Juventud resiliente: Glock, AR 15 y AK-47
RODRIGO RODRÍGUEZ OLVERA
El título de esta columna nos describe tipos de armas de fuego de gran precisión, que pudiera tener cualquier elemento policial para defender a la ciudadanía de otros ciudadanos perversos y que siembran terror o miedo, sin embargo, el problema es cuando este tipo de “juguetes” pueden ser adquiridos por un simple joven de 21 años o por una persona común y corriente que posee facultades mentales antisociales.
En el país vecino del norte de México, resulta más fácil comprar un arma de fuego que adquirir una mascota (cuestión de requisitos), el costo de estas armas es irrisorio y su adquisición es increíblemente sencilla y burda.
El cuerno de chivo usado muchas veces en masacres en nuestro país y adquirido de forma legal en Estados Unidos, es una de las armas favoritas de la delincuencia organizada, ya que puede ser usada en condiciones climatológicas adversas y su precisión manual es certera y sencilla, su costo oscila entre los 550 dólares, algo así como 12 mil pesos mexicanos y se consigue en Ohio con solo la licencia de manejo y llenar un formulario.
La Glock en su versión .45 es popular por su fácil resguardo y su capacidad de cartuchos útiles, se encuentra a un precio de aproximadamente 10 mil pesos mexicanos, cabe señalar que ese precio es si son nuevas, de segunda mano hasta por 100 dólares se consigue una útil.
La ar-15, Smith & Wesson’s y diversos calibres y marcas son adquiridos legalmente con la salvedad constitucional que les brinda a los ciudadanos estadounidenses la segunda enmienda de su régimen legal, que menciona el porte y uso de armas para protección personal.
El problema no reside en aplicar la anterior enmienda, reside en que por un poco más de 20 mil pesos mexicanos puedes comprar un arsenal digno de un grupo terrorista, sin los menores requisitos ni solvencias de conductas sociales adecuadas.
La reflexión está, reformar la constitución para aminorar la adquisición de armas y evitar masacre tras masacre o apegarse al principio de derecho irrenunciable que les otorga la carta magna, aún con sus vacíos.
Nos leemos la próxima si Dios, adiós.
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