La derecha española y mexicana: Rajoy-AMLO
JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX
Tenía 24 años cuando fue electo el registrador de la propiedad más joven de España. Algunos dicen que ese meritorio encargo se le subió a la cabeza y que, de festejo, hubo de sufrir un accidente de tránsito que le causó cicatrices en la cara, a raíz de las cuales siempre lleva una barba que las oculta. Sus detractores piensan que no sólo eso es lo que Rajoy oculta en su vida, sino un pasado familiar y una convicción propia de aliado de la falange, de admirador de Francisco Franco y de las medidas dictatoriales que sumieron a España en el atraso económico y en la división social por varias décadas.
Su carrera política ha sido consistente: fue vicepresidente de la Junta de Galicia, Ministro de Administraciones Públicas de España, Ministro de Educación y Cultura, ministro del Interior, ministro de la Presidencia, vicepresidente del gobierno de España y de allí, Secretario General primero y luego presidente del Partido Popular, hasta ser ahora el presidente del Gobierno de España.
Tengo una pregunta para usted, señor Rajoy, le dijo en el 2007 el presentador de la Televisión Española que quiso conocer su sueldo, a lo que el político se negó a responder. Tal vez porque la respuesta era contraria a sus intereses de mejorar su popularidad: ganaba más que el presidente del gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero.
Muchos se preguntan cómo ha llegado al encargo que ocupa hoy, sobre todo cuando ha peleado abiertamente con profusos grupos importantes de la opinión pública española: está en contra de los matrimonios entre miembros del mismo sexo y tiene detenida en las Cámaras la ley que los legaliza; tampoco lo quieren los ambientalistas, pues no cree en el cambio climático y desestima sus propuestas; se ha manifestado en contra de las políticas del gobierno anterior para destensar la situación etarra e integrar a las autonomías a la vida española de una manera más equilibrada; los migrantes no están en su mira con compasión sino con el afán de evitarlos a como dé lugar. Los tiempos no son propicios para la caridad y la humanidad, lo entendemos, pero seguimos apoyando la conmiseración y la solidaridad antes que todo.
España está sumida en una crisis de compleja resolución. A la crisis sempiterna que viven los españoles, ahora hay que agregar a Cataluña y lo que ello implica: el desmoronamiento de la nación. Cada quien tiene sus argumentos: los catalanes piensan que han sido sangrados por el país desde décadas incontables, mientras que el gobierno se niega a la idea de la desintegración de la patria. El tema es tan delicado que cimbrará al planeta completo. Las decisiones que allí se tomen habrán de afectarnos a todos de una u otra forma.
España nunca la ha tenido fácil. Habría que recordar la dura etapa de la carencia de libertades individuales, de un pasado complejo y de una España con miedo, encerrada entre portones oscuros, que muy pocos quisieran recordar ahora.
La opinión de México, favorable o negativa, es indebida. La Doctrina Estrada, de un zacatecano brillante, marca un proceder de México ante las naciones: nada tiene que opinar Enrique Peña Nieto sobre lo que en España sucede. Estos sucesos nos hacen recordar la inoportuna visita en el 2012 del entonces candidato a presidente de la República por el PRD, al personaje español. ¿Qué hacía un revolucionario de izquierda en el no tan lejano 2012, rindiendo los honores a uno de los personajes del franquismo vivo, de la derecha española y la falange, a la que su padre y su abuelo representaron? Siempre del lado de la ley del “garrote vil” que era la que empleaba Franco para eliminar a sus contrincantes. México tiene una tradición. Recibió a los niños de Morelia y a muchos españoles valiosos que fundaron el Colegio de México, el instituto Politécnico Nacional y enriquecieron la academia de la UNAM. El general Cárdenas se la jugó por el gobierno de la República y, no sólo eso: las relaciones internacionales con España quedaron rotas hasta que, una vez restablecida la democracia en el país ibérico, volvimos a reanudarlas.
Un zacatecano, don Leobardo Reynoso, fue embajador en Portugal, donde era emitido el visado para México, pues no había representación mexicana en España. Antes de él México tuvo otro ejemplar personaje que permitió la salida de españoles a través de distintas naciones, para salvar sus vidas.
¿Qué hacía Andrés Manuel López Obrador con el fascismo y la falange? La imagen pública es una foto que muestra a dos personajes gustosos por el encuentro. Hoy exigimos saber dónde está la congruencia, a dónde quedó el respeto a los votantes cuando Andrés Manuel, que no era presidente de una República que tuviera que cumplir obligaciones de Estado, fueran o no de su gusto, sino un candidato que andaba en busca del voto inteligente y avanzado de nuestra Patria recorría España y visitaba al Papa, además, pretendiendo ganar votos con fotos. Así no nos representa. Hay diferencias sustantivas entre el gobierno de Felipe González, el de Zapatero, el de Rajoy y el de Aznar. No somos de los mismos. Si se gobierna para las mayorías, se habla de democracia, si se gobierna para unos cuantos, se privilegia el autoritarismo El franquismo en España asesinó muchos niños, muchas mujeres y población civil que nuestra mente no quieren recordar ya. Los refugiados españoles en el gobierno del general Lázaro Cárdenas, tampoco.