Morir en casa

RAUL MANDUJANO SERRANO

Para el hacedor de las profecías sotaneras, morir en casa es la fase más roja o grave de esta pandemia, y hemos llegado a ella. De acuerdo con las autoridades federales y estatales, el cambio de semáforo –que permitiría mayor movilidad laboral-, dependerá del número de camas disponibles para atención de personas, y tal número no ha cambiado. Apenas ayer un médico del hospital Adolfo López Mateos decía al amanuense que trágicamente no hay lugares para enfermos de Covid-19, ni en los hospitales públicos, ni en los privados, y ya no es cuestión de dinero, sino de que no hay camas ni lugares disponibles.

Para quienes en redes sociales publican sus viajes y tiempo de supuesta reflexión en las playas, o quienes no tienen nada que hacer en las calles y se exponen a contagios, el periodista les dice que no son ellos, tal vez, los que están en riesgo, sino sus familiares, los adultos mayores. Queda claro que las estadísticas no les importan un pepino a muchos, pero las personas que han fallecido por Covid son, en el 90 por ciento, personas mayores de 50 años de edad; y de ese 90 por ciento de fallecidos, un 95 por ciento tenían más de 75 años de edad, es decir, del total de muertos reportados por Covid en México, que superan la cifra de 143 mil personas, un promedio de 135 mil 850, tenían entre 75 y 87 años de vida, se trata de mamás y papás, de abuelos, familia, personas que nos dieron la vida, su cariño y amistad, y que mueren sin que podamos rendirles un homenaje o despedirlos como se merecían, y que fueron contagiados no por andar en la calle, sino por alguno de sus familiares que si andaban como si nada fuera de casa, y presumiendo sus fotos en las redes sociales.

Quienes han pasado días y noches afuera de los hospitales públicos esperando noticias de sus pacientes, se habrán percatado que muchos ya no son aceptados porque van en fase terminal, o porque no hay espacio, y deben regresar a casa, buscar tanques de oxígeno o concentradores, que abusivamente elevaron sus precios, y si no es suficiente, y mueren en casa, tendrán que gestionar con las funerarias, no sólo los procedimientos de incineración, sino obtener un certificado de defunción emitido por un médico, y que andan costando hasta 25 mil pesos. Morir en casa es sólo el menor de los problemas.

Estamos ante un éxodo mortal. Por eso el semáforo rojo no tiene que ver con controlar la pandemia, sino con ampliar las posibilidades de atención médica y de éxito en los tratamientos. La vacuna si es una gran noticia, lástima que el gobierno federal la use hoy con fines electoreros…

La del estribo: Juan Rodolfo debería seguir 

Mientras degusta de un cereal con miel y leche, acompañado de fruta picada, el creador del Sótano ve la agitación electoral por Toluca, y los contendientes se alistan utilizando como bastón las actividades del edil Juan Rodolfo Sánchez Gómez. Cuanta pobreza creativa en tiempos de encierro sanitario, mire, Gerardo Pliego nada de propuestas y puro criticar, por eso quizá sea Teresa Castell quien encabece al PAN; Ricardo Moreno por Morena, que ahora si se siente Toluco; y por el PRI pinta Braulio Álvarez Jasso, quien también quiere iniciar su propio cacicazgo político. Los tiempos son distintos, no se debería romper, no en Toluca, el buen ejercicio de Sánchez Gómez debería continuar. Hasta otro Sótano.

Twitter @raulmanduj