Energías renovables y sustentabilidad para el campo zacatecano
Actualmente, los agricultores y ganaderos están sufriendo con especial severidad los efectos de la sequía; el fenómeno del cambio climático está impactando al sector agrícola por las alteraciones de temperatura, lo que ocasiona grandes pérdidas y afecta los sistemas productivos locales.
Los efectos del calentamiento global con sus múltiples variables, alteraciones climáticas, así como la alteración de ciclos de lluvias, (inundaciones, a la par de prolongados periodos de sequías) provocan golpes de calor, desertificación e incendios forestales, que ya son cotidianos y permanentes en el medio rural.
Un factor determinante para el agravamiento de las condiciones en el clima del planeta tiene que ver también con el sistema alimentario mundial: El abasto global de alimentos está cada vez más controlado por un pequeño número de transnacionales que tienen el cuasi-monopolio de toda la cadena alimentaria.
Hoy en día, una pequeña parte de las actividades agrícolas provocan la mayoría de las emisiones de gases efecto invernadero: Las fuentes contaminantes están íntimamente ligadas a la agricultura industrial, porque la mayoría de la energía que utiliza, proviene del consumo de combustibles fósiles, lo que produce directamente la emisión de gases con efecto de invernadero.
El uso indiscriminado de fertilizantes químicos, la expansión de la industria de la carne, y la destrucción de las sabanas y bosques del mundo para producir mercancías agrícolas, son en conjunto responsables de por lo menos 30% de las emisiones de los gases que causan el cambio climático.
Por otro lado, a la par de la crisis alimentaria y ambiental que se vive a nivel global, en México las políticas y estrategias aplicadas han demostrado su ineficacia para el desarrollo general del campo; no han derivado en utilidades que les permita a los agricultores, cuando menos, una mínima capitalización que esté reflejada en una reactivación, ni en la detonación del sector rural.
Esta problemática se ha generado debido a diversos factores: Los impactos negativos del TLC, la reducción de las reservas mundiales de alimentos por su utilización creciente en la elaboración de biocombustibles en Estados Unidos y la Unión Europea, así como sus efectos en la agricultura y las crecientes complicaciones para producir alimentos por causa del cambio climático global.
A final de cuentas, ha quedado de manifiesto que el modelo de desarrollo imperante en el campo mexicano está agotado: más del 50% de la población ocupada en el sector agropecuario y pesquero vive apenas con un salario mínimo o menos y en algunos estados esa cifra llega a ser casi del 80%, según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
De la mayoría de las 14 millones de personas que viven de las actividades agropecuarias y la pesca, menos de la mitad recibe ingresos superiores a un salario mínimo y esta condición domina, sobre todo, en 12 entidades del país, cuya población agropecuaria representa más de la mitad del total nacional.
El índice de población ocupada en el sector agropecuario que recibe estos bajos ingresos, responden también a factores como la crisis en Estados Unidos y la falta de empleo en otros sectores del país como la industria y la manufactura, que obliga a migrantes y obreros a regresar a trabajar a sus orígenes en el campo.
Víctor Suárez, presidente de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), advirtió recientemente que las importaciones y la pérdida de valor de las materias primas han reducido el ingreso de los productores: “las importaciones han sustituido la producción en un 43 por ciento y eso ha generado falta de empleos y por lo tanto, pobreza.”
Por nuestra parte, no hay que olvidar que en Zacatecas alrededor de la mitad de las familias habitan en el medio rural. Los desafíos agrícolas más importantes que enfrentamos radican en eficientar el uso de los recursos naturales, particularmente el agua y el suelo -dadas las condiciones climatológicas-, así como revertir el rezago histórico provocado por las deficientes políticas públicas, el desfinanciamiento y los insuficientes créditos rurales.
Necesitamos construir sistemas alternativos de producción y consumo, organizados de acuerdo a las necesidades de cada región.
Los desafíos políticos son más difíciles pero hay mucho que hacer a nivel local, de ahí la necesidad de apoyar a las comunidades a enfrentar la imposición de políticas neoliberales y desarrollar visiones colectivas de futuro en el medio rural.
Las políticas públicas deben estar dirigidas al apoyo de los pequeños productores y campesinos mediante una política de Estado que los contemple de manera diferenciada.
En Zacatecas es patente la necesidad de establecer un sistema con las características en las que el productor y sus necesidades, sean los protagonistas del proceso productivo. Entre las herramientas existentes para lograr un efectivo desarrollo comunitario en el campo, la encontramos en la llamada Agroecología: que es un modelo alternativo y moderno apuntalado por el Extensionismo rural como un sistema de apoyo operativo a las necesidades de los agricultores y en el impulso de los procesos rurales autogestivos.
La importancia de introducir y consolidar la Agroecología en nuestro estado representaría un paso para superar el modelo agrícola productivista; que sólo busca la obtención de altos rendimientos a través de la mecanización agrícola, el uso intensivo de agro-químicos (pesticidas y fertilizantes) y el empleo de técnicas de manejo transgénicas en el campo.
El desarrollo social y económico de muchas comunidades rurales está limitado debido a la falta de acceso a la electricidad y de combustibles, por lo que necesitamos apostar por la implementación de energías alternativas en programas destinados a estas zonas aisladas y marginadas.
Bajo el esquema agroecológico, es fundamental la búsqueda de niveles elevados de eficiencia energética, mediante el uso intensivo de las energías renovables apropiadas para la agricultura familiar y el desarrollo rural, principalmente la eólica y la solar, así como de los biodigestores y biocombustibles etc..
Sin duda, las energías renovables ofrecen diversos beneficios para las poblaciones y son una inversión en términos económicos, sociales y ambientales, que permiten la electrificación rural, el acceso a alumbrado público y agua caliente sanitaria, además de que impulsan el desarrollo y fomentan el cuidado del medio ambiente.
Nota: La semana pasada se graduaron los primeros especialistas en sustentabilidad agrícola en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, reconocida institución internacional con sede en Texcoco.
En un acto realizado en esta institución, se destacó que estos técnicos y los que se gradúen en el futuro, serán un gran aporte para un nuevo modelo de Extensionismo rural que aumente la productividad del campo mexicano.