El Día del Zacatecano en el DF
JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX
No hay actas de nacimiento de cuando este festejo inició, impulsado por la nostalgia de los zacatecanos que vivían en el Distrito Federal, pero más que en el DF, en la zona conurbana, donde aún somos la segunda fuerza poblacional de los no nacidos en Atizapán, Ecatepec, Nezahualcóyotl, Naucalpan en los Chalco y demás.
Fueron los abuelos que huyeron antes o después de la Toma de Zacatecas. La distancia del DF a nuestra tierra natal era de 14 horas en tren aproximadamente. El transporte carretero era muy difícil, prácticamente era como vivir en Estados Unidos y sólo visitar la casa paterna en las navidades.
Nació en la primera sección de Chapultepec en la delegación Cuauhtémoc. Los desastres que los zacatecanos generábamos eran enormes: se calculó en hasta 35 mil paisanos acudían convocados en silencio, sin prensa, ni radio… nada. Tal vez Pepe Ruiz Vélez, nochistlense, esporádicamente comentaba que el segundo domingo de junio era la reunión de todos. Nada sistemático, y como un llamado del cielo, los zacatecanos llegaban en taxis, en vehículos viejos, en el metro o en camiones con sus anafres, su mezcal, carnes para asar y la familia entre 20 y 30, sumados los abuelos, los tíos, las nueras y demás.
Había una organización llamada Centro Cívico de los Zacatecanos en el DF. El gobierno no convocaba y los gobernadores no asistían: estorbaban. Cuando llegaban a arribar, no eran identificados por los zacatecanos. No les hacían falta y existían rencores porque de una u otra manera la población fue expulsada de Zacatecas por la miseria, los malos gobiernos y la corrupción.
La Banda de Zacatecas requería un camión para trasladarse. Llegaba de manera ocasional, como si fuera obra del Espíritu Santo.
Senadores y diputados federales asistían a veces, pero tal era la indiferencia popular que dejaron de hacerlo.
La dirigencia estaba compuesta por algunos empresarios, como el impresor de los carteles de la lucha libre que se pegaban en las paredes. Grandes afiches de 2 x 1 metro. Un funcionario de Televisa, un horticultor de San Jerónimo asistía Pepe Ruiz Vélez y se oía decir que hasta el Panzón Soto participaba en la dirigencia natural.
No había presídium, no había pódium. No había discurso. Los grupos regionales acudían con músicos de los municipios, pero nunca con el presidente municipal.
En los 80’s las reuniones se hacían en un departamento de la colonia Roma que era la casa de la familia Ambriz Delgado. Ahí también definíamos el baile en el Salón Riviera que era de un panista apellidado Villalobos que era generoso con nosotros.
El responsable financiero del evento era yo. El responsable musical el profesor Salvador Bañuelos de Monte Escobedo. Con el gobierno zacatecano no había comunicación, y cuando hubo contacto no hubo atenciones. Los actos populares no les importan cuando no hay rentabilidad.
Buscábamos financiamientos para la orquesta. Llegó a ir Pepe González. Se organizaban familias para la taquilla, meseros y era un gran baile con mucha tradición que mantuvimos como hasta el 2010.
Al llegar al gobierno de la Ciudad de México Rosario Robles, a través de mi gestión le solicitamos un espacio en la urbe para instalar la directiva de nuestro grupo social. Hubo un litigio al arribar Miguel Alonso al gobierno de Zacatecas, quien prostituyó y contaminó el evento. Lo convirtió en un acto político, llevando de manera sistematizada a la Banda del Estado. Se empezaron a gastar millones en el evento, cuando era absolutamente autofinanciable. Aparecieron artistas, diputados, funcionarios y demás.
La dirigencia anterior, generalmente de ancianos, fue reemplazada por empleados del gobierno. Se pagó nómina, se pagaba renta, luz y agua además de personal.
Este domingo 10 de junio será un evento del gobierno de Alejandro Tello para lucirse con toda la burocracia zacatecana y aviones ida y vuelta de 5 mil pesos, artistas de dos millones de pesos porque nunca van de gorra y una dirigencia inexistente porque son empleados del Aloncismo y ahora del Tellismo. Un evento con sabor acedo a los gobiernos priístas que tanto daño han hecho a la nación.
Prostituir la vida pública es muy grave. Corromper la historia de nuestro estado, de los que construimos un gheto para arroparnos de la ineptitud oficial, buscando el culto popular para no olvidar nuestras raíces.