrible crisis económica que padecemos y la creciente ola de violencia que en todo el país adquiere matices sangrientos, por tanto, la fijación contra nosotros debe ser un motivo más para luchar incansablemente por cambiar la realidad circundante, aunque ello implique sortear peligros y persecuciones, así ha sido siempre cuando de defender los intereses de los pobres se trata.