El México que construimos
Construir un país sólido, democrático, de igualdad, de respeto a los derechos humanos y de ciudadanos conscientes, exigentes, participativos y críticos es tarea de todos y cada uno de quienes integramos esta gran nación. Nuestras acciones de hoy marcarán el futuro del México que queremos y estamos edificando.
Actualmente existe una gran decepción por parte del pueblo hacia sus gobiernos y sus políticos y por ello tampoco votan. Pero esa actitud no sólo es en materia político-electoral, sino que se vive en muchos de los ámbitos sociales.
Cuando los adultos frente a los niños tenemos actitudes negativas lo que les trasmitimos es el ejemplo de lo que harán en el futuro. Si robamos, seguramente ellos lo harán; y si no vamos a votar ellos tampoco lo harán. Entonces, la pregunta es ¿Qué ciudadanos estamos formando para el futuro?
Lanzo el cuestionamiento a los amables lectores a los que no les interesa sufragar, porque ya se casaron de hacerlo, porque continúan pensando que su voto no vale o no será respetado.
Entiendo esa decepción que tiene, derivada, unas veces, por los escandalosos casos de corrupción que conocemos; otras veces, resultado del incumplimiento de las promesas de los gobernantes; y otras más, por la burla de que es objeto la confianza y el voto de los ciudadanos.
Esa desilusión la vemos reflejada en cada elección, cuando el porcentaje de abstencionismo supera las cifras del 60, 70 o hasta 80 por ciento, según se trate de comicios municipales, estatales o federales.
A la gente decepcionada o apática no le importa el gran costo ni esfuerzo que implica la organización de los procesos electorales, lo que desea es patentizar su inconformidad, su disgusto.
Esa actitud ciudadana lastima gravemente al México en el que nos encontramos. Sí, es comprensible que ante la duda del respeto a la decisión o el incumplimiento de las promesas de campaña y gubernamentales, los votantes se abstengan de acudir a las urnas, pero esa actuación es también dañina, porque dejan que la minoría decida el rumbo y, a veces, esa decisión es en favor de unos cuantos.
La apatía de los que hoy tienen la obligación de ir a votar y no lo hacen se convierte en ejemplo a seguir para nuestros hijos, esa niñez que en un futuro será la responsable de construir la nación que tanto anhelamos y que desde hoy estamos rechazando a edificar.
Hago ni reflexión en torno a que sufragar es un deber cívico que muchos no cumplen y que dan ejemplo de ello a los infantes, como también lo hacen en torno a otras obligaciones cívicas y derechos.
¡Ya basta! Detengamos nuestra apatía, olvidemos nuestra decepción y pongámonos en marcha para conocer los postulados de cada partido político, las propuestas de sus candidatos, exijamos que cumplan y castiguemos o premiemos en las urnas a quienes consideremos la mejor alternativa para la nación. Hagámoslo como mayoría, no como minoría.
De esa forma, desde hoy estaremos construyendo un país democrático y transparente, pero también una niñez consciente, que en el futuro tendrán una ciudadanía sólida y que la ejercerán con claridad.
*Representante del PRD ante el IFE.