Explotación económica y devastación ambiental de la minería a cielo abierto

La semana pasada, el medio informativo nacional La Jornada, informaba que de acuerdo con reportes de la Secretaría de Economía (SE), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y de la Cámara Minera Mexicana (Camimex), empresas extranjeras, la mayoría canadienses, han extraído más oro en México durante este sexenio que lo adquirido por el Banco de México este año para reforzar nuestras reservas internacionales. Según la Camimex, México es el cuarto destino más atractivo en el mundo y el primero en América Latina para las inversiones en explotación minera.

Las reservas de oro con las que cuenta nuestro país, tienen un valor de unos 112 mil millones de dólares, un billón 342 mil 483 millones de pesos (40% del Presupuesto de Egresos de 2011), y están repartidas en 43 proyectos, según reporta Metals Economics Group.

Las empresas mineras trasnacionales han aprovechado el alza internacional del oro (que a principios del mes llegó a mil 644 dólares la onza), para multiplicar sus inversiones en México; las cuales les han dejado ganancias millonarias. Estas firmas, que operan en Chiapas, Oaxaca Zacatecas, Sonora, Baja California Sur y Chihuahua han incrementado, del 2006 a finales del año 2010, la producción nacional de oro en un 121% al pasar de 35.8 toneladas a 79.4. Sin embargo, en el mismo periodo, las exportaciones de este metal, aumentaron en una proporción mucho mayor de 451%, es decir, el monto de las ventas al exterior pasó de mil 42 millones 466 mil dólares a 5 mil 753 millones 299 mil dólares.

En contraste con la magnitud de estas ganancias, las empresas mineras sólo han tenido que desembolsar un pago de derechos de entre 5 y 111 pesos por hectárea por la explotación minero-metalúrgica. Cabe mencionar que el 60% de las mineras que trabajan en el mundo son de capital canadiense, de las cuales, aproximadamente trescientas operan en México y representan un 73% de las establecidas en el país: 14 de los 19 proyectos dedicados a la extracción de oro más importantes, que comenzaron operaciones entre 2008 y 2010 y que la Secretaría de Economía destaca por el monto de su inversión, son de este país.

Aunque México es el décimo productor de oro en el mundo, con un aporte del 3.92% del total de la producción, a nivel nacional el oro ocupa ya el primer lugar en la extracción minera. A inicios del sexenio de Felipe Calderón, la explotación del metal áureo representaba el 12.9% del total de las exportaciones mineras no petroleras, por debajo del cobre, la plata y el hierro. Sin embargo, el año pasado concentró el 37.2% del total de la actividad minera y en el año 2009 llegó a un porcentaje del 39.5%.

La lista de ganancias de las compañías mineras, la encabeza la canadiense Goldcorp Inc, que desde 2010 opera la mina Peñasquito, en Mazapil, que es una de las tres plantas más grandes del mundo: con una inversión inicial de mil 700 millones de dólares, prevé obtener una producción anual de 400 mil onzas de oro (11.3 toneladas), que con la cotización actual, equivaldrían a 660 millones 560 mil dólares o 388 veces más respecto de su inversión original.

Por lo que toca a otros minerales, esta empresa minera, se calcula que producirá 28 millones de onzas de plata, 450 millones de libras de zinc y 200 millones de libras de plomo.

Cabe recordar que en Zacatecas, hasta el año pasado, había un promedio de dos mil 494 mineras con derechos de concesión realizando trabajos de exploración; cubriendo una superficie de tres millones de hectáreas. El proyecto de San Tiburcio, de nombre “Camino Rojo”, con mil 770 hectáreas y reservas de 17 millones de onzas de oro, fue recientemente adquirido por la cantidad de tres mil 346 millones de pesos por Gold Corp a Canplas Resources Corp en competencia con PLC Fresnillo, del grupo Peñoles (primer productora a nivel mundial de plata y segundo en México de oro).

Además, en nuestra entidad otras mineras explotan yacimientos como Aranzazu Holding, que produce oro y cobre; Minera Tayahua, plomo, zinc y plata.

La riqueza generada por la minería, que beneficia en gran medida a las empresas multinacionales encargadas de esta actividad; y en mucho menor a las poblaciones de donde se extrae el mineral, generan un impacto ambiental muy severo.

Desafortunadamente, las autoridades en muchos países en vías de desarrollo tienen demasiadas consideraciones con las mineras, bajo el argumento de que éstas generan empleo, riqueza y detonan el desarrollo.

Sin embargo, la mayoría de la riqueza extraída en México sale del país y las ganancias van a parar a las arcas de las empresas, terminando en calidad de capitales bursátiles: “existe una situación de descapitalización del stock natural por cuanto los niveles de ingresos monetarios generados por la extracción minera no se corresponden con los volúmenes de extracción” (Conflictos Socio-Ambientales y Contaminación Minera en la Zona de Cantumarca, Municipio de Potosí).

Generalmente, en los países pobres, en la minería se utiliza el método de cielo abierto, consistente en la demolición de montañas enteras con dinamita.

Los estallidos son de tal magnitud que, en su conjunto, pueden formar cráteres de varios kilómetros de extensión: las toneladas de tierra se remueven y se trituran mezclados con químicos, generalmente cianuro, para extraer los metales, tal como señala Andrés Barreda, académico de la Facultad de Economía de la UNAM.

La minería a cielo abierto genera grandes impactos ambientales, territoriales y sociales; provoca  devastación forestal y vegetal; expulsa ejidatarios, campesinos e indígenas de sus tierras y degrada el medio ambiente de forma irreversible.

En nuestro estado, en el caso del Municipio de Mazapil, las afectaciones ambientales podrán medirse con precisión a partir de los daños que la población padezca en el futuro, una vez que concluyan las operaciones en dos décadas.

Sin embargo, desde ahora, los contaminantes que está generando la actividad minera, representan gran riesgo para la salud de la población: los humos tóxicos que se desprenden de las detonaciones para mover las 120 mil toneladas de roca y material terrigeno diario y que arrastran las enormes tolvaneras que afectan a las comunidades.

La solución de cianuro que se utiliza diariamente y la contaminación que se genera en el subsuelo al depositar los jales en la superficie, implica el riesgo de romper la geomembrana.

Otro factor de deterioro ambiental, radica en la sobre-explotación de los mantos acuíferos, debido a la cantidad de agua que se consume adicionalmente a los 10 millones de metros cúbicos anuales autorizados por la Comisión Nacional del Agua; dado que por un kilogramo de roca procesada, se tienen que usar no menos de tres litros del vital líquido.

Por último; es muy importante que como legisladores iniciemos un análisis profundo sobre las plataformas legislativas, para que realicemos los planteamientos conducentes al Congreso de la Unión y establecer mecanismos que permitan el retorno de la riqueza generada por la explotación de los recursos naturales de estados y municipios; y estar en posición de atender cabalmente los efectos negativos de la actividad minera, tales como el desmantelamiento del tejido social, invirtiendo en proyectos de desarrollo comunitario, acciones de manejo de los impactos ambientales y en programas productivos en las regiones afectadas.

Sin duda, es un reto complicado y de gran envergadura, pero con voluntad política y comenzando desde ahora, los legisladores podemos contribuir a resolver los problemas actuales y cumplir con el compromiso que tenemos con las futuras generaciones.

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