México enfermo por corrupción e impunidad
ULISES MEJÍA HARO
En el presente proceso electoral, después del la inseguridad, el combate a la corrupción y a la impunidad ha sido el tema que más se ha pronunciado en las precampañas de todos los actores de los distintos partidos políticos y aspirantes de candidaturas independientes, tanto los precandidatos, dirigentes de partidos y “vacas sagradas” de los mismos prometen abatir estos grandes males que tanto han daño al país y a los mexicanos en general; en estos momentos electorales todos se vuelven los “paladines” de la honestidad, la transparencia y la rendición de cuentas; lo hacen porque saben que la gente está harta por los altos índices de corrupción e impunidad en el país, por tanta robadera sin que se castigue a los corruptos, lo que ha originado en la ciudadanía una crisis de credibilidad en los gobiernos, en los representantes populares, en las instancias de impartición de justicia, en los órganos electorales, en los partidos políticos y en los políticos en general.
Lo que ignoran los partidos que gobiernan o que han gobernado el país y a los estados, es que hoy a mucha gente no se le puede engañar, porque está más informada gracias a las redes sociales que terminaron con el monopolio de la información “a modo del sistema” de los medios electrónicos masivos de la radio y televisión; hoy la gente está más informada de los escandalosos casos de corrupción como son: los ex gobernadores que asaltaron las finanzas públicas de sus estados sin que a la fecha en su mayoría no hayan sido castigados; la “Casa Blanca”, el caso Oderbrecht, donde del ex director de Pemex Emilio Lozoya recibió de una empresa brasileña 10 millones de dólares con destino a las campañas de 2012 de un partido político a cambio de favores en las licitaciones de PEMEX, acto de corrupción que terminó con la remoción del titular de la Fiscalía Especial de Atención de Delitos Electorales (Fepade) para darle carpetazo.
Más atrás están los casos del PEMEX GATE, los Amigos de Fox, el caso Oceanografía con enriquecimiento de los “hermanos Bribiesca. Recientemente, la clonación de las tarjetas para desviar recursos dirigidos a los damnificados de los terremotos del pasado mes de septiembre. En estos momentos los medios y redes sociales dan cuenta de la presunta “gran estafa maestra” donde participaron varias dependencias federales, empresas fantasmas, particulares y hasta autoridades universitarias para triangular y desaparecer miles de millones de pesos; o el caso de un candidato a la presidencia de la República que la Procuraduría General de la República (PGR) investiga por presunto lavado de dinero, donde presuntamente se triangularon 54 millones de pesos, dispersándolos en cuentas de varios países y paraísos fiscales. Por razones de espacio no es posible seguir mencionando más casos de corrupción, porque ésta brota en todos lados de la esfera pública.
La corrupción en nuestro país ha crecido exponencialmente no por una “cuestión cultural” sino por una sencilla razón, por el nivel alto de impunidad, porque no se aplica la ley y casi nunca se castiga a los corruptos, porque se les solapa, incluso en algunos casos se les protege por intereses políticos o económicos. El porcentaje de delitos cometidos y no castigados según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2015 fue del 96.5%. México está enfermo de dos grandes cánceres invasivos, la corrupción e impunidad, lo que explica que nuestro país es el campeón en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de la cual México es miembro, es decir de acuerdo al IPC de Transparencia Internacional 2014, somos el país más corrupto de la OCDE. A nivel internacional México ocupó en el 2015 el segundo lugar en impunidad de 59 países del mundo, solo nos superó Filipinas.
Por eso “Ya Saben Quien” tiene como estandarte combatir la corrupción y la impunidad, predicando con el ejemplo, porque sabe que al combatir la corrupción y la impunidad significa un crecimiento económico progresivo y sostenible, combatir el hambre, la pobreza y la desigualdad social; mejorar los niveles de bienestar, abatir la violencia e inseguridad, restablecer el estado de derecho y la legalidad, el respeto a los derechos humanos, la impartición de justicia pronta y expedita, mejorar los servicios de educación y salud, incentivar la inversión y el empleo, mejores índices de desarrollo humano, mayores oportunidades para todos.
Lo anterior solo se puede lograr con una ciudadanía participativa, proactiva, exigente, comprometida y organizada; la indiferencia, la apatía y la actitud contemplativa no abonan a la solución de los problemas del país.
*Maestro en Administración
FB: @mejiaharo