Jerez… Miel y veneno a la vez
RICARDO EVODIO CABRAL VERA
La nueva (cruel) realidad
Aun no despertamos del todo a la nueva (cruel) realidad y sus efectos se hacen notorios.
Una nueva realidad sin varias personas de las que eran parte de nuestra cotidianeidad; no fue sólo el resultado del COVID que desgraciadamente ha cobrado la vida de una decena de jerezanos, sino que en varias familias nos falta uno o dos integrantes, por causas diversas y a los que por la pandemia ni siquiera pudimos despedir como hubiésemos deseado
Hoy algunos están sólo en nuestra lista de los buenos recuerdos; maestros que conocimos en la época escolar, políticos con los que convivimos por mucho tiempo, prestadores de servicios a los que cotidianamente recurríamos como parte de la sociedad y amigos que no alcanzaron a despertar a la nueva era.
Impacto al bolsillo
Y cuando pretendemos consolarnos con el hecho de que es una situación a nivel mundial, la nueva (cruel) realidad nos recuerda que los gastos cotidianos no se detienen, que hay que sobrevivir, alimentarse, vestirse, cubrir infaltables e implacables facturas por los servicios que recibimos y que ni con la pandemia pueden dejar de ser una obligación.
La afectación económica será más complicada de lo que al inicio se proyectó. Decenas de personas sin empleo y miles que si bien no lo han perdido, no les ha sido posible regresar. Ojalá no sucediera pero se prevé que lagunas empresas simplemente no reabran sus puertas, ante la descapitalización sufrida; afortunadamente la mayoría están listas para levantarse y si es necesario, para resurgir.
La crisis apenas empieza y obliga a ser cuidadoso de cada peso, para quien lo tiene, pues hay quien ha hecho lo imposible por sobrevivir con los bolsillos vacíos y la verdad, n o sabemos cómo le han hecho para concretar el milagro en tres meses de inactividad absoluta.
Todo se mueve
Durante semanas, las imágenes que se difundían en las redes sociales sobre la ciudad, asemejaban por momentos a un pueblo fantasma, pese a que la movilidad nunca se detuvo por completo, hoy todo se mueve.
Y es que no es sólo la urgencia de salir a trabajar para buscar el sustento diario, paulatinamente la población exige recuperar sus actividades de recreación, culto y hasta de actividades con carácter social, a pesar de que las estadísticas se disparan peligrosamente en el estado.
Para el municipio despareció el Hoy no circula, aunque la movilización crece y se refleja en los congestionamientos que se vuelven otra vez comunes en las arterias principales o en la dificultad que nuevamente se tiene para encontrar un cajón de estacionamiento libre.
El mercado que en ningún momento ha cerrado por completo, continúa con medidas de restricción, aunque ya no tan drásticas como al inicio, mientras que ya se dio luz verde para reiniciar actividades deportivas al aire libre y en espacios cerrados, como si fuera muy urgente hacerlo.
Los servicios religiosos, concretamente las misas, se reanudaron desde el último domingo de junio, con las medidas de prevención respectivas.
La mayor prioridad
Curiosamente la venta y consumo de bebidas embriagantes con todo lo que conlleva, fiesta y algarabía, parece ser una vez más la prioridad máxima de jerezanos, la reapertura de bares fue la exigencia mayor en su momento y una de las primeras acciones a las que se dio luz verde.
Y en cuanto se anunció el retorno a la normalidad, algunos sintieron como que se liberaban de un yugo que los tenía atados desde hace tres meses y en auténtica estampida, dieron rienda suelta a la fiesta, sin siquiera preocuparse por adoptar las mínimas medidas de seguridad.
Pareciera no ser tiempo todavía para ello, al menos no en la forma tan libre como se hizo, pero evidentemente a muchos simplemente ya les urgía. Ojalá en una o dos semanas no estemos hablando de las consecuencias de esta acción que a muchos en las redes sociales pareció irresponsable y entonces debamos retroceder en las medidas restrictivas.
Una gran oportunidad
Falta mucho todavía para que esto termine pero la urgencia de despertar a la nueva realidad, nos obliga a reintegrarnos a nuestras actividades; la larga pausa debe llevarnos a la reflexión y a replantear las nuevas circunstancias; más precavidos, más cuidadosos, más estrictos con nosotros mismos y disciplinados con nuestros hábitos.
Pensemos que la pandemia es también una gran oportunidad y algo bueno tenemos que sacar de lo malo que nos ha tocado enfrentar.