Breves recetas de Economía. ¿Qué es la economía conductual?
JAVIER LARA CABALLERO
La racionalidad significa anteponer la razón a cualquier impulso. En teoría, una de las características que nos diferencia a los seres humanos del resto de los seres vivientes, es precisamente, nuestra capacidad para razonar las cosas, para pensárnoslas dos veces.
Durante muchos años, las teorías diseñadas por los economistas, basaban sus preceptos en considerar que todos los participantes en cualquier transacción económica, nos comportaríamos de manera racional, que los vendedores buscarían maximizar sus ganancias al traspasar sus productos al mejor precio posible para aumentar sus ganancias, y que, por su parte, los compradores harían lo mismo, pero a la inversa, es decir, que se impondría un comportamiento racional y eso le daría estabilidad a nuestra economía.
Pero, pensemos por un minuto. ¿De verdad los consumidores actuamos de manera racional, comprando las cosas que necesitamos y analizamos los precios para hacerlo en las mejores condiciones? ¿Y nunca hemos tenido caprichos, impulsos o arranques compulsivos? ¿Nunca hemos comprado cosas que no necesitamos? ¿Analizamos el verdadero valor de las cosas y la utilidad de las mismas, de tal manera que racionamos todas nuestras compras?
Cuando vamos a un supermercado en búsqueda de una pasta de dientes, podemos notar que los empaques son coloridos, que los productos disponibles aluden a la limpieza y a la frescura, y que propagan la idea que tal o cual marca, convertirá a nuestra dentadura en un lienzo inmaculado. ¿Alguno de nosotros se ha puesto a analizar de manera detenida los ingredientes de las pastas? Podría apostarles que, en la gran mayoría de los casos, no.
Luego entonces, es claro que cuando nos vamos de compras, surge nuestro ser irracional que llevamos dentro y se apodera de nosotros y de nuestras carteras. Nuestra conducta cambia, nuestro estado de ánimo mejora y como por arte de magia, cuando nos vamos de compras, parecerían curarse todos nuestros males.
Al análisis de esos comportamientos irracionales en la toma de decisiones en materia económica, se le conoce como la Economía Conductual. Como su nombre lo indica, el término se refiere al estudio de los factores psicológicos, cognitivos, emocionales, culturales y sociales que influyen en las decisiones económicas de las personas y las instituciones. El enfoque está tan de moda, que, en los últimos dos años, El Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas, equivalente al Premio Nobel de Economía, se ha otorgado por los avances en esa materia.
¿Por qué nos parece un tema tan interesante? Por que nuestro presidente de la República es un claro ejemplo de como influye la conducta en la toma de decisiones. La determinación de cerrar el aeropuerto de Texcoco, por ejemplo, se basó mucho más en factores emocionales que en un análisis económico de fondo. Elementos como el combate a la corrupción, la cerrazón al avance de la mafia del poder, la eliminación de una obra FIFI y la simple idea de no concluir la obra insignia del sexenio anterior, se impuso a cualquier análisis científico de costo beneficio y a cualquier proyección de viabilidad financiera y de retorno de inversión de la obra.
La semana pasada, López Obrador desacreditó a la economía como una ciencia social y equiparó con un simple oficio, lo cual no sorprende por que en sobradas ocasiones ha mostrado su desdén por los análisis rigurosos basados en modelos econométricos. No quiero ni pensar en la reacción que tendría nuestro presidente si se llegara a enterar que los mismos economistas que desprecia, son quienes están tratando de descifrar sus decisiones económicas a través de analizar su conducta y racionalidad. Seguramente, serán tildados de locos.