Claveles Verdes: La deuda pendiente con la comunidad LGBT+
HERACLIO CASTILLO VELÁZQUEZ
Nuevamente, otro retraso para discutir la iniciativa de reforma al Código Familiar de Zacatecas y permitir las uniones civiles entre personas del mismo sexo. A la convocatoria del martes pasado únicamente acudieron los diputados María Elena Ortega (PRD), quien presentó la iniciativa hace más de dos meses; Geovanna Bañuelos de la Torre (PT) y Luis Medina Lizalde (Morena). Sabemos que la sesión ordinaria del martes pasado fue maratónica, ¿pero solo tres legisladores se comprometieron con el tema?
Entendemos que la posible aprobación del matrimonio igualitario también trae consigo un costo político. Ya lo vimos en las reacciones en redes cuando los medios de comunicación amablemente dieron a conocer el posicionamiento de la sociedad civil organizada que lucha a favor de esta reforma. Comentarios como “no es tema prioritario”, “mejoren la seguridad, eso no le interesa a nadie”, “que hagan sus cochinadas en otro lado”, “el matrimonio es solo entre hombre y mujer”, “respeten la familia natural”, ente otros más subidos de tono circularon en las redes sociales a raíz de esa rueda de prensa.
Al término de los posicionamientos, un medio preguntó directamente si una pareja heterosexual puede hacer en la intimidad de una alcoba lo mismo que hacemos los homosexuales. Pedía un sí o un no. Yo respondí: “claro”. Y es que el sujeto en cuestión probablemente no tomó en cuenta que su pregunta se refería a prácticas sexuales, que son elecciones, gustos y deseos individuales. Hay quien se atreve incluso a afirmar que los homosexuales no se miran a la cara cuando tienen relaciones sexuales. Que alguien por favor le regale un ejemplar del Kama Sutra…
Sin embargo, ¿por qué limitarnos a pensar que el matrimonio se reduce a lo sexual, y más específicamente a la procreación? El matrimonio, así como se establece en las leyes mexicanas, abarca todo un cúmulo de derechos y obligaciones que establecen los contrayentes mediante un contrato civil. Lo que diga la Iglesia es punto y aparte, pues hablamos de derechos, no de sacramentos. Y el mismo Estado no regula lo que sucede en la intimidad de una cama, ¿o me equivoco?
Pero volvamos al tema del matrimonio igualitario. Ante la posibilidad de que se apruebe, ¿le obligaría a usted, estimado lector, a matrimoniarse con alguien de su mismo sexo?, ¿verdad que no? El matrimonio debería ser una decisión libre entre dos personas interesadas en compartir un proyecto de vida, el cual puede o no incluir la procreación. ¿O el Estado le obliga a la procreación?, ¿verdad que no?, ¿verdad que también es una elección, independientemente del método? Bien dicen que en el amor no se manda y el dicho también aplica para la población no heterosexual. O dígame, estimado lector, ¿es que acaso gays y lesbianas no son producto de la unión entre un hombre y una mujer?
Para usted quizás no tenga relevancia el tema, pero hay un sector de la población que también paga impuestos, que vende su fuerza de trabajo y tal vez algunos de los bienes que consume pasaron por las manos de alguien de la comunidad LGBT+; en su pequeño mundo también debe conocer a alguien con una orientación sexual no heterosexual: su hermano/a, su primo/a, su tío/a, su hijo/a, su vecino/a, su compañero/a de trabajo o de escuela, incluso su padre o madre. ¿Qué pensarían de usted oponiéndose a su felicidad solo por estar en contra del matrimonio igualitario?, ¿su afecto hacia ellos/as es sincero o solo de dientes para afuera?
Y permítame hacer énfasis en la importancia de la iniciativa: es una deuda con un sector de la población que también ha participado activamente en las campañas, en los partidos políticos, que ayudó a que muchos de nuestros representantes populares se encuentren en su actual posición. Más de 40 años de lucha de la comunidad LGBT+ en México ¿y en Zacatecas qué avances hemos tenido?, ¿cuándo se hará justicia?
Porque vaya que han trabajado por las personas con discapacidad, por los grupos indígenas, por los adultos mayores, por la infancia y la adolescencia, pero les recuerdo que entre esas personas con discapacidad, entre esos indígenas, entre esos adultos mayores, entre esos niños y adolescentes hay personas con una orientación sexual no heterosexual, la cual no distingue raza, etnia, género, edad, estrato social, condición socioeconómica, grado de escolaridad y póngale las categorías que le quiera agregar. Alardean de trabajar por los derechos humanos, ¿y la comunidad LGBT+ para cuándo?
Si el problema para nuestros flamantes diputados es el costo político de aprobar la iniciativa, descuiden. Pueden escudarse en la obligación a la que están sujetos por mandato de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). En otras palabras, desentenderse de su responsabilidad en el tema, aunque lo ideal sería que lo hicieran con la convicción de cumplir con su deber como representantes populares. Desde este espacio insistiré hasta el cansancio en la exigencia de discutir la iniciativa de reforma al Código Familiar en Zacatecas. Es una deuda pendiente. Yo digo sí al matrimonio igualitario, porque gays y lesbianas también tienen derecho a ser infelices.