Sader evita la quema agrícola de 200 mil hectáreas
DAVID MONREAL ÁVILA
Las quemas agrícolas son prácticas ancestrales que consisten en la quema de rastrojo o desechos vegetales que van quedando luego de la temporada de cosecha, lo que en muchos casos provoca incendios forestales, por lo que la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), a través del Programa MasAgro, intentan revertir este proceso.
Entre los beneficios de no quemar el rastrojo y usarlo como cobertura del suelo, están la reducción de costos de producción, mejoramiento de la estructura y la calidad del suelo, conservación de la humedad y mayores rendimientos.
La articulación de esfuerzos entre Agricultura y el CIMMYT ha hecho posible que más de 200 mil hectáreas que antes se quemaban ya no sean objeto de esa práctica, y pretenden difundir estas prácticas para reducir los daños ambientales de la quema.
Agricultura informó que con las actividades de difusión de buenas prácticas agrícolas, el programa MasAgro también representa una acción por el clima que, en concordancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, mejora la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional para mitigar los efectos del cambio climático.
Cabe destacar que México tiene dos temporadas de incendios: la primera comienza en enero y termina en junio (afecta a las zonas centro, norte, noreste, sur y sureste del país), y la segunda principia en mayo y concluye en septiembre (perjudica a la zona noroeste).
La actividad humana es más determinante que las cuestiones ambientales como la falta de humedad y las altas temperaturas, que también provocan incendios forestales.
A pesar de que la Norma Oficial Mexicana NOM-015-SEMARNAT/SAGARPA-2007 regula el uso del fuego en terrenos forestales y de uso agropecuario, hacen falta más esfuerzos, capacitación y difusión para reducir los daños ecológicos y la velocidad del cambio climático.
La nueva política agroalimentaria tiene como objetivo redirigir los esfuerzos productivos hacia la sustentabilidad, que tiene como ejes el bienestar familiar de los trabajadores del campo, la preservación del medio ambiente y el desarrollo económico de México.
Con estas acciones seguimos ganando terreno en el cambio de paradigmas dentro de la cultura agropecuaria nacional.