La Casa de los Perros: Entre el hambre y el cinismo legislativo
CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
Los ciudadanos, en verdad, tienen una alta responsabilidad este 1 de Julio al momento de acudir a emitir su voto.
Sin duda de ello dependerá, sobre todo, que la idea de la reelección de diputados y presidentes municipales en verdad sirva como castigo para quienes traicionaron la confianza de quienes les dieron el voto la primera vez, o de premiar, si se diera el caso, a los que sí cumplieron.
Hoy, realmente resulta vergonzoso observar a los actuales diputados locales de Zacatecas subir a Tribuna a presentar iniciativas que en nada, pero en nada, coadyuvarán a que miles de zacatecanos superen los niveles de pobreza que padecen. Aunque eso prometieron.
Por eso, lo que sí se debe castigar con el rigor de un voto este 1 de julio, es el hambre desmedida de aprovecharse de los recursos públicos única y exclusivamente para beneficio personal. Los diputados de la LXI Legislatura lo hacen todos los días.
Para los legisladores, propietarios y suplentes, candidatos o no, lo único que les interesa es cobrar los casi 200 mil pesos mensuales que por el concepto de “herramientas legislativas” les dan, además, faltaba más, su dieta.
Y son tan cínicos que, aún siendo candidatos, con el pretexto de que la Ley Electoral se los permite, siguen “legislando” y haciendo campaña al mismo tiempo.
Ayer, los zacatecanos fueron testigos del lamentable caso, sin precedente, de la diputada Carolina Dávila Ramírez. Esta priista solicitó licencia para retirarse del cargo al ser registrada como candidata a diputada por el Distrito IX de Loreto. Pero ya se arrepintió.
La gente recuerda todos los días, aunque en La Casa de los Perros no les guste mucho, que el actual inquilino prometió una y mil veces que si no cumplía a cabalidad con sus obligaciones de regresar la tranquilidad y la seguridad pérdidas, así como el empleo y la seguridad social a Zacatecas, renunciaría.
Cuando la población, en una reacción que Alejandro Tello Cristerna nunca esperó, la gente le exigió cumpliera su promesa de campaña, y fueron los diputados del Partido Revolucionario Institucional (PRI), del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y de Nueva Alianza quienes dijeron que eso no se podía. Cómo quien dice, lo salvaron.
Y fue justamente la diputada Carolina Dávila, como presidenta de la Comisión de Puntos Legislativos, en la única vez que se le ha escuchado hablar durante este periodo legislativo, quien dijo que con la pena, pero que los diputados locales eran incapaces de legislar sobre la revocación de mandato y pues que entonces, ahí le hicieran como quisieran.
Esta fue la campana que “salvó” al gobernador de cumplir con su promesa de campaña, a pesar del 2.8% de aprobación reportado en la última medición hecha por el mismo Gobierno del Estado. Sí, 2.8%, ni más, ni menos.
Y está fue la única vez que a este legisladora se le vio el polvo, hasta ayer, cuando sin el menor empacho “notificó” a la asamblea que regresaba a su curul. A qué, pues a cobrar para poder seguir pagando su campaña electoral.
Y es que ella, abanderando al PRI, salió a las calles y se topó con su triste realidad, el candidato del Partido del Trabajo (PT), Ramón Salas, conocido como Ramoncito, de la mano de José Luis El Cepillo Figueroa, llevan la delantera. Ella, ni con el voto de su familia cuenta.
Por eso, prefirió regresar a la comodidad de su curul, para seguir sangrando al erario.
La candidata y diputada priísta Carolina Dávila se suma así a la candidata y diputada de la coalición Por México al frente, María Elena Ortega, como las portadoras de un cargo de representación popular para saciar su hambre.
Ambas son parte de esta legislatura con mayoría de mujeres que se destaca como la peor en la historia de Zacatecas. Puras vergüenzas.
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