Jurisprudencia vs moral en el matrimonio igualitario
PEDRO JASSO CARRILLO
La constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce claramente el derecho que tiene toda persona a celebrar un contrato de matrimonio, dando pauta también a que personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio. El artículo 4 menciona que el hombre y la mujer son iguales ante la ley y que tienen el derecho a decidir en su persona de acuerdo a sus intereses.
La jurisprudencia emanada de la Suprema Corte justifica el matrimonio igualitario, en concordancia a los preceptos Constitucionales y los derechos humanos.
Hace algunos días, en la capital del Estado de Zacatecas se tomó la iniciativa de permitir sin más recursos legales, el matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero, ¿qué consecuencias conlleva?
Por un lado, en un ámbito meramente legal y jurídico, no hay herramienta jurisdiccional para impedirlo, el Secretario de Gobierno de la capital ha dicho que están actuando acordes a los lineamientos que provienen de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de los tratados internacionales, en este sentido se está actuado conforme a derecho, a esos derechos humanos que tenemos los ciudadanos y que este municipio está haciendo valer sin más requisitos.
¿Qué efectos tiene en la sociedad Zacatecas?
Hay que reconocer que las fuentes del derecho son: la jurisprudencia, la doctrina y la costumbre. En este sentido el pleito con esta decisión de permitir los matrimonios entre personas del mismo sexo es contra la moral y la costumbre, como herramientas jurídicas que tienen validez en el sistema jurídico mexicano.
Veinte años atrás, la sociedad de Zacatecas era en sus costumbres muy ortodoxa, es decir, la moral de aquel entonces acotaba las garantías individuales de manera radical, al paso del tiempo los grupos minoritarios exigían sus derechos, derechos que fueran iguales para todos sin excepción. Esa costumbre que limitaba a las personas a decidir, influía para que justicia llegará sólo a los que la moral de la época permitía que llegará.
Al paso del tiempo, los grupos religiosos, los conservadores y la costumbre como orden jurídico, impregnaron a la mayoría de una cultura tradicional, esa que dicta la Ley de Dios, en la que sólo una mujer y hombre podrían formar una familia; también de la ley de la vida, en la que sólo la mujer puede ser madre y esposa de un individuo.
Ahora enfrentamos a una situación muy complicada, ya que por un lado la jurisprudencia y el derecho están a favor de los matrimonios entre personas del mismo sexo; y por otro, los Zacatecanos debemos luchar por dejar de lado esa cultura que nos impusieron nuestros ancestros.
¿Qué debemos hacer?, ¡Hacerle caso a la Ley o a la conciencia!
¿Podríamos desear a las futuras generaciones, entre ellas nuestros hijos y familiares, que hagan vida en común con personas del mismo sexo?
¿Podríamos desear que contraigan matrimonio y adopten con la finalidad de formar una familia?
¿O los reprimiremos para que esa cultura heredada continúe prevaleciendo y con ello, siga la discriminación?
Es un tema relevante, el municipio de Zacatecas decidió dar el paso a la libertad, esa libertad que necesitamos todos, la libertad de decidir.
En días venideros, veremos el gran conflicto, el pleito que suscitaran la jurisprudencia y la moral, esperemos gane los derechos humanos, esto sin afectar a una sociedad que cada día exigimos más libertad, que en ocasiones, surge la descomposición social, que ahoga cada vez más a los padres de familia en Zacatecas.