La “viralización” de la violencia

ARGENTINA CASANOVA

Algo sucede que la violencia instrumental cedió el paso a la violencia expresiva, es la expresión de un sinfín de emociones y vacíos humanos los que acaparan la atención convirtiendo a la violencia misma en el espectáculo, más allá del sentido u objetivo que pretenda tener, sólo así podemos entender que vídeos de “linchamientos sociales” o violentos enfrentamientos de comunes terminen haciéndose noticia en un mundo donde el sentido de la información se pervirtió en “lo viral”.

Hablar de lo que sucede en el país, podría llevarnos mucho tiempo en la búsqueda del análisis fundado sobre las características de la violencia desde la teoría y la historia de la violencia, en cambio lo que tenemos es un vacío en el que todos opinan con la experiencia que les da la computadora y haber mirado un vídeo en las redes sociales, sobre un acto que por sí mismo habla de cómo se construye la noción de la violencia, el impulso, la ausencia del figuras de control sobre particulares y la generalización de un espectáculo de la violencia cotidiano.

Para entender esto es necesario revisar cómo llegamos a insensibilizarnos frente a la violencia extrema, luego entender cómo nos convertimos en una sociedad que celebra la violencia bajo el pretexto de la “justicia”, ¿el circo romano convertido en el acto de justicia que nunca llega pero que al menos se convierte en la catarsis común de una sociedad castrada en su ineficiente sistema de exigencia para obtener respuesta?

La sociedad mexicana atraviesa una crisis profunda que está subsumida en la frustración de la violencia, que la carcome, que la devasta y que ha enlutado a miles de hogares, desplazando a otros y sembrando el terror entre los que se quedan, en el vacío de poder traducido en la impunidad y el endurecimiento de los “cotos de poder” de gobernantes, alcaldes y otras figuras de los llamados “poderes fácticos” que al igual que el crimen organizado tiene sus “bases de operaciones”, sus plazas donde ejerce cierto poder y control. Sembrando el terror y desplazando gente.

El otro problema es el desconocimiento alentado por el poder de opinar y decir lo que se piensa sin tener ningún fundamento para ello, el poder de decir por el solo hecho de poder hacerlo.

Expertos en violencia que opinan a la ligera en las redes sociales y hacen sus propias conclusiones, alientan a otros desde discursos que son por sí mismos violentos, mainstreaming sobre el machismo y la violencia de género porque simplemente se cree y no se tiene interés por mínimo que sea en aprender un poco sobre la teoría que explica la violencia, sus orígenes, contextos y consecuencias.

Como la canción de Fito Paez dice: “habrá que ser abyecto y desalmado”, es lo de hoy, es lo que se nos exige a todos, se cree en la sociedad actual que lo ideal es ser indiferente a la violencia, a partir de una “subconciencia”, que no “subcultura”, pues considero que la violencia siempre será la antítesis de la cultura; no existe la “cultura de la violencia”, pues es un auténtico oxímoron.

No debe sorprendernos que en los lugares donde más violencia se vive, se pretenda la indiferencia frente a las más grandes atrocidades, la cabeza y el corazón no pueden sobreponerse jamás al golpe de la violencia deshumanizante; la exposición a sus formas más atroces no nos hace fuertes nos deshumaniza, nos rompe hasta quitarnos la condición humana, y es que no hay forma de continuar conscientes de lo que se es capaz como ser humano de hacer y continuar viviendo como tal, por eso se deshumaniza frente a la violencia al punto que lo normal es comer unos tacos junto al cadáver de la sociedad que se pretendía ser porque a nosotros no nos asusta la violencia.

Otra será la oportunidad para analizar en dónde se origina el festín de la violencia en el que se han convertido y popularizado los “linchamientos” sociales, expresiones de la violencia contenida, frustración e incapacidad de la sociedad de defender y defenderse a sí mismos frente a la exposición a la violencia social, el miedo latente a ser víctima que mueve a hacernos victimarios para no ser el “más débil”.

El argumento típico de “chinga porque atrás vienen chingando”, “golpea primero antes de que te golpeen”, “golpéate el pecho para mostrar que eres más fuerte”, y así la sociedad va transitando esa ruta sin retorno en la que el festín de la violencia ha dejado de ser desde detrás de la pantalla para ser el réferi, el juez, el relator, el que transmite pero siempre jugando un rol activo en este nuevo escenario social en el que la violencia es lo viral, o lo viral es la violencia.

* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y Fundadora del Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche18/AC/LGL

 

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